martes, 22 de octubre de 2019

                     Política e inmadurez. 
Por Rodrigo Sànchez Sosa
"Nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento."
Oscar Wilde.
Con todo respeto: ¿Por qué alguien de apenas 24 años decide ser presidente municipal? eso es una pregunta difícil de responder hasta para el mismo citado. Pero salta a la vista que, si se es soltero, no se tiene hijos, ni responsabilidad familiar ni laboral y, además, se tiene una carrera recién terminada; resultará un entuerto la empresa ¿Es producto de la valentía del ingenuo? o ¿Lo es quizás de un talento genial en la vida política estudiantil? No queda claro, porque igual podría ser la apuesta arriesgada que esperaba una victoria moderada y se topa con la fortuna de una coincidencia inesperada; quizás, sólo se buscaba la experiencia de una legislatura menor en cabildo municipal que abonara a una carrera política en ciernes; pero, la aldea quiso otorgarle el "premio mayor". No se sabe. Lo cierto es que nuestro presidente municipal es muy joven y eso tiene su costo. Si le sumamos a eso que personajes claves de su administración, tienen la misma condición cronológica que el titular, el costo se incrementa. La gente adulta, pero con menor rango en el ayuntamiento, no influye en el resultado del precio a pagar en esta apuesta, dado que el conflicto natural entre estos elementos antagónicos, se resolverá necesariamente en función de las jerarquías y mayoría relativa - la mayoría en el ayuntamiento son jóvenes y jóvenes adultos -.
Así pues, el gobierno local se vuelve una tención generacional, no sólo al interior de la administración pública, sino en la relación a la ciudadanía. Eso me parece que está pasando en la política local. No partiré aquí de que el adulto tiene la razón y la madurez, porque no siempre es así; pero, la propensión de la juventud, su característica, es la falta de experiencia y por ello de madurez. Claro que esto es un rasgo que no se puede dejar pasar a un adulto, pero que tampoco se puede juzgar con severidad en el caso de los jóvenes. La juventud  como valor social en sí misma, es una idea muy reciente, tanto que su generalización conlleva a equívocos. De ahí que hay pros y contras en decisiones donde se debe escoger entre experiencia y juventud, costos. Hasta hace poco en México la mayoría de edad era después de los 20 años, durante la colonia fueron los 25 años; fue por motivos electoreros que la edad para recibir los derechos ciudadanos, como votar, en México, bajó a los 18 años. En EU y otros países sigue siendo después de los 20 años, en que a alguien se le reconoce como adulto con pleno derechos sociales y políticos. Pero ¿Cuál es el origen de las tenciones generacionales y por qué me atrevo a hacer esta reflexión?:
"El conflicto generacional tiene raíces profundas en el tiempo y siempre ha estado presente en las relaciones entre padres e hijos, adultos y jóvenes. En la antigua Grecia, por ejemplo, molestó la vida de los mortales e incluso de los dioses. La Teogonía de Hesíodo, nos da cuenta de una genealogía divina, más parecida a una larga serie de relaciones incestuosas, infanticidios y parricidios, que no la historia de un linaje generacional.
´ Luego, acostada con Urano, alumbró a Océano […]. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre. [...]. Pues bien, cuando nacieron de Gea y Urano, los hijos más terribles, estaban irritados con su padre desde siempre. ´ Hesíodo
.Héroes mitológicos, como Edipo que, por la inconsciencia debida a su joven edad, mata a su propio padre y desposa a su madre y jóvenes mortales, como Fidípides que, tras aprender los rudimentos de la retórica, golpea a su padre, llegando a confundirlo antes, para persuadirle después, a través de lo que había aprendido a utilizar, de la exactitud de su acción.
  El nombre de Edipo está asociado, como es bien conocido, a las teorías psicoanalíticas del complejo edípico. Freud se refirió a la tragedia Edipo Rey de Sófocles, donde Edipo, que fue abandonado al nacer, llegó a matar a su padre, a quien todavía desconocía y termina casándose con su madre, para explicar una de las primeras etapas del desarrollo psíquico y sexual del niño, que llega a idealizar a la madre, aflorando hacia ella un sentimiento de amor y mostrando hostilidad contra cualquier otro varón que le robe su atención: en particular, el padre se convierte en objeto de sentimientos de alejamiento y odio. Según Freud, este fenómeno está presente en todas las culturas y en las sociedades, a pesar de la educación recibida o la descendencia y se supera de forma natural con el paso del tiempo…
Fidípides o Filípides, hijo de Estrepsíades, es uno de los personajes de Las Nubes de Aristófanes (Atenas, 445-386 a. de C.). Conocido por sus comedias y sus sátiras, que eran una crítica de los asuntos políticos y socioculturales de la época, Aristófanes escribió Las Nubes, para declarar su oposición a las teorías sofistas, que despistaban a los jóvenes, fomentando el desarrollo de ideas y actitudes rebeldes y subversivas, que el autor aglutina en la figura de Sócrates. El filósofo es presentado como un sinvergüenza, por tener a Fidípides y otros jóvenes influidos de manera negativa y por utilizarlos para desestabilizar el sistema social existente. Una denuncia contra el intento de reemplazar la tradición por algo innovador.
