domingo, 8 de mayo de 2016

Especial para Horizontes...

Identidad y pertenencia en la construcción de la unidad cultural en Sayula

Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa 

El súbito interés por la identidad cultural de Sayula, quizás tenga que ver con nuestra confrontación con la globalización y todas sus implicaciones. La búsqueda del valor histórico, de la herencia, del patrimonio, de la identidad, nos ha llevado a varios, a interesarnos por la historia milenaria de nuestra región, el pasado colonial y la evolución de nuestra identidad nacional como municipio. Los vestigios de nuestro pasado son patentes, chocan con nosotros a cada paso en nuestro diario vivir en el Sayula contemporáneo; pero también el paradigma globalizante esta allí en las calles de Sayula y dentro de nuestras casas, en nuestro diario vivir y convivir con los demás. Nuestras tierras secuestradas por el cultivo para exportación, el agua cada vez más profunda en los mantos acuíferos nos recuerda el precio de insertarnos en el comercio mundial de alimentos, su siembra, cosecha y distribución. Los jóvenes preparándose en el paradigma educativo neoliberal de las competencias, para competir en un mundo que ellos, los que los educan llaman sociedad del conocimiento, y no es otra cosa que el paradigma de la globalización, nos lo recuerdan también, cada escuela en el municipio comparte esta política impuesta desde el gobierno federal, trasformando nuestro entorno simbólico. Los ciber cafés, las laptop, los teléfonos celulares, las antenas de micro ondas, la Tv por cable y satélite, incluso los autos eléctricos, son parte de nuestro panorama y conviven con las casonas del siglo XVI y sus portales; las conventos e iglesias del siglo XVII y XVIII; las casonas del siglo XIX, el exótico parián y las ruinas de Santa Inés. Algo abrumador si se piensa en el sentido de la identidad local. Entre los más jóvenes, si a esto se le suma las adiciones, el tráfico de estupefacientes, los rondines del ejercito, la marina y los otros; nos da un panorama muy caótico y hasta apocalíptico ¿Qué clase de identidad se puede desarrollar en este contexto ecléctico de simbolismos sociales y culturales? aposté alguna vez en proyectarnos desde el pasado hacia el futuro, en estas mismas páginas, y desde entonces he estado escribiendo tratando de interesar a los lectores de cualquier edad en el pasado de Sayula, en buscar esa raíz que determine un destino, una brújula, en este mar de incertidumbre y postmodernidad, donde el tiempo trascurre tan rápido que nos hace creer que la identidad sobra. Pero no es así, la identidad no sobra en quien aparte de saber de dónde viene y a dónde va, quiere ser feliz sintiéndose no un número si no un alguien con una historia propia y común, no un solitario consumidor y productor de mercancías que compite a diario para no quedarse a la saga de la vanguardia tecnológica o sin trabajo el día de mañana. Valorar nuestro patrimonio, tratar de entender nuestro pasado es un lujo que no se da el zombi consumidor y reproductor del sistema; pero, a medida que estudio el fenómeno de origen de nuestra identidad, descubro cosas interesantes como la que a continuación leerá. En el romanticismo podemos perdernos, a la hora de tratar de mirarnos en la historia. Nuestro origen como identidad cultural, no necesariamente se sujeta a un grupo común genotípico, étnico, sino más bien al sentido de pertenencia. Nuestra identidad es derivada de nuestro sentido de pertenencia, es decir escogimos ser de Sayula y no nacimos siendo de Sayula, nacimos con una identidad que no escogimos al nacer aquí (como podría ser el caso de Juan Rulfo, por ejemplo…), pero eso cambia, por ejemplo, al escoger establecer nuestra residencia en Chihuahua, nuestra pertenencia es esa Chihuahua. Nuestra identidad tiene que ver con los valores de quizás nuestros antepasados españoles, indígenas o mestizos de Sayula, que escogieron pertenecer a Sayula, compartir ciertas características con otros en Sayula; pero ahora nosotros hemos decidió compartir los mismos en este caso con la gente de  Chihuahua, pertenecemos a ese grupo delimitado geográficamente aunque nuestra identidad tenga que ver más con Sayula. Así parece