sábado, 24 de octubre de 2015

El autentico rebozo mexicano del S. XVII


                    Por Federico González Alfaro

La fabricación de un rebozo de acuerdo a las ordenanzas reales del siglo XVII, comprende tres tipos de rebozos: los "de a cinco" o "superfinos", los "de a diez" o "entrefinos" y los de "a quince" u "ordinarios".
Le denominación numérica corresponde al numero de madejas o atados de algodón o seda que debían hilarse para hacer cada tipo de rebozo, lo que se traducía en la finura del hilado y del tejido.
Los tres tipos, deben medir tres varas castellanas de largo por una de ancho, una vara castellana mide 83.5 centímetros, por lo tanto, un rebozo auténtico mide dos metros y medio de largo por 83.5 centímetros de ancho.
En cuanto a los tintes, mencionaremos a los tres colorantes principales.
El coapaxtle o quappchitc (en el sur de Jalisco, lo conocemos como paixtle o heno de navidad), que es un liquen que crece como parasito en el árbol tepozqoahuitl (encino) y se distingue por un sabor picante y amargo. Este colorante tiñe en color Leonardo (color vino en nuestra época), aporta un agradable olor al rebozo que se aviva con su uso.
 El segundo colorante es la corteza de encino o tepozqoahuitl, que tiñe también de color "Leonardo" pero no aporta ningún aroma.
El tercer colorante es el guatamatl o tepexaxocotl (guamúchil para nosotros), proviene del corazón del guamúchil y tiene la propiedad de engrosar los hilos y aportar el color negro.
La mezcla de los tres, nos da el negro jaspeado, el aroma de estos rebozos no desaparece nunca, por el contrario, con el movimiento se aviva.
Habían dos técnicas de teñido: con fuego y sin fuego.
Sin fuego: se remojaban el heno de navidad durante media hora en agua limpia, después, el heno se molía en un metate y se mezclaba con agua clara en una olla de barro. Antes de introducir al rebozo en el tinte, en el que pasaría todo un día con su noche, se remojaba en agua de cal, con el objeto de fijar su color. A la mañana siguiente, se lavaba con agua limpia y se dejaba secar al sol. Una vez seco se devolvía a la olla de barro durante 14 días con los tres tintes, con la finalidad que las fibras terminaran de tomar el color deseado.
Con fuego: se requiere calentar los tintes, se ponían a calentar dos ollas, en una se ponía agua y se agregaba el tinte previamente molido en el metate, en la otra olla se ponía agua de cal. Cuando el colorante tomaba el color "Leonardo" o vino tinto, se introducían los rebozos y se movían con un palo, después se pasaban a la olla de agua de cal, se sacaban y se tendían al sol sobre la tierra y tan pronto como secaban, se repetía la operación hasta que los rebozos se ponían negros.
Después de estar bien secos y lavados con agua limpia se ponían a orear o asolear y medio secos y calientes se volvían a meter en nueva agua de cal más fuerte y bien asentada, ahí permanecían un tiempo que se llamaba ensebar, después, bien exprimidos se vuelven al sol y a medio secar se recogen y doblan a lo largo de 4 dobleces y los envuelven o arrollan con un madero llamado batanador, estando sobre la tabla bien lisa, lo comienzan a golpear con un metlapile muy rollizo y pesado (rodillo de madera) corriéndolo de una parte a otra. Después se colocaban al sol sin que se pierdan los dobleces y bien seco se mantean, acabando esto, se doblan en forma cuadrada o en figura longa y los asientan con un aplanador en un banquito y con un hilo los atan del lado que están las puntas, con las que son eternamente acabadas.
Si tiene un rebozo antiguo, huélalo, si percibe un aroma especial, tiene Usted una joya artística de gran valor.

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