lunes, 3 de julio de 2017

Especial para Horizontes...
El pintor Juan de Arrúe, La Virgen de 
Guadalupe y la Provincia de Ávalos
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

“...con base en importantes investigaciones  de Joaquín García Icazbalceta, D.A. Brading y Edmundo O'Gorman (entre otros), se conoce la mano de un artífice indígena en la Imagen de la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, la prueba más relevante podría darle otro sentido divino a la historia de la "Morenita del Tepeyac". La imagen, dicen los datos de los investigadores, no tiene colores divinos, ni fue creada de la nada con una fuerza sobrenatural que se plasmó en la tilma. En realidad, fue creada por un artista con una visión y talento fuera de serie, cuya obra maestra logró convencer a todo un pueblo de que una representación doméstica de la Virgen María los protegía: Marcos Cipac de Aquino
Fray Francisco de Bustamante, perteneciente a la Orden Franciscana, habló del "indio Marcos" Marcos Cipac de Aquino, en algunos de los documentos en los que mantenía registro de las actividades clericales en la Nueva España. En sus papeles, el religioso lo señalaba como el autor original de la imagen en la tilma de Juan Diego. De acuerdo con Edmundo O'Gorman, el hombre estaba consciente de que la adoración de la Virgen estaba poniendo en riesgo las ideas católicas tradicionales, especialmente porque se pensaba que concedía milagros y porque en la Biblia sólo Dios tenía esta facultad.
Marcos aparece en registros históricos como Marcos Cipac, Marcos Aquino o como Marcos Griego. Una investigación periodística de Ángel Vargas,  resalta el hecho de que este hombre apareció mencionado en un texto de Bernal Díaz de Castillo en el que narraba la historia de la Nueva España. El cronista lo llamó uno de los pintores más relevantes de la época y su trabajo puede encontrarse en distintos murales de diferentes conventos franciscanos en Puebla.
Otra investigación periodística publicada en el Semanario Proceso a cargo de Rodrigo Vera, revela que Cipac de Aquino fue el creador de la primera de tres imágenes que crean la Virgen de la tilma como la conocemos. Se especula que el artista fue contactado por Juan de Zumárraga para crear una obra especial con la que los indígenas pudiesen identificarse. Su primera idea fue plasmar una representación de la Virgen con el hijo de Dios en brazos, basándose en otra Virgen que se encuentra en el Monasterio de Nuestra Señora en Extremadura, España. El resultado fue un éxito; sin embargo, al poco tiempo otra imagen fue superpuesta, creada por Juan de Arrue Calzontzin en 1625, con rasgos más indígenas, sin el niño Dios y con algunas de las características simbólicas importantes, que permanecerían durante al paso de los siglos. Esa también fue pintada en blanco para finamente crear la tercera, la que conocemos en la actualidad.
Los análisis que se han hecho de la imagen apuntan a que una sección habría sido creada "de un golpe"; sin embargo, era sólo la marca de pintura blanca que ocultó la obra original de Cipac de Aquino. Supongamos ahora que Aquino haya creado esa imagen de manera súbita y sin más bocetos que su inspiración: entonces es indudable que el hombre poseía un talento insólito entre los artistas novohispanos, especialmente los indígenas. Su técnica era única y lo catapultó como un favorito de los miembros del clero y los aristócratas en la Nueva España.
  Siguiendo estas pistas, Marcos Cipac de Aquino resulta el responsable de la primera imagen y fray Juan de Zumárraga el hombre que consolidó un rito que ha prevalecido hasta nuestros días."  (Alonso Martínez)
En cuanto a Juan de Arrue y Caltzonzin, nativo de la provincia de Ávalos como él declarara sin precisar el lugar exacto, podemos decir que aportó con su talento privilegiado y su aguda inteligencia, no sólo unos rasgos indígenas finos y  delicados que inspiran ternura en la imagen, sino una seria de símbolos culturales indígenas y cristianos que, como mestizo, comprendía muy bien. Su inteligencia debió de ser muy aguda para lograr el sincretismo simbólico que dio identidad a todo un pueblo, una identidad hasta entonces desconocida. El primer símbolo de la cultura mestiza que nacía, era esta representación de la madre de Dios en el cristianismo católico y la Diosa madre indígena. Es impresionante cómo Arrue logra plasmar el arquetipo maternal en la imagen sin recurrir al referente de un bebé en los brazos, como dictaba la costumbre española. Tampoco es la Virgen de los Dolores con su rostro compungido y el corazón roto por la desventura de su hijo, otro arquetipo europeo de la madre. Es efectivamente una doncella que hace referencia a la pureza de María madre de Dios, que fue una imagen recurrente en la simbología católico cristiana de la tradición europea; pero, es también un referente de la virginidad indígena que se asocia al sacrificio ritual, a la auto inmolación, en este caso de todo un pueblo en nombre de sus propios mitos, para preservar el mundo.
La resignación y profunda compasión que expresa el rostro de la imagen ha conmovido y consolado al pueblo mexicano desde sus orígenes como identidad cultural diferenciada la española e indígena, la imagen representa la incorporación en esta nueva identidad mestiza de estas dos últimas, pero reclamando a su vez una propia. En la imagen, se ven mesclados códices indígenas que representan distintos mitos, así como la simbología celeste de la tradición europea tomada del judaísmo además de referentes a la biblia en especial al apocalipsis y a la paradoja del mito universal de la madre virgen (a mí, en lo personal, el colorido, el manto azul, el color de la piel y vestimenta del ángel que sostiene sus pies, y el tocado de la virgen, me parecen referencias del simbolismo africano, otro origen étnico de la identidad mestiza mexicana).
 En un principio, aquí en Sayula, como en el resto del país, el culto a la virgen de Guadalupe se popularizo entre mestizos e indígenas, luego se extendió a criollos y españoles, aunque en menor grado de impacto como es lógico suponer. A pesar de que ya para 1625 la imagen como la conocemos se consolidó; según algunos historiadores y cronistas del siglo XIX en Sayula, el culto a la Virgen de Tepeyac en la localidad, ya existía a finales del siglo XVI, y más allá del arroyo que cruza Sayula, rumbo al poniente, bajo el cerro del calvario, hoy del Tepeyac o cerrito del Santuario, como se le conoce popularmente; existía una capilla de indios dedicada a esta imagen que pudo ser la primera que los investigadores clasifican como la creada por el indio pintor Marcos Cipac de Aquino. No fue hasta la segunda mitad o finales del siglo XVIII que la veneración creció y se vio reforzada por el regreso de los franciscanos a Sayula después de que partieran por orden real de Sayula para dejar su lugar a al clero seglar. A su regreso se establecieron en dónde estaba la capilla de indios dedicada la Virgen de Guadalupe en Sayula, allí construyeron un nuevo convento y un templo, el de san Roque y posteriormente el santuario de Guadalupe. El símbolo de la mexicanidad que fue estandarte de los insurgentes en 1810, incrementó su poder simbólico y en Sayula, poco a poco fue substituyendo a la patrona del Sayula español, la Virgen de la Inmaculada Concepción, hasta el día de hoy que se ha convertido en la fiesta religiosa más importante de la cabecera municipal. Sayula es Guadalupano, pero poco se sabe de la historia del Juan de Arrue y Caltzonzin, que pudo ser nativo de Sayula y que hoy los investigadores asocian con esta milagrosa imagen, símbolo del México mestizo.
El doctor Jesús Figueroa Torres concediendo con Eduardo del Río "Ríus", nos dice que Juan de Arrue y Caltzonzin, nació en Sayula alcaldía mayor de la provincia de Ávalos de la nueva España. Más mesurado, Federico Munguía Cárdenas difiere, diciendo que la Provincia de Ávalos abarcaba varios pueblos y que no existen documentos que confirmen que Arrue nació en Sayula. Sin embargo, agrega que cabría muy bien la posibilidad de que así hubiera sido; pero, mientras no se encuentre evidencia historiográfica de tal hecho, sólo es especulación. Quien esto escribe considera que, si el famoso pintor del siglo XVII en la Nueva España, al momento de su muerte reconoció ser nativo de Ávalos (la Provincia de), se debe considerar que La Provincia de Ávalos era vinculada directamente con Sayula, y la posibilidad es grande de que el maestro de la pintura colonial sacra, fuera precisamente nacido en Sayula, pues la nostalgia es grande en el lecho de muerte, y tal confesión la denota, Arrue siempre estuvo orgullosos de haber nacido en tal lugar.
Juan de Arrúe fue hijo de Juan de Rúa un español sevillano, pintor de talento también, quien al llegar a América en 1549 cambio su apellido a Arrúe; y Marta Caltzonzin, a su vez hija del último rey purépecha. Nació posiblemente en Sayula en 1565. Algunos historiadores atribuyen a su padre la autoría de la imagen guadalupana; por ejemplo, Munguía Cárdenas, dice que Arrúe padre pintó una de las imágenes más antiguas de la Virgen de Guadalupe en 1555; pero los estudios más recientes dicen que fue en 1625 que el hijo le dio la mayoría de los rasgos característicos a la imagen. Lo que se puede inferir aquí es que, dado el extraordinario talento de Arrúe hijo, se le invitara a concluir un proyecto de su padre para la orden franciscana, cosa común entre los maestros de ese tiempo, la continuidad de los hijos, como en los talleres medievales. Para entonces Arrúe hijo tenía ya 59 años, vivía en la capital virreinal de la Nueva España y su padre ya debió haber muerto. Fue juzgado por la Inquisición pero no condenado, a pesar de declarar que sus pinturas superaban a las de origen divino en algunos aspectos. Lo que nos hace concluir que esta familia de la Provincia de Ávalos estuvo profundamente involucrada en el proyecto de conquista político-espiritual más importante de la historia de México y por ende en la forja de la identidad cultural de un pueblo, el mestizo mexicano.

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