lunes, 1 de noviembre de 2021

 Política y trabajo. 

"Vivir la angustia del tiempo y el dinero que no alcanza"

Por Rodrigo Sánchez Sosa

Una de los prejuicios (porque eso es, por más políticamente correcto que parezca en nuestro entorno inmediato) que manejemos como valor: el trabajo arduo, está teniendo un alto costo social y personal. El trabajo arduo se exige como una característica deseable de toda sociedad e individuo: la producción eficiente y expedita de bienes y servicios para un mercado insaciable y demandante en extremo. 

Las personas en Sayula, con el trabajo, apenas tienen tiempo de otra cosa, las familias medias en el municipio requieren la actividad laboral remunerada de varios miembros de esta para mantener un nivel de vida básico; aún así, no alcanza. Paradójicamente el incremento de las fuentes de empleo en la localidad elevó el costo de la vida en esta ciudad media del. estado. Pongo por ejemplo la cuestión de el arrendamiento de casas habitación: mientras hasta hace apenas muy poco las rentas en Sayula eran relativamente baratas, había rentas hasta de mil u ochocientos pesos mensuales por una casa pequeña en las colonias periféricas; hoy la renta promedio está en casi los tres mil pesos y es imposible conseguir un arrendamiento, por más alejada y rustica que sea la vivienda, por debajo de ese precio. Si bien el salario en el campo está en los 1500 pesos semanales, sin perder de vista que la cantidad mínima de personas por familia que deben trabajar para mantener un hogar en el municipio es de dos, hace falta el pago de dos semanas o el sueldo semanal de dos personas de la familia para pagar la renta. Tal situación deja, en el caso de dos salarios para una familia, nueve mil pesos para otros gastos de la casa: pagos de comida, servicios, trasporte, deudas, esparcimiento, educación de los hijos, guarderías…le hacen falta horas al día de un jornalero trabajador en el municipio para llevar una vida austeramente básica.


No sólo la renta, la demanda de casas para los jornaleros foráneos explica esto, esta gente también come y demanda servicios en el municipio (los oxxos en cada esquina de Sayula no son de gratis), la demanda encarece todo. 

Se trabaja más y se disfruta menos la vida. Tanto el trabajador como el dueño de un negocio en Sayula, y sus empleados, viven la angustia del tiempo que no alcanza, el primero debe producir más para sobrevivir, el segundo debe invertir más para mantener su nivel de vida y un negocio rentable. La pregunta es ¿Y a dónde va el beneficio de esa producción? A la ganancia, el esfuerzo y sacrificio de todos no se reditúa en mejores condiciones vida, entendidas estas como el disfrute de esta para sus actores, la ganancia se la llevan los oxxos, las empresas trasnacionales de distribución y producción de alimentos y hortalizas que representan localmente la producción agroindustrial. El resultado: estrés, angustia, frustración, vacío existencial y contaminación del entorno. Que a su vez se traduce socialmente en un incremento en el consumo de drogas y alcohol, la adicción; disfuncionalidad en los hogares locales, problemas de pareja y violencia; deserción escolar e inadaptación de los más jóvenes que a su vez engrosan las filas de la delincuencia. Finalmente, avaricia, corrupción y colisión criminal de la autoridad y el capital local. Todo ello no es sino, buscar la satisfacción que nos niega el trabajo obsesivo a cualquier precio generando más caos social y sufrimiento psíquico propio y de los nuestros.  

No exigimos trabajar más rápido y eficientemente al grado de dejar de lado lo más preciado que tenemos porque creemos que esos nos hace valer como personas, pero no tomamos en cuenta ni el contexto ni los resultados de no detenernos a reflexionar si vale la pena invertir nuestra familia, nuestra pareja y tranquilidad en algo que reditúa migajas al municipio a cambio de infelicidad y deterioro de los recursos de este; y en el caso individual una vida apenas por arriba de la pobreza o lujos cuyo disfrute impide un vacío existencial que pide más cosas para ser llenado inútilmente y que ingenuamente llamamos progreso.  

" El trabajo es una de las categorías más importantes lo mismo de nuestra época que, en buena medida, de la vida en sí. El trabajo puede ser, al mismo tiempo, fuente de preocupación o de satisfacción, causa de angustia o un medio para transformar paulatina y positivamente la existencia propia e incluso la convivencia social. Por todo el tiempo que dedicamos a trabajar, por toda la energía y recursos que ponemos en ello, parece necesario y acaso incluso urgente hacer una pausa para reflexionar qué lugar tiene el trabajo en nuestra vida, qué efectos, qué fines perseguimos al trabajar y cómo esto se encuentra en relación con los demás aspectos de nuestra vida.

En sus Diarios, Henry David Thoreau (escritor, poeta y filósofo estadounidense) dedicó algunas páginas lúcidas y memorables a la cuestión. Thoreau adquirió relevancia por retirarse en cierto momento de su vida a los bosques de Walden Pond, Massachusetts, en un retiro que eligió siguiendo una consigna clara:

´Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida, para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido.'

En este sentido, Thoreau fue siempre un hombre proclive a la reflexión y el cuestionamiento, especialmente de aquello que se nos impone socialmente y ante lo cual, en ocasiones, parece que el individuo se encuentra inerme, indefenso, con ninguna otra opción más que resignarse a aceptarlo -como la obligación de trabajar. En un apunte de marzo de 1842, Thoreau escribió:

´El trabajador realmente eficiente se da cuenta de que no tiene que colmar su día de trabajo, sino más bien acometer sus labores diarias con un aura de tranquilidad y placer. De esta manera, tiene un amplio margen para relajarse durante el día. Del tiempo, guarda con celo el grano y procura no exagerar el valor de la cáscara. ¿O es que una gallina se sienta a poner el día entero? Puede poner solamente un huevo y, paralelamente, no colecta lo necesario para poner otro. Quien trabaja mucho no trabaja arduamente.´

Las palabras de Thoreau -en especial las finales- tocan uno de los rasgos más característicos del trabajo en su forma contemporánea: la productividad, sin duda uno de los supuestos propósitos más perseguidos tanto por empleadores como por empleados, quienes participan -a veces inconsciente o involuntariamente- en una carrera frenética en donde parece que el único objetivo es producir más, siempre más, aunque nadie sepa por qué ni para qué o para quién se produce eso que resulta del trabajo cotidiano. Es esta una competencia ciega que, entre otros efectos, por sus condiciones mismas no conduce a otro fin más que al cansancio perpetuo, al agotamiento y la decadencia en sentido literal y figurado, real y simbólico: en todo el mundo, miles o millones de personas viven perpetuamente fatigadas, sometidas a una exigencia de producción que no cesa, ni de día ni de noche; o, en otro caso, podemos considerar lo que sucede con los recursos y la vida de nuestro planeta, afectados al punto del colapso debido a la producción sin fin de un sistema económico incapaz de frenar sus procesos.

Ante este panorama, el mensaje de Thoreau se inscribe como una suerte de llamado a la pausa y la reflexión. Dicho con un término significativo dentro del psicoanálisis lacaniano, podríamos pensar mejor aún en una interrupción. Es necesario interrumpir el trabajo, su agotante cadena de producción, su exigencia de ser siempre eficiente y acaso, por encima de todo, el vaciamiento constante de sentido al que nos lleva y que además contagia a otros aspectos de nuestra vida. Como una especie de flujo hiperactivo, el trabajo en su forma contemporánea parece más estar erosionando la vida subjetiva y social del ser humano que, como quería Marx, contribuir a transformarla.

También en Walden encontramos esta breve reflexión, que nos ofrece otro motivo para pensar la manera en que trabajamos actualmente:

´La mayor parte de los hombres, incluso en este país relativamente libre, se afanan tanto en artificios innecesarios y labores absurdamente mediocres, que no les queda tiempo para recoger los mejores frutos de la vida.´

¿Para qué queremos la libertad?, parece preguntarnos entre líneas Thoreau. ¿Para desgastarnos y desperdiciar nuestro tiempo? ¿Para trabajar agotadoramente? ¿O para ´recoger los mejores frutos de la vida´?"  @juanpablocahz  

 


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