jueves, 2 de enero de 2014

¿No les parecen demasiadas fiestas?
Por Federico González Alfaro
Octavio Paz, un autor mexicano, que por cierto, no es del agrado de mi papá, quizá por ser español no  quiere que le apliquen el artículo 32, pero que su servidor lo encuentra imprescindible; no siempre estaremos de acuerdo con nuestro respectivo viejo. Paz, narra, como ninguno, la afición del pueblo mexicano a las fiestas.
Dado que se aproxima el fin de año, permítanme hacer un resumen del Laberinto de la soledad: "El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse.  Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos."
"En pocos lugares del mundo se puede vivir un espectáculo parecido al de las grandes fiestas religiosas de México, con sus colores violentos, agrios y puros, sus danzas, ceremonias, fuegos de artificio, trajes insólitos y la inagotable cascada de sorpresas… que se venden esos días en plazas y mercados".
"Nuestro calendario está poblado de fiestas. Ciertos días, lo mismo en los lugarejos más apartados que en las grandes ciudades, el país entero reza, grita, como se emborracha y mata…una multitud enardecida efectivamente grita por espacio de una hora, quizá para callar mejor el resto del año". "Son incalculables las fiestas que celebramos y los recursos y tiempo que gastamos en festejar". "Nuestra pobreza puede medirse por el número y suntuosidad de las fiestas populares".
"En ocasiones, es cierto, la alegría acaba mal: hay riñas, injurias, balazos, cuchilladas. También eso forma parte de la fiesta. Lo importante es salir, abrirse paso, embriagarse de ruido, de gente, de color". "Las ceremonias de fin de año, en todas las culturas, significan algo más que la conmemoración de una fecha. Ese día es una pausa; efectivamente el tiempo se acaba, se extingue.  Los ritos que celebran la extinción están destinados a provocar su renacimiento: la fiesta del fin de año es también la del nuevo año, la del tiempo que empieza". "En ciertas fiestas desaparece la noción misma de Orden. El caos regresa y reina la licencia. Todo se permite: desaparecen las jerarquías habituales, las distinciones sociales, los sexos, las clases, los gremios. Los hombres se disfrazan de mujeres, los señores de esclavos, los pobres de ricos".
"Se cometen profanaciones rituales, sacrilegios obligatorios. El amor se vuelve promiscuo. Se violan reglamentos, hábitos, costumbres". "Si en la vida diaria nos ocultamos a nosotros mismos, en el remolino de la fiesta nos disparamos". Qué razón tenía Paz. En fin, fiesteros aunque en la miseria estemos.


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