martes, 4 de agosto de 2020

Política y autoritarismo, psicología del gobernador
Por Rodrigo Sànchez Sosa
Recientemente Enrique Alfaro gobernador del Estado ante el alza exponencial de los contagios por covid 19 en Jalisco, amenazó con el paro económico total de estado si la situación no cambiaba. No debemos olvidar que llamó pendejos a los jaliscienses, culpando a estos del fracaso de las medidas que su gobierno, al margen de un plan nacional, implementó para contención del virus. Esta forma políticamente incorrecta de ejercer el poder, habla de una personalidad particular del mandatario, una que implica el autoritarismo como  herramienta principal. Por si fuera poco, en una contradicción a los tiempos las formas y la misma ley, Sayula como municipio adopta esta misma forma y sus justificaciones para pasar el costo de la ineptitud oficial en el manejo de la crisis sanitaria a la ciudadanía. En el mismo tenor de Enrique Alfaro, pudiendo actuar diferente por ser este un ayuntamiento independiente y facultado por la ley en su autonomía como municipio, el presidente municipal amenaza con el paro del municipio si la gente, "culpable" del incremento de contagios de covid en el municipio, no hace su parte para frenar el avanze del virus. Es claro que el ayuntamiento irresponsablemente abusó del semáforo verde en que se encontraba el municipio con cero contagios en junio pasado, abriendo indiscriminadamente giros que debieron ser los últimos en abrir así como espacios públicos en la misma situación. Nunca se informó oportuna y claramente a la ciudadanía del comportamiento de la enfermedad en Sayula:  zonas, barrios y lugares donde el riesgo de contagio era alto, seguimiento de contactos, ni se  informó sobre qué hacer exactamente de presentarse los síntomas, se dejó todo a la información proporcionada por los niveles de gobierno estatal y federal. Para las páginas oficiales y comunicación social del ayuntamiento local, el virus era un tema secundario casi inexistente. Es una injusticia pasarle a la ciudadanía toda la responsabilidad, sin embargo sin el mínimo asomo de pena, en actitud autoritaria como la de Alfaro el presidente municipal de Sayula amenaza en redes con el cierre del comercio y la paralización del municipio en caso de que las medidas que anuncia como obligatorias, como el uso de cubre bocas, no se acatan.
La personalidad de estos dos políticos Enrique Alfaro y Daniel Carrión presidente municipal de Sayula, se empata en el autoritarismo, el actuar de ambos antes de la crisis sanitaria es parecido: medidas unilaterales, un liderazgo impositivo y apuntalado por una sobre exposición de la imagen a la que se le invierte muchísimo dinero en medios y redes, una lianza con los sectores conservadores de la sociedad que raya en complicidad política insana, un ensañamiento con sus opositores y críticos sobre todo aquellos considerados débiles, y una actitud que raya en el cinismo. Los estudios sobre este tipo de personalidades, pueden evaluar si lo que acaba de leer es una exageración mal intencionada o está cerca de describir a estos dos personajes que conocen y asumen entre si su papel en relación al autoritarismo que parecerían profesan: Dominante y dominado en el rol sadomasoquista que ello implica, y que claro, se extiende a la ciudadanía como ente sometido en esta parafilia, por ser estos personajes públicos. Mire usted:
"En  una época de crisis, debido sobre todo a la rapidez con que se suceden las transformaciones sociales, una de las consecuencias de esta crisis es la falta de estructuración del campo cognitivo del individuo, lo cual le crea al hombre moderno una gran ansiedad e inseguridad, fenómenos estos que le empujarán hacia el autoritarismo y hacia el prejuicio como soluciones a esa inseguridad y a esa ansiedad. En esta línea  Adorno  definen el autoritarismo como una tendencia general a colocarse en situaciones de dominancia o sumisión frente a los otros como consecuencia de una básica inseguridad del yo:  en el sujeto potencialmente fascista, la estructura de su personalidad es tal que le hace especialmente susceptible a la propaganda antidemocrática. Este análisis parte de la hipótesis fundamental de que la susceptibilidad de un individuo para ser absorvido por esta ideología depende primordialmente de sus necesidades psíquicas. Para medir tal susceptibilidad construyó Adorno una escala, que llamó Escala F, con dos objetivos fundamentales: Detectar el etnocentrismo, y Detectar al sujeto potencialmente fascista.
