lunes, 4 de abril de 2022

 EDITORIAL

Para implantar una verdad y justificar una atrocidad

Esperando sea de servicio esta aportación, agradezco su venia para la lectura de este documento. El fin pretendido no es justificar la actuación de ningún imperio, más bien de mostrar el panorama de cómo éllos articulan sus discursos para lograr sus metas.

Para implantar un despojo antes es crear una beligerancia, para generar una guerra primero enloquecer a la población, para apoderarse del poder es crear una verdad apodíctica que no admita otras interpretaciones; esa veracidad esconde una interpretación política que favorece al que la dice.

El mundo está simbolizado por las fuerzas del poder y por las grandes corporaciones del capital; para seducir a la gente usan las armas de la publicidad alienándolas de una manera tal, que las personas están convencidas de su deuda moral y sienten atracción hacia sus opresores.

La propaganda cumple una función: crear terror social para manipular la realidad, establecer la paranoia mediante los medios haciéndole sentir un ataque inminente; algo semejante a la inventada por los Estados Unidos al invadir Iraq o Rusia al invadir Ucrania, tenían que activar un detonante que creara demencia y obligara al pueblo a aceptar una guerra que permitiera lograr sus aviesos fines de aumentar el poderío militar.


Una de las formas para implantar una verdad es:

1. Crear el miedo al interior de una sociedad.

2. Pensar y dominar para que el otro no piense.

3. Manipular para que no se tengan ideas propias.

4. Generar incertidumbre evitando que se tomen disposiciones propias.

5. Crear confusión para evitar la toma de decisiones.

6. El divisionismo que enfrentamos no genera los conflictos; el divisionismo es producto de los conflictos. Por eso estamos en una balcanización pública.

Planteamiento

El primer gran problema que tenemos es que la verdad está monopolizada, lo que nos informan desde los diferentes gobiernos es lo único que conocemos, porque ni tan siquiera nos lo dicen a los ciudadanos, es informada a los representantes. Y para los que no creen esa verdad está la inquisición de la de justicia mediante la fuerza del ejército. (Verdad apodíctica).

Para combatir eso, es necesario aplicar el método de Descartes: "dudar de todo" menos de lo que uno concibe y se informa, cernido por la razón.

Para eso es necesaria la centralidad de la razón, quien debe guiar la actuación de nosotros los pueblos.

Para eso, fundemos en la experiencia comprobable nuestros argumentos; ¿es fehacientemente asequible que se usen las bombas y luego la toma de pueblos? ¿es verificable que la población sufra los horrores de una guerra que éllos no quieren, ni quisieron? ¿son demostrable las víctimas inocentes? Contestando estas preguntas conocemos lo real.

Esto ha sucedido por la propaganda e información interpretada desde una óptica intencionada para que las decisiones sean cautivas y mayoritarias.

Pero las decisiones unánimes no son lo más democrático que existe, esa voz del líder que dice encarnar a sus representados es falaz e inaceptable, porque una democracia no se da en función de la cantidad de votos, más bien en el margen de operación y libre acción y pensamiento de sus miembros. Sin centralidad del razonamiento no puede haber decisiones democráticas, aunque sean mayoritarias. Por eso las decisiones vienen de un solo pensamiento, por la ausencia de democracia y la presencia de la oligarquía mundial.

Nos han llevado a creer que los enemigos son los otros y éllos sólo son el fetiche que nos han imbuido en el pensamiento; por un momento reflexionemos y nos daremos cuenta quiénes en realidad son los enemigos de la gente y su bien vivir. (Moisés Zepeda Gómez)


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