jueves, 17 de marzo de 2022

 


Política y  pedagogía del oprimido (Freire)

Por Rodrigo Sánchez Sosa

 "El miedo a la libertad, del que, necesariamente, no tiene conciencia quien lo padece, lo lleva a ver lo que no existe" Paulo Freire, Pedagogía del oprimido.

"Otra característica de la teoría de la acción antidialógica (método de dominio de los poderosos) es la manipulación de las masas oprimidas. Como la anterior, la manipulación es también un instrumento de conquista, en función de la cual giran todas las dimensiones de la teoría de la acción antidialógica.  A través de la manipulación, las élites dominadoras intentan conformar progresivamente las masas a sus objetivos. Y cuanto más inmaduras sean, políticamente, rurales o urbanas, tanto más fácilmente se dejan manipular por las élites dominadoras que no pueden desear el fin de su poder y de su dominación. 

La manipulación se hace a través de toda la serie de mitos a que hicimos referencia. Entre ellos, uno más de especial importancia: el modelo que la burguesía hace de sí misma y presenta a las masas como su posibilidad de ascenso, instaurando la convicción de una supuesta movilidad social. Movilidad que sólo se hace posible en la medida en que las masas acepten los preceptos impuestos por la burguesía. Muchas veces esta manipulación, en ciertas condiciones históricas especiales, se da por medio de pactos entre las clases dominantes y las masas dominadas. Pactos que podrían dar la impresión en una apreciación ingenua,  de la existencia del diálogo entre ellas. 


En verdad, estos pactos no son dialógicos, ya que, en lo profundo de su objetivo, está inscrito el interés inequívoco de la élite dominadora. Los pactos, en última instancia, son sólo medios utilizados por los dominadores para la realización de sus finalidades.  El apoyo de las masas populares a la llamada "burguesía nacional", para la defensa del dudoso capital nacional, es uno de los pactos cuyo resultado, tarde o temprano, contribuye al aplastamiento de las masas.  Los pactos sólo se dan cuando las masas, aunque ingenuamente, emergen en el proceso histórico y con su emersión amenazan a las élites dominantes. Basta su presencia en el proceso, no ya como meros espectadores, sino con las primeras señales de su agresividad, para que las élites dominadoras, atemorizadas por esta presencia molesta, dupliquen las tácticas de manipulación. 

La manipulación se impone en estas fases como instrumento fundamental para el mantenimiento de la dominación. Antes la emersión de las masas, no existe la manipulación propiamente como tal, sino el aplastamiento total de los dominados. La manipulación es innecesaria al encontrarse los dominados en un estado de inmersión casi absoluto. Esta, en el momento de la emersión y en el contexto de la teoría antidialógica, es la respuesta que el opresor se ve obligado a dar frente a las nuevas condiciones concretas del proceso histórico.  La manipulación aparece como una necesidad imperiosa de las élites dominadoras con el objetivo de conseguir a través de ella un tipo inauténtico de "organización", con la cual llegue a evitar su contrario, que es la verdadera organización de las masas populares emersas y en emersión.   Éstas, inquietas al emerger, presentan dos posibilidades: o son manipuladas por las élites a fin de mantener su dominación, o se organizan verdaderamente para lograr su liberación. Es obvio, entonces, que la verdadera organización no puede ser estimulada por los dominadores. Esta es tarea del liderazgo revolucionario. 

Ocurre, sin embargo, que grandes fracciones de estas de estas masas populares, fracciones que constituyen, ahora, un proletariado urbano, sobre todo en aquellos centros industrializados del país, aunque revelando cierta inquietud amenazadora carente de conciencia revolucionaria, se ven a sí mismas como privilegiadas. 

La manipulación, con toda su serie de engaños y promesas, encuentra ahí, casi siempre, un terreno fecundo. El antídoto para esta manipulación se encuentra en la organización críticamente consciente, cuyo punto de partida, por esta misma razón, no es el mero depósito de contenidos revolucionarios, en las masas, sino la problematización de su posición en el proceso. En la problematización de la realidad nacional y de la propia manipulación.  Weffort tiene razón cuando señala: "Toda política de izquierda se apoya en las masas populares y depende de su conciencia. Si viene a confundirla, perderá sus raíces, quedara en el aire en la expectativa de la caída inevitable, aun cuando pueda tener, como en el caso brasileño, la ilusión de hacer revolución por el simple hecho de girar en torno al poder". 