Este factor de autoritarismo, medido por la Escala F, se compone, según Adorno, de nueve subvariables teóricas: 1) Convencionalismo: adhesión rígida a los valores convencionales de la clase media. 2) Sumisión autoritaria: actitud de sumisión y aceptación incondicional respecto a las autoridades morales idealizadas del endogrupo (del grupo del que se siente parte). 3) Agresividad autoritaria: tendencia a buscar y condenar, rechazar y castigar a los individuos que violan los valores convencionales (es decir no piensan ni actúan omo él o el grupo con el que se identifica). 4) Antiintraceptividad: oposición a lo subjetivo, a la autoreflexión, a la introspección. 5) Superstición y estereotipia: creencia en la determinación sobrenatural del destino humano e inclinación a pensar en categorías rígidas. 6) Poder y fortaleza: preocupación por la dimensión dominio-sumisión, fuerte-débil, etc. en sus relaciones interpersonales, identificándose con las figuras que representan el poder y valorando en exceso la fuerza y la imposición por medio de esta. 7) Destructividad y cinismo:  hostilidad y un vilipendio general de la humanidad. 8) Proyectividad:  proyecta hacia el exterior impulsos emocionales inconscientes, las personas autoritarias tienden a creer que en el mundo suceden cosas desenfrenadas y peligrosas. 9) Sexo: preocupación exagerada por las cuestiones sexuales (identidad, manifestación, regulación, represión, categorización) . 
El resultado capital del presente estudio es la demostración de que existe una estrecha correspondencia en el tipo de enfoque y perspectiva que un sujeto puede adoptar en una gran variedad de campos de la vida, de los aspectos más íntimos de la adaptación familiar y sexual, pasando por las relaciones personales con la gente en general, hasta las ideas religiosas, políticas y sociales. De tal manera puede suceder que una relación entre padre e hijo esencialmente jerárquica, autoritaria y explotadora engendre en este último una actitud de dependencia, explotación y deseo de dominio respecto al compañero sexual y a los demás, y culmine en una filosofía política y una perspectiva social que sólo dé cabida a un desesperado aferrarse a todo aquello que, aparentemente, represente la fuerza, y un desdeñoso rechazo de todo lo que esté relegado a las posiciones inferiores. De igual modo, la dicotomía (oposición) padre-hijo lleva a un concepto dicotómico de las relaciones sociales, enfoque que se manifiesta especialmente en la formación de estereotipos y en la tendencia a establecer una separación entre endogrupo (nosotros) y exogrupo (los otros).
El convencionalismo(lo que es bien visto por los demás), la rigidez, la negación represiva y la consiguiente irrupción de la debilidad, el temor y el espíritu de dependencia que existen dentro de uno, son aspectos de la misma pauta fundamental de la personalidad y puede observarse en la vida personal y en las actitudes hacia  los problemas sociales.
Las soluciones que cada persona emplea para combatir esta inseguridad son muy variadas, pero entre ellas destacan dos, muy utilizadas y muy relacionadas entre sí:
-El autoritarismo: es un mecanismo de evasión que consiste en la tendencia a abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo o alguien exterior a uno mismo, que tiene autoridad o se le atribuye. Posee dos formas principales, que suelen ir juntas en los individuos autoritarios: la primera es una tendencia fuerte a la sumisión y a la dependencia, como consecuencia de los sentimientos de inferioridad, impotencia e insignificancia individual. La segunda, también consecuencia de sus sentimientos de inferioridad, se refiere a la tendencia a someter a los demás, pero de una forma tan ilimitada y absoluta que estos queden reducidos al papel de meros instrumentos.
- Conformidad automática: también como consecuencia de los sentimientos de inferioridad, insignificancia e impotencia, el hombre abandona su yo individual, deja de ser él mismo para ser uno de tantos, se identifica y conforma con la mayoría. Como ya Ortega y Gasset había anunciado hace más de cincuenta años, será este mecanismo el más utilizado por el hombre contemporáneo. Fromm cree que la culminación de todo este proceso histórico se encuentra en la Alemania nazi (1933- 1945): ¿cómo fue posible que el partido nacionalsocialista alemán, de reciente creación, alcanzara el poder en tan breve tiempo y como consecuencia de ser votado por una mayoría del pueblo alemán? Muchos creen que la victoria nazi fue la consecuencia de un engaño por parte de una minoría acompañado de coerción sobre la mayoría del pueblo. Pero con ello no queda explicado el fenómeno. El psicólogo no puede y no debe contentarse con esta explicación. El problema es mucho más profundo: la explicación es fundamentalmente de tipo psicológico. La raíz del problema -y por tanto también la posibilidad de solucionarlo- no está tanto en las condiciones socioeconómicas ambientales, cuanto en la estructura de la personalidad de los individuos que se someten a toda autoridad y a toda norma. Aunque, evidentemente, esa estructura de personalidad venga determinada por las estructuras socioeconómicas en que le ha tocado formarse". (Anastasio Ovejero Bernal)

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