miércoles, 3 de octubre de 2018

                   La política y Rulfo en Sayula.
Por Rodrigo Sánchez Sosa
Las polémicas se han puesto al rojo vivió en el caso Rulfo, desde la planeación de la Ruta Cultural, la cual no recibió el aval de la Fundación Rulfo para que esta llevará su nombre, la misma que incluía a tres municipios de la región Sayula San Gabriel y Tuscacuexco; comenzó el jaloneo político que retrasó su consolidación. Luego vino lo de la imposibilidad de demoler el antiguo edificio del Jardín de Niños C. Vizcaino para abrir una plazoleta con un museo subterráneo; tras mees de dialogo se acordó entre las partes involucradas, la Ruta, El municipio de Sayula y La secretaria de Cultura del Estado, el cambio de proyecto, adoptándose uno que, incluyera el  ex Jardín de Niños.
Los retrasos repercutieron en los tiempos y formas del financiamiento federal que era el más importante del tripartita acordado. Aún así se logró lo suficiente para iniciar la construcción; pero, pronto los oportunistas políticos comenzaron de nuevo los ataques al proyecto más reciente como lo hicieron con el inicial y dado que eran tiempos electorales se involucró la política electoral y se crearon bandos, especulaciones y versiones manipuladoras de la opinión pública para aprovechar el proyecto. Mientras tanto, en los otros municipios de la ruta, con proyectos más sencillos, la primera etapa se concluyo con éxito; en Sayula, por el contrario, las cosas políticamente para la Ruta y el ahora Centro Cultural El Páramo se revirtieron al grado de hablarse de su demolición, de consulta popular para ello, de incluso revivir la vieja rencilla y resentimiento popular casi olvidado, mediante un juego mediático de intereses políticos, del hecho casi mitificado de la negación de Juan Rulfo para Sayula como su ciudad de origen.
De la política a lo personal y de lo personal a lo ruin, no solo aquellos a los que se acusaba sin pruebas y con saña de corrupción en le proyecto, sino la propio Juan Rulfo se les ha denostado e insultado, al más puro estilo del chisme pueblerino, algo poco digno ara Sayula.
El martes pasado el arquitecto creador del proyecto del Páramo, convocó a una rueda de prensa para, según comentó, poner los punto sobre las íes y limpiar su imagen, ya que esto le ha afectado profesional y personalmente, al verse en el centro de la polémica y cargar con una culpa que no le corresponde, puntualizo a quien esto escribe.
Como si se hubiere abierto un dique y le cúmulo de años, se viniera encima, en el ámbito cultural de Sayula, donde es imposible ignorar a Rulfo; este, como le cid capeador combate batallas después de muerto. No son la corrupción ni los involucrados justa o injustamente en esto, le fondo del asunto; sino Rulfo. Esa poderosa Imagen del escritor y su obra que lo hacen temido, y por ello odiado en su pueblo natal; porque no se explica de otro modo este rechazo irracional de algunos sectores sayulenses, muy elitistas por cierto.
Pero ¿Por qué es político el asunto de Rulfo?. Bueno tras la obra de Rulfo no hay sólo, como pretende uno de sus neófitos críticos, "una obra respetable"; hay una denuncia social, un señalamiento del  abuso de unos cuantos sobre las mayorías eternamente sometidas, abuso económico, social y cultural. Uno no puede leer a Rulfo sin notarlo, no es sólo que denunciaré el abandono de un grupo de personas en un mundo surreal de fantasmas y violencia cruda y sin sentido; sino que Rulfo toma postura política la respecto de un orden social hasta hoy vigente simbólicamente, de injusticias, de culto al cinismo, a la exclusión la clasismo; lo hace desde la poderosa visión de la tragedia artística, que no queda lugar a dudas de aquellos valores que señala y a los grupos que los imponen y reproducen, hasta el día de hoy.
 Como no va a ser odiado Rulfo, si es temido por esa clase que niega, señala, y exhibe. Una clase que no se ha ido, que se ha adaptado, que no ha perdido el poder del todo, ni los valores que la avalan. Como no se va a sentir incomodo cierto sector de la sociedad con él. No es sólo que negará a Sayula, sino que negará los valores mezquinos de sectores de abusadores que se han perpetuado y creen es lo más natural del mundo ser quienes son, los detentadores del poder económico y político.
Comenzamos esta columna hace mucho, señalando que una de las principales motivaciones de ciertos grupúsculos de la sociedad que aprovechándose del contexto introducían su valores de clase como  dignos al señalar al gobierno en turno como victimario y culpable de todo lo malo que se podía ver en lo inmediato y en el horizonte, con le mismo argumento clasista de la colonia, de que a los indios no se les puede dar el poder de gobernar porque pronto terminan abusando hasta de sus propia gente; es decir que los indos en el poder nos sabían gobernar; hacía falta un cambio, y subidos en esa ola nacional, se vistieron con a túnica de la honestidad y la crítica justiciera, pero, a ver, a ver, no es verdad que muchos años, decenios fueron cómplices de un régimen autoritario e impositivo que los enriqueció ¿cómo es posible que ahora aboguen por lo contrario? ¿Arrepentimiento y pena de aquello que hicieron? No, para nada, una treta para volver al poder: aquí sobra Rulfo y sus homenajes, "mi Sayula" no lo quiere.
El nivel de política donde se da esta lógica, es una vergüenza, una pena, una barbarie que solo se justifica en los valores de la barbarie, del pensamiento caciquil que refiere Rulfo en su obra. Claro que Rulfo no quería ese Sayula abusador del pobre, ese Sayula de ignorantes barbaros con poder ilimitado. Con esas elites de energúmenos dictando leyes e imponiendo sus valores decrépitos, no es algo que diga yo hay que leerlo, lo dice él.
Hay una ignorancia suprema, increíble, vergonzante en las últimas declaraciones de la policía local en torno a Rulfo, que en el colmo de los colmos se vuelven personales. Es verdad, ese no es el Sayula que nadie se merece; ¿cómo no se va a negar algo tan primitivo y absurdo? La política en el final del actual trienio en Sayula, refiere forzosamente a Rulfo y se da un conflicto que despierta a la cultura de su largo sueño clase mediero, en Sayula, con sus pretensiones de nobleza aristocrática. Esto tenia que pasar, era insalvable el proceso;  llegó la hora de.

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