haber sido en el pasado prehispánico, como en la colonia española, como hoy en pleno postmodernismo, globalización. Nuestras fronteras como unidad cultural, son permeables a las identidades y no la alteran, el sentido de pertenencia tiene más que ver con estas fronteras que la identidad. Al encontrar nuestra historia como descendientes de cierto grupo étnico en Sayula, no estamos perfilando la cultura de Sayula, porque esta lo trasciende. Para nuestra construcción común que es la cultura local, no importa si eres hijo de español, indio, negro o mestizo, solo importa que tus antepasados compartieron su pertenencia a Sayula creando éste patrimonio común, que llamamos identidad. Nuestros antepasados hicieron algo juntos sin que esto derivara necesariamente en una conciencia de grupo en lo social; es decir juntos pero no revueltos. somos de Sayula:
"Barth escribió en 1969 un texto - la introducción a una antología - ya clásico acerca de cómo se define la pertenencia a un grupo étnico y cómo se diferencia un grupo étnico del otro.
Según él, tradicionalmente bajo grupo étnico se entendía, y desafortunadamente a veces aún se entiende, un grupo que se auto reproduce biológicamente, que comparte valores culturales fundamentales y los realiza en formas culturales unitarias, que crea un espacio de comunicación e interacción y cuyos miembros se identifican a sí mismos y son identificados por otros como pertenecientes a una categoría distinguible de otras categorías del mismo orden.
Barth critica esta lista y opina que la característica fundamental es la de auto adscripción al grupo y que la característica de una cultura común generalmente se sobrevalora. Este autor considera que una cultura compartida se debe ver más como implicación o resultado, y no como una característica primaria y de definición.
Aunque categorías étnicas toman en cuenta diferencias culturales, no podemos asumir una correlación directa entre unidades étnicas y similitudes y diferencias culturales. Así, que al trazar la historia de un grupo étnico, uno no puede, simultáneamente, trazar la historia de una 'cultura', y por consiguiente, es difícil trazar un grupo étnico nada más por el registro arqueológico, pues varios grupos étnicos pueden compartir una misma cultura material, y un mismo grupo puede, por ejemplo, por diferencias regionales, dejar restos materiales que prueben una cultura material divergente.
La contribución esencial de Barth fue desplazar la discusión de los contenidos de pertenencia étnica o sea la consideración de marcadores étnicos como vestimenta, alimentación, lenguaje etc. hacia la consideración de las fronteras que marcan los límites de estos contenidos. Sostuvo que estas fronteras persistían a pesar de un paso de personas e informaciones a través de ellas y que solo existen en contraste con otros grupos similares.
Por su parte Gabbert cree que los procesos de demarcación de fronteras pueden resultar en el desarrollo de un sistema de categorías étnicas (unidades clasificatorias) o comunidades étnicas (unidades de acción). Es decir que este autor distingue entre categorías sociales por un lado que ve como unidades clasificatorias para personas, cuya pertenencia se deriva de uno o diferentes características comunes.

Los grupos sociales, por otro lado, son vistos como unidades de comportamiento y acción, es decir que sus miembros hacen algo juntos. En su opinión, en el análisis se deben también tomar en cuenta los individuos que usan las categorías sociales en su interacción diaria. De la existencia de una categoría no deriva automáticamente una conciencia de grupo El problema estriba en que términos como grupo étnico no son solo conceptos científicos sino también están siendo utilizados en debates políticos, pues muchos grupos indígenas actualmente se llaman a sí mismos 'pueblos' o 'naciones' para reclamar derechos de autodeterminación y autonomía según lo establecido por las Naciones Unidas en 1966…   la visión de que 'etnicidad' no es algo inherente a las personas y que no solo hoy, sino también en la época prehispánica y colonial temprana era una forma de pertenencia que no era inalterable" Sarah Albiez-Wieck

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