lunes, 15 de abril de 2019

Especial para Horizontes...
La participación de la Mujer en
 la Guerra Cristera (1926-1929)
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

“El presente trabajo resume una investigación sobre la participación de las mujeres en la guerra cristera (1926-1929). El título da cuenta de los obstáculos a los se enfrentó el autor al buscar las fuentes históricas ("Mujeres Cristeras: voces que surgen entre las llamas del olvido"), ya que, por una parte, a pesar de que la mayoría de los autores que han escrito sobre la guerra cristera destacan la importancia de las mujeres para la guerra no profundizan en sus condiciones, en sus motivaciones, es decir no las tratan como sujetos individuales y por otro lado porque el archivo que contenía mayor información sobre las mujeres cristeras fue quemado en su totalidad por el presbítero Miguel Darío Miranda  perdiéndose así la fuente histórica más valiosa para investigar el tema.
Así tenemos que la mayoría de los autores reconocen la notable colaboración femenina, pero se da por hecho que sus motivos fueron de índole religioso o por seguir a sus maridos cristeros. Son pocos los que han profundizado en otros aspectos, sentándose a escuchar sus testimonios, sus preocupaciones, sus éxitos, a comprobar que las mujeres de ésa época si tenían sus propios pensamiento e iniciativa. Agustín Vaca es el autor más relevante que se ha interesado en estos temas al presentar y analizar cuatro entrevistas a mujeres cristeras de distintas clases sociales que nos permiten adentrarnos en su mundo, escuchar sus voces, rescatar sus pensamientos.
Así mismo no existen cifras precisas sobre el número de mujeres que participaron en el movimiento, algunos hablan de 25 mil pero sólo se limitan a las que formaban las Brigadas Santa Juana de Arco, siendo que hubo muchas otras que de una u otra forma participaron cómo es el caso de la Unión de Damas Católicas, y tal vez tomando en cuenta a todas podrían llegar a igualar en cifras la participación masculina
De este modo, fue difícil encontrar fuentes que ampliaran la información del tema. Con respecto a los archivos, en el Archivo General de la Nación existe diversa información sobre el movimiento cristero, hay expedientes sobre los personajes relevantes del conflicto pero ninguno es femenino, las mujeres aparecen en algunos documentos acompañando a los cristeros y se habla de sus actividades sediciosas pero sólo de paso, sin mayor relevancia.
 En las primeras décadas del siglo XX, el lugar donde las mujeres se desarrollaban era fundamentalmente su hogar, primero en el que vivían al lado de sus padres y después el que formaban con su esposo. Las labores que usualmente realizaban eran todo lo relacionado con el cuidado de la casa, cocinar, lavar la ropa y algunos trabajos manuales como costura y bordado, mientras que los hombres se dedicaban al campo o a algún oficio. Las mujeres del campo a veces también se encargaban de cuidar a los animales, y a colaborar en tareas agrícolas.
Pocas eran las que se incorporaban al mercado de trabajo asalariado, algunas como maestras, otras como sirvientas, las menos como modistas o encargadas de algún negocio. Sus voces casi no se escuchaban, algunas empezaron a tener participaciones en periódicos e inmediatamente aparecían reacciones masculinas menospreciándolas: "mujeres: a su casa, al lado de la cazuela de los frijoles, ante la máquina Singer y al pie de la cuna de sus hijos, pero no os pongáis en el pavoroso ridículo de escribir periódicos."
A pesar de ello su figura era la base y centro de las familias, eran las encargadas de la educación de los hijos, las verdaderas formadoras de los ciudadanos. El entorno limitaba a las mujeres al ámbito de lo doméstico, desde que nacían padecían de restricciones en un orden invisible dentro de un sistema de estructuras muy rígidas a los cuáles debían someterse.
El Estado, por su parte, les había negado una vez más en la Constitución de 1917 la oportunidad de participar y de ser escuchadas, al no permitirles el derecho a voto. Así se exponían los motivos de tal decisión en el diario de debates del constituyente de 1917:
´La doctrina expuesta puede invocarse para resolver negativamente la cuestión del sufragio femenino. El hecho de que algunas mujeres excepcionales tengan las condiciones necesarias para ejercer satisfactoriamente los derechos políticos, no funda la conclusión de que éstos deben concederse a las mujeres como clase. La dificultad de hacer la selección autoriza la negativa. La diferencia de los sexos determina la diferencia en la aplicación de las actividades; en el estado en que se encuentra nuestra sociedad, la actividad de la mujer no ha salido del círculo del hogar doméstico, ni sus intereses se han desvinculado de los miembros masculinos de la familia; no ha llegado a nosotros a romperse la unidad de la familia, como llega a suceder con el avance de la civilización; las mujeres no sienten, pues, la necesidad de participar en los asuntos públicos, como lo demuestra la falta de todo movimiento colectivo en ese sentido. Por otra parte, los derechos políticos no se fundan en la naturaleza del ser humano, sino en las funciones reguladoras del Estado, en las funciones que debe ejercer para que se mantenga la coexistencia de los derechos naturales de todos; en las condiciones en que se encuentra la sociedad mexicana no se advierte la necesidad de conceder el voto a las mujeres. ´
