lunes, 4 de abril de 2022

 La revocación de mandato

Por Arturo Fernández Ramírez

Es cierto que la estructura con que cuenta un grupo o actor político, influye de manera determinante en los resultados de los procesos electivos. El sentido de la votación suele depender, con sus excepciones, de la capacidad de movilización que tenga cada organización. No obstante ello y por encima de las simpatías y antipatías hacia el Presidente de la Republica Andrés Manuel López Obrador, se debe reconocer la trascendencia y avance democrático de la revocación de mandato. Que por primera vez en México no solo fue elevada a rango constitucional, sino que se pondrá a la práctica este 10 de abril de 2022. Lo que nos ayudará a transitar a un sistema participativo, en el que la población se motive a involucrarse en los asuntos públicos. En la medida en que la sociedad deje a un lado su apatía y se interese más en el desempeño real de sus funcionarios, las cosas cambiarán para bien.

    Impulsar una democracia participativa siempre será mejor que mantener la simulación de un supuesto sistema democrático sustentado en elecciones amañadas. Donde el poder y el dinero son los que logran manipular las conciencias ciudadanas o cometer fraudes para imponer a quien convenga a los de arriba en perjuicio de los de abajo. Esto es característico de los regímenes autoritarios que desde luego se oponen a todo instrumento que pretenda darle voz a la ciudadanía.

    La modernización en la política supone cambios en las formas de organización. La democracia directa y la participación ciudadana se consolidan mediante mecanismos que defiendan a la sociedad y le permitan intervenir en la toma de decisiones públicas. Tales como el presupuesto participativo, la iniciativa popular, el referéndum, el plebiscito, la consulta ciudadana y la revocación de mandato. Con esta última el electorado tiene la posibilidad de destituir de manera anticipada a un gobernante de elección popular.

    Y precisamente por el riesgo que corren los gobernantes en el poder, la revocación de mandato es una de las figuras de participación electoral menos explorada por los regímenes democráticos de todo el mundo. Aunque los antecedentes se remontan a Estados Unidos a principios del siglo XVII. Siendo el primer caso relacionado a las leyes del Tribunal General de la Colonia de la Bahía de Massachusetts en 1631 y a la Carta de Massachusetts de 1691. La realidad es que son muy pocos países los que la contemplan como parte de su sistema político.

    De ahí que, por encima de simpatías y antipatías hacia el Presidente Andrés Manuel López Obrador, es de reconocerse que en México, no solo esté reconocida expresamente en la Constitución Federal. Sino que también, ya se pondrá en práctica el próximo 10 de abril. Y con independencia de la afluencia de votantes, será un avance en la democracia. Porque nos hará transitar a un sistema participativo en el que la sociedad podría dejar a un lado su apatía. Y buscaría interesarse más en los asuntos del Estado, vigilando el actuar de los funcionarios públicos, exigiendo cuentas claras o su destitución aunque se trate de cargos de elección popular. Esto es lo que hace falta para tener buenos gobernantes y que la población tenga verdaderas oportunidades de crecimiento y mejor calidad de vida.


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