lunes, 5 de julio de 2021

 Política y cultura. Los Murales de San Miguel, un capital político codiciado.

Por Rodrigo Sánchez Sosa



El proyecto cultural comunitario, porque eso es, de los Murales de San Miguel tiene la particularidad que lo hace muy valioso políticamente, el  de ser una iniciativa de la comunidad de ese barrio, que planeó, financió y terminó exitosamente sin ayuda de ningún nivel de gobierno la primera etapa  del citado proyecto que ya se ha vuelto un referente en el estado y hasta fuera de él, porque es muy original y va más allá de las modas de los murales grafiteros y las decoración de edificios. De repente se volvió una moda eso de decorar el espacio público en Jalisco hace unos años, sin embargo esto tiene sus bemoles; mire usted, lo siguiente es parte de una conversación por mensaje con un amigo funcionario de la Secretaria de Cultura del Gobierno del Estado, sobre este fenómeno de la decoración de edificios públicos en sus fachadas, al cual consulté cuando al actual ayuntamiento se le ocurrió decorar de esta manera el centro histórico. Esto me comentó:

…"es una fiebre  (moda) el "grafiti mural" Desde que en Tlajomulco comenzaron a decorar pasos peatonales y mucha de la infraestructura vial de la Ciudad (hace algunos años), en Guadalajara (y el estado) se vivió un especie de furor. Un proceso decorativo de las grandes torres habitaciones y de oficinas por todos lados, murales de gran envergadura y formatos diversos así como técnicas de manufactura. Justo me tocó (como funcionario de Secretaria de Cultura) sancionar algunos de estas iniciativas y pedíamos para otorgar los permisos para ello lo siguiente: un boceto, memoria descriptiva del proceso y técnica de manufactura, se debía tramitar licencia de obras públicas por el uso de andamios, garantizar la seguridad de los artistas, los viandantes y en  caso de los edificios verticales los procesos de seguridad: calculó de andamios, tapiales y en caso de requerir grúas y/o sistemas mecánicos también su especificación. Todo eso y aparte un comité curatorial, integrado por los diferentes intereses del centro histórico, además el Curriculum de los artistas y algunos otros detalles que de momento se me pasan..

Pero lo más importante es la responsabilidad sobre la obra ya terminada, debiendo integrar un proyecto de conservación y mantenimiento o retiro de la misma porque en la mayoría de las ocasiones, estas obras son efímeras. 

 En el caso de los grafiteros y el grafiti, hay una regla que tienen estas personas y artistas urbanos, de que una obra puede ser rayada o sustituida a partir de seis meses, eso quiere decir que muro que das al grafiti, difícilmente se recupera...

La verdad es que además de la saturación gráfica (contaminación visual) este tipo de intervenciones envejecen muy rápido contribuyen al deterioro de la calidad de la imagen urbana y son producto de una moda que esperemos que pase muy pronto. Se ve muy bien, cuando se mantienen o sustituyen a tiempo, Cuando no, se vuelve un problema.

Sería importante que si lo van a permitir (en Sayula), se pongan estas reglas, para el caso, la curaduría ayuda mucho a poner orden y establecer líneas discursivas y estéticas. De momento, lo mejor que se me ocurre ahora es que se organice (en Sayula) un taller público a modo de conversatorio para que estos artistas que más han hecho obra, platiquen sus experiencias, pero también se hable claro de estas ganancias que ellos tienen al otorgarles un muro."

Hasta aquí lo que me respondió mi amigo de Patrimonio del Estado (que no citó por su nombre al no haberle consultado para ello en esta ocasión). Como vemos, comenzó a ser un problema, en el gobierno del estado, esta moda, porque de repente la demanda de espacio público para esta práctica creció y con ello el problema de que no todos los "artistas" daban el ancho. Mi consulta se debió entonces a esto, al temor de que en el municipio, sobre todo en el centro histórico, se diera esta saturación visual y la caducidad de los murales; aunque hice publica la opinión de mi amigo, que es un especialista, lógicamente, no se me tomó en cuenta y al final se impusieron otros intereses ajenos al patrimonio de Sayula.

En el caso de los murales de san Miguel como comentaba líneas arriba, las cosas fueron muy diferentes. Sin modas efímeras, sin protagonismos, sin intereses políticos o económicos de por medio, las personas de San Miguel, no desde redes sociales, sino desde su barrio; se organizaron para honrar a sus  vecinos más emblemático ya fallecidos, y con ello rescatar la identidad que como barrio de Sayula indudablemente tienen. Seguí su proceso, y sé que se enfrentaron exactamente a lo que mi amigo de secretaria de cultura señalaba meses antes: los artistas convocados, no todos reunían la calidad para el proyecto y fue la propia gente la que los calificó, de hecho fue con el grafiti con el que más problemas se tuvo, pues es una técnica como señalaba mi amigo de patrimonio del estado, que tiene su propia estética y reglas, las cuales no empataban con  la iniciativa comunitaria. Luego tocó a la calidad y técnica de otros artistas, muy respetables, pero tampoco compatible, ya que la subjetividad muy cara para algunos, aquí estuvo fuera de lugar. La gente quería que su familiar pudiese ser reconocido en el mural, dado que el fin era homenajear y lograr difundirla la identidad del barrió, no había espacio para la expresión libre de los artistas plásticos, hasta cierto punto, que podrían argumentar la interpretación del personaje desde su punto de vista. Podemos decir que por ese lado se dio una curaduría comunitaria. Por otro lado, los intereses distintos del barrio, coincidieron en el proyecto y lo fortalecieron, de allí su generación de capital político, la gente se identificó con el proyecto, ya no era solo moda ni reglas endógenas de un grupo plástico cerrado. Dado que era un proyecto independiente y hasta autogestivo, no fue necesario involucrar a la autoridad en la logística y seguridad del proceso que incluyó la adecuación de los frentes de las casas y bardas del callejón de san Miguel. El mantenimiento y preservación de los murales, también es colativo, por ello sustentable, son ya patrimonio del Barrio. Así también y por lo ya dicho, estos murales no son perecederos, no serán vistos como contaminación visual porque representan algo para el bario, son parte de su identidad y esfuerzo colectivo.

Esta iniciativa es muy sorprendente en pleno siglo XXI, donde agruparse de esta manera ya no es común, todo son redes sociales y las luchas activistas, por ejemplo, se dan en el fenómeno de redes  que algunos sociólogos, como platicamos la vez pasada de esta entrega, llaman enjambres, no grupos. El caso de san Miguel es significativo porque está dirigido a sus hijos y nietos y su finalidad es darles raíces e identidad en un tiempo donde al individualismo ha socavado las raíces y confundido la identidad de los más jóvenes. Un fenómeno representado en este proyecto que hasta donde quien esto escribe sabe, no tiene punto de comparación, al menos en México. Es como llevar la idea de la micro historia a la plástica: la interpretación de la historia desde nuestra perspectiva y contexto histórico a partir de las personas comunes de un barrio, que ya no están; que no solo nos dice cómo era el barrio sino cómo este influía en todo el municipio y era su vez influido por este; a lo que incluso se puede añadir el contexto nacional en este tenor. Una interpretación muy vanguardista, no refiriéndome a los artistas que participan, sino de todo el barrio  que reacciona así a estos tiempos confusos para rescatar su identidad. Un ejemplo de autogestión y organización comunitaria contraria a el fenómeno de redes sociales y modas efímeras, y claro también al oportunismo político que ve en ello un botín, y a cual más intentarán capitalizar el esfuerzo común para sus intereses de grupo y hasta para su ego personal.

Los murales de San Migule y el Barrio de san Miguel en Sayula, han producido uno de los proyectos culturales más importantes de los últimos, al menos 20 años, en Sayula. Y no es poco, el tiempo dirá hasta dónde llegará la influencia de este proyecto a contra corriente de los tiempos adversos que vivimos e impactan a los jóvenes de forma trágica; esto para mí, es una ancla para ellos y una vuelta a la esencia que les dio origen, y les devuelve su orgullo comunitario necesario en tempos de individualismo extremo, nada que ver con los proyectos oficiales improvisados y mal logrados últimamente.  Me pongo de pie para aplaudir al barrio de san Miguel en Sayula, por esto ¡Bravo! 


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