Además de querer mantenerlas controladas en sus casas bajo el dominio de sus maridos, una de las razones principales por las cuáles se les negó el derecho al voto es que se temía que las mujeres al tener un gran apego con la iglesia, fueran manipuladas por el clero para votar a favor de candidatos que beneficiaran a los sectores conservadores.
A diferencia del Estado que apartó a las mujeres de la vida política, la Iglesia Católica les siguió dando cabida por medio de sus organizaciones encaminadas a la acción social, y atrayéndolas a sus actividades religiosas. Así por una parte, las mujeres se sintieron incluidas y tomadas en cuenta y por otro lado asistir a los templos como catequistas, sacristanas, o participando en alguna congregación les permitía salir de su vida rutinaria de labores domésticas.
De este modo, la religión era fundamental en la vida de la mayoría de las mujeres de principios de siglo, y la transmitían con entusiasmo y rigidez a sus hijos.
Por ello cuando inició el conflicto cristero se sintieron con la responsabilidad de afrontar el problema hasta sus últimas consecuencias, al principio motivando a sus hijos y esposos, pero rápidamente se fueron involucrando a fondo.
Existieron dos grupos de mujeres que participaron de manera distinta en la guerra cristera: las Brigadas Santa Juana de Arco que apoyaron la lucha armada y la Unión de Damas Católicas Mexicanas que no aprobaron la opción bélica y prefirieron colaborar en otras actividades que, por cierto, no libraron a muchas de sus integrantes de ir a prisión.
Brigadas Santa Juana de Arco:
Era el año de 1927, la lucha de los cristeros había comenzado, las mujeres habían estado participando en actividades de protesta pacífica contra la "Ley Calles", la más importante fue el "boicot económico" el 14 de julio de 1926 en el que la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (INDLR) realizó una intensa campaña invitando a todos los católicos a disminuir al máximo sus hábitos de consumo con el fin de crear una grave situación general paralizando en lo posible la vida social y económica. El sector femenino participó con gran entusiasmo, se vistieron de negro y repartían volantes con propaganda que invitaba a no asistir a cines, teatros, ni fiestas y a no tomar tranvías, entre otras recomendaciones. El boicot no fue tan exitoso como se deseaba pero las mujeres se dieron cuenta de que podían organizar actividades conjuntas y que no siempre los hombres tenían que estar a la cabeza, lo que les dio una sensación de libertad. Así, se alejaban el tocador y la repostería, símbolos de los lugares que durante largo tiempo se les había asignado pero que ahora habían pasado a ser reductos que poco a poco dejaban de ser tan frecuentados por ellas gracias a las acciones emprendidas a favor de la Iglesia Católica.
Anacleto González Flores el principal precursor de la idea de movilizar a las mujeres a favor de la rebelión pero fue detenido y ejecutado antes de consolidar sus planes, entonces correspondió a Luis Flores González agrupar en Zapopan a diecisiete jóvenes pertenecientes a la Unión de Empleadas Católicas y formar la Brigada Santa Juana de Arco (BB) en honor a la muchachita que capitaneó en la Edad Media la resistencia popular contra los ingleses cuando Francia parecía haber perdido la guerra, además el tema era vigente porque el Vaticano acaba de canonizarla. Así es como el 21 de junio de 1927 se fundaron las brigadas, "sujetas a la disciplina militar inmediatamente entraron en acción, para lo cual se crearon tres divisiones: la de Occidente, la del Centro y la del Distrito Federal. La primera se subdividió en cuatro zonas: La de los Altos, la de Guadalajara, la del Sur de Jalisco y la de Nayarit.
Estaban organizadas en pequeños grupos sin aparente conexión entre sí, cada grupo estaba bajo la dirección de un hombre y todas las brigadistas reconocían dos superiores: el obispo, cuya autoridad era absoluta  y su director varón cuyo consejo podría ser desechado…
La Unión de Damas Católicas Mexicanas (UNDC):
Tuvieron su origen en la Asociación de Damas Católicas que se creó en 1912 con el fin de poner en práctica la doctrina social de la Iglesia61, sin embargo toda su primera década contó con un número reducido de socias y realizaba pocas acciones. En 1920 modificaron su nombre y realizaron actividades coordinadas con otros grupos católicos. La udcm estuvo compuesta por mujeres de clase media y alta y se mantuvo sujeta a la dirección y vigilancia constante de la jerarquía eclesiástica, ellas por su parten aceptaron siempre la subordinación a esta institución. Las socias de la udcm, dirigidas por la jerarquía, consideraban que su campo de acción debía insertarse dentro de los espacios para los que estaban destinadas desde su condición de género. Por ello, emprendieron acciones para contribuir con la obra social de la Iglesia católica mexicana desde una trinchera limitada al espacio privado." (Mercado Revilla, Leslie Teresa. "Mujeres Cristeras: voces que surgen entre las llamas del olvido"; Guerra de Religión en México, coordinador Ramírez Padilla Marco F, Palabra de Clío, México 2007)  https://semanariohorizontes.com

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