Jóvenes que se rebelan contra la autoridad de los adultos, para no tener conocimientos de la tradición, a causa de su edad y por falta de educación a los valores éticos y sociales de la comunidad, que necesitan ser entrenados y corregidos, son aquellos que Aristóteles describe en la Retórica como:
´…propensos a desear y hacer lo que desean. En cuanto a los deseos del cuerpo son especialmente inclinados a los amorosos e incapaces de dominarlos, aunque también son inconstantes y dados a aburrirse de sus deseos; desean vehementemente, pero se les pasa con rapidez. Y es que sus impulsos son agudos, pero no intensos, como la sed y el hambre de los enfermos. […] No tienen mal natural, sino bueno, porque aún no han conocido muchas perversidades. Son confiados porque aún no les han engañado muchas veces, y esperanzados, porque tienen un calor natural, semejante al que sienten los borrachos, además de porque aún no han fracasado muchas veces. La mayor parte de su vida está llena de esperanza, porque la esperanza se refiere al porvenir, y el recuerdo, al pasado, y para los jóvenes el futuro es largo, y el pasado, corto; en el primer día, por así decirlo, no se puede recordar nada y sí esperarlo todo. […] Todo lo hacen en exceso. Aman en exceso, odian en exceso y en todo lo demás por el estilo. Creen saberlo todo y están absolutamente seguros, y, eso es el motivo de que todo lo hagan en exceso. Cometen agravios para injuriar, no por hacer daño. Son compasivos porque suponen a todo el mundo noble y mejor de lo que es, pues miden al prójimo, por el rasero de su propia inocencia, de suerte que suponen que sus sufrimientos son inmerecidos. Son propensos a reír y por ello también bromistas, pues la broma es una insolencia atemperada por la buena educación. Así es, pues, el modo de ser de los jóvenes…´ Aristóteles, La retórica.
En la Roma imperial, la patria potestas otorgaba al padre (pater) de familia el poder de decidir sobre el presente y el futuro de sus hijos, que, una vez adultos, todavía no tenían la oportunidad de gestionar autónomamente su propia vida. Al llegar a ser adultos, recibían un peculium, regalos y dinero, por parte del padre, aunque habría podido ser suspendido en cualquier momento, por el hecho de que, el derecho sobre el patrimonio familiar seguía siendo una prerrogativa del padre hasta su fallecimiento. El miedo de perder dinero y beneficios fomentó el conflicto entre jóvenes y adultos: los padres estaban muy preocupados por su propia integridad, tanto que el parricidio llegó a ser una verdadera obsesión; los hijos, por otro lado, se sentían amenazados constantemente por la autoridad paterna, que no les aseguraba independencia y seguridad. Afortunadamente, estas costumbres bastante bárbaras, que dieron lugar a una larga serie de crímenes, fueron reconocidas como delito capital y prohibidas, a partir del siglo III d.C.
Durante los siglos siguientes, las cosas sustancialmente no cambiaron, por lo menos, hasta que la infancia no fue reconocida como categoría social; la relación entre los jóvenes y los adultos seguía siendo problemática.
En la década de 1960, por ejemplo, en Europa y en América Latina surgieron movimientos juveniles, principalmente compuestos por estudiantes que, con el pretexto de la lucha contra las desigualdades y las injusticias del mundo, llevaron las riendas de aquella situación social crítica y comenzaron a hacerse siempre más visibles en una sociedad de adultos, demasiado involucrados en sus juegos de poder, para escuchar el grito de los jóvenes estudiantes que se levantaba de las calles. Les enfants (los infantes), los que no tenían la posibilidad de hablar, se hacen protagonistas, dejando huellas de su presencia y ocupando espacios que antes se les negaban. Se enfrentan a todo porque es lo que creen justo; se dejan llevar por las emociones y se vuelcan en la causa, sin pensar en las consecuencias…"
(Retórica de la Ingenuidad. Tesis doctoral, frag.: D. Miiscel Stefenel. UAM)

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