martes, 31 de enero de 2023

 EDITORIAL: La debilidad del sí.

En la poesía hecha canción llamada "Adagio en mi país" creada por Alfredo Zitarrosa (cantor y compositor de los dolores más profundos de los pobres), tiene un verso que reza así: "Dice mi padre que un traidor puede más que mil valientes".

Esto viene a tono por lo que acaba de suceder en el gremio telefonista; un contrato colectivo que ha sido la recaudación de derechos de cuatro generaciones desde el año 1906, en que se lanzó la primera defensa por parte de las jóvenes mujeres operadoras contra el bajo sueldo y la exigencia de un jornal exagerado, la lucha fue por salario justo y jornada humana. Con todo en contra: gobierno porfirista, empresