martes, 10 de abril de 2018

                         Política y felicidad. 
Por Rodrigo Sánchez Sosa

Los estados Unidos de América, nuestro modelo político desde la independencia, la República Federativa, se fundó bajo el ideal de la felicidad a la que el hombre tiene derecho. Partiendo de que la felicidad puede construirse desde la política. Con un régimen de moral cristiana puritana y un apego a las leyes, se logró el ordenamiento de una nación, las más poderosa e influyente del mundo hoy. Según la teoría allí deberían vivir las personas más felices del mundo; pero, de acuerdo a una encuesta internacional reciente, la gente hoy, es más feliz en México que en Estados Unidos, a pesar de los problemas de la nación mexicana ¿Dónde está el error?
"Antes de definir la felicidad, se debe definir el bien, desde los hombres y desde la idea que se tiene de mundo ¿Pero qué tipo de bien? El bien moral. Hay dos conclusiones posibles entonces: o se escoge el bien según la ideología de cada pueblo y cada época o la satisfacción de uno, que es la felicidad; ya que, no siempre coinciden. Todos se preocupan por el bien, todos se preocupan por la felicidad; pero, no todos persiguen de igual manera el bien que la felicidad. Además, existen varias percepciones de lo que es "Felicidad". Para algunos la felicidad está en el reconocimiento, el dinero, el amor, etc. Hay diferentes visiones de diferentes niveles; pero, la felicidad podría definirse como: Un estado de satisfacción.
Las cosas valen porque contribuyen o a la sobrevivencia o a la felicidad o al bien, algunos combaten por la justicia que es una causa noble y entonces llegan a sacrificar eventualmente su satisfacción; aquí se plantea un problema: felicidad y bien no concuerdan.
La felicidad como satisfacción plantea un problema del lenguaje: el placer, la felicidad, provienen de la satisfacción de los deseos; pero ¿Sería esto la felicidad total o pequeños momentos de felicidad en la vida? Por ejemplo, si hay uno de los muchos deseos en la vida que no está satisfecho, arruinará la felicidad. Se puede tener muchas cosas en la vida que satisfagan el deseo y brinden placer, pero si un deseo no está satisfecho los demás no importan, se frustra la felicidad. Entonces ¿Se definiría la felicidad como la totalidad de las satisfacciones? Parece que sí…
Aquí se plantea otro problema: aspirar a la felicidad es un derecho es un fin perseguido por todos los hombres, es posible lograrla en este mundo; pero, requiere un conjunto de condiciones: seguridad, paz, confort material, un cierto ocio, la liberación de la servidumbre; todos según la época.
Todos los hombres corren tras la felicidad, pero pocos reflexionan sobre las condiciones, los métodos para conquistarla.
La sabiduría designa los métodos para obtener la felicidad. La mayoría de las sabidurías insisten sobre la limitación de los deseos.  No es posible la satisfacción de todos los deseos del hombre, es necesario jerarquizar los deseos, sacrificar aquellos que vayan en contra de la moral, del bien, de la idea del bien común. Los deseos terrenales deben sacrificarse en favor de la moral, de deseos, de satisfacciones más elevadas: no es lo mismo satisfacerse a través de la comida que satisfacerse a través del conocimiento.  Subordinar la felicidad del hombre al bien moral, ahí esta la base de las religiones.
La obediencia de una ley más elevada debería asegurar la felicidad para el hombre. Pero esto no se verifica en la realidad, las personas que buscan satisfacer deseos más elevados, sufren más, no obtienen satisfacción.  El justo, el bueno, el honesto, es infeliz, mientras los pillos, los criminales, los malandros, florecen y prosperan en la realidad. De ahí nace la necesidad de concebir un más allá donde se verifique la justicia. El hombre bueno será compensado en el más allá. Este es el origen del pensamiento religioso pre cristiano, los griegos y sus grandes pensadores se influyen de este pensamiento; Grecia es el origen del sistema político occidental y su idea cumbre es la democracia. Esto sólo es comprensible en fusión de una elevación del pensamiento, una cierta sabiduría. La felicidad se aristocratiza, se vuelve elevada, no es la felicidad del vulgo la que eleva, los deseos vulgares, la satisfacción de todos los placeres, sino la jerarquización que espera una recompensa más elevada en un más allá ideal, una utopía podrimos decir.
Uno de los primeros pensadores griegos Epicuro pensaba que se llegaba a la felicidad con la acumulación del placer; pero, es engañosa esta definición, es más complicada de lo que parece:  los placeres suelen ser negativos pensaba él, por ello hay que escoger con cuidado para no llegar a lo negativo, es decir llevar una vida reservada escogiendo detenidamente entre las opciones de placeres. Llegó a definir el placer como ausencia de sufrimiento, no como satisfacción indiscriminada de los deseos, sino la ausencia de la necesidad de placer. Esto empata con el Budismo: la Ataraxia, la felicidad como ausencia de necesidad, del deseo, del desear. Al dejar de ser rehén de los deseos y necesidades placenteras, el hombre se eleva y es feliz.
Por otro lado, los Sofistas griegos pensaba que la felicidad se da en la ausencia de los escrúpulos, la moral ha sido inventada, decían, por seres débiles para protegerse de las acciones de los fuertes.
Los estoicos, tenían otra idea de la felicidad: para ellos la felicidad era someterse a lo que ocurre, ya que no se puede controlar lo que pasará se debe aceptar y querer lo que acontece, someterse al orden de la naturaleza. No tratar de cambiar el mundo, querer el mundo como es. No olvidemos que esta idea moral rigió el imperio romano de occidente hasta dos siglos después de Cristo. El ideal controlo el mundo mucho tiempo, pues lo mismo lo usaban los ricos para justificarse que los desposeídos para consolarse.

Fue hasta después del cristianismo y la reforma, cuando el ideal de felicidad se modificó radicalmente en el mundo occidental al que pertenecemos. Con el renacimiento inicia un nuevo concepto de la felicidad, en base a la renovación de las ciencias y las tecnologías: Rene Descartes plantea durante este periodo, ya no renunciar a los placeres terrenales y elevarse en placeres divinos, sino la confianza en la renovación de las ciencias y tecnologías como factores que devolverán al hombre la capacidad de conquistar la felicidad en esta tierra (Tratado de las Pasiones del Alma). El tener, el poseer los bienes de la modernidad, se volvió factor de la felicidad." Ikram Antaky (Felicidad y Filosofía.). 
La ciencia que ofrece desde curar todos los males hasta darnos la inmortalidad y la tecnología que ofrece desde facilitar el trabajo hasta abolirlo con robots o construir un medio perfecto y feliz hasta una realidad alterna más benigna en el ciberespacio, son ejemplo de lo anteriormente dicho.
En el contexto actual de nuestro país, y siguiendo la lógica republicana estadounidense, creemos que la economía abierta y política honesta y bien aplicada, podrían proporcionarnos la felicidad. Como vemos, no necesariamente. Puede proporcionar las condiciones, pero estás no nos harán automáticamente felices, menos en el sentido de la felicidad moderna fetichista. Elevar las condiciones de vida del mexicano, mediante la inversión privada,  la administración honesta de los bienes públicos, la procuración e impartición de justicia, la seguridad y la paz pública, cosas de por sí difíciles a corto plazo en México, no aseguran la felicidad ni siquiera a aquellos que lo tienen todo ahora, por que la felicidad va más allá de las condiciones políticas, materiales y económicas. Es nuestro deber ético, moral, salvar políticamente a nuestro país, pero lo es también ser felices. La política es el medio, no el fin; aún así, no olvidemos que el bien común ( la política) y la felicidad, la mayor parte del tiempo no coinciden. 


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