Lo que pasa es que, en el proceso de manipulación, casi siempre la izquierda se siente atraída por "girar en torno del poder" y, olvidando su encuentro con las masas para el esfuerzo de organización, se pierde en un "diálogo" imposible con las elites dominantes. De ahí que también terminen manipuladas por estas élites, cayendo, frecuentemente, en un mero juego de capillas, que denominan "realista".  La manipulación, en la teoría de la acción antidialógica, como la conquista a que sirve, tiene que anestesiar a las masas con el objeto de que éstas no piensen. Si las masas asocian a su emersión, o a su presencia en el proceso histórico, un pensar crítico sobre éste o sobre su realidad, su amenaza se concreta en la revolución. Este pensamiento, llámeselo conecto, de "conciencia revolucionaria" o de "conciencia de clase", es indispensable para la revolución. Las elites dominadoras saben esto tan perfectamente que, en ciertos niveles suyos, utilizan instintivamente los medios más variados, incluyendo la violencia física, para prohibir a las masas el pensar.  Poseen una profunda intuición sobre la fuerza criticizante del diálogo. En tanto que, para algunos representantes del liderazgo revolucionario, el diálogo con las masas es un quehacer burgués y reaccionario, para los burgueses, el diálogo entre las masas y el liderazgo revolucionario es una amenaza real que debe ser evitada. Insistiendo las elites dominadoras en la manipulación, inculcan progresivamente en los individuos el apetito burgués por el éxito personal.  

Manipulación que se hace ora directamente por las élites, ora a través de liderazgos populistas. Estos liderazgos, como subraya Weffort, son mediadores de las relaciones entre las élites oligárquicas y las masas populares. De ahí que el populismo se constituya como estilo de acción política, en el momento en que se instala el proceso de emersión de las masas, a partir del cual ellas pasan a reivindicar, todavía en forma ingenua, su participación; el líder populista, que emerge en este proceso, es también un ser ambiguo. Dado que oscila entre las masas y las oligarquías dominantes, aparece como un anfibio. Vive tanto en la "tierra" como en el "agua". Su permanencia entre las oligarquías dominadoras y las masas le deja huellas ineludibles. Como tal, en la medida en que simplemente manipula en vez de luchar por la verdadera organización popular, este tipo de líder sirve poco o casi nada a la causa revolucionaria.  Sólo cuando el líder populista supera su carácter ambiguo y la naturaleza dual de su acción, optando decididamente por las masas, deja de ser populista y renuncia a la manipulación entregándose al trabajo revolucionario de organización. En este momento, en lugar de mediador entre las masas y las élites, se transforma en contradicción de éstas, impulsando a las elites a organizarse a fin de frenarlo en la forma más rápida posible." - Paulo Freire


(Si el lector llegó hasta aquí ya evadió los controles de monitoreo de los adversarios…como no saben leer se aburren rápido…)


Aplicado lo anterior a Sayula, que es dominada por motivo de su deseo de no serlo, reflexionamos al respecto: la necesidad de imponerse  usurpando derechos y apropiándose injustamente de  aquello que no nos pertenece, se da desde las formas más duras y violentas, hasta a las más sutiles como el paternalismo: el presidente municipal es el familiar: el padre, el hermano mayor o para nuestro caso el hijo menor, joven prodigio y amoroso que nos protege,  chantaje emocional que implica el control económica de los recursos públicos de nuestra comunidad.  Para ello, se intenta dividir con el fin de mantener el poder: los adversarios se vuelven enemigo, son marginados y reprimidos violentamente si es necesario, señalándolos como amenazas no solo para el niño tirano que gobierna, sino para la mayoría que este manipula: Siempre que las minorías en desacuerdo con el tirano gobernante, se mantengan marginadas y subyugadas a las mayorías controladas, un pueblo puede ser manipulado con mayor facilidad, reprimiendo a los críticos y opositores con menos efectos adversos. 

Usando la manipulación los tiranos y tiranitos van dominando a las personas para  estar de acuerdo en sus objetivos (en este caso una carrera política y a través de un familiar conservar el poder en el municipio que gobierna). Cuanto más la gente esté de acuerdo con los objetivos de quien los domina (¿quién no va a querer un diputado sayulense o hasta un gobernador? y los más ingenuos pensarían que hasta, un  de la república), más  poder adquiere el tirano manipulador en cuestión. 

La invasión cultural es la penetración de los opresores en el contexto cultural de los oprimidos, imponiendo a estos sus valores y su visión del mundo, coartando su creatividad e inhibiendo su crecimiento y la expresión de su verdadera  necesidad inmediata. Podemos citar como ejemplo nuestro caso: la imposición ridícula de una serie de" valores" por parte de una elite adolecente en el poder, ha terminado por llevar al aplauso patético de todas las ocurrencias derivadas de la inexperiencia, al volver la pubertad un valor social en sí mismo, derivado a su vez de una imagen estética producto del mercadeo en televisión y redes sociales. 

Estas propuestas autoritarias son unilaterales, dado que se imponen como valores estandarizados que determinan cuestiones fundamentales y no permiten la penetración de expresiones alternas y mejor fundamentadas: Ya la tradición, la verdad, el patrimonio cultural y la identidad del municipio no importan, sino las selfies del presidente municipal, su hábil demagogia de merolico y sus cinismo al mentir frente a la cámara de vídeo luciendo a la moda y maquillado con filtros electrónicos de su estructura de propaganda pagada con dinero público. 

La teoría antidialógica es característica de esta elite dominante que nos gobierna. Falsea el mundo para dominar e imponerse con acuerdo de una horda de fanáticos incondicionales o privilegiados convenencieros favorecidos por su administración; mientras que lo dialógico como concepto de este mismo orden de ideas es un intento  por desvelar esta mentira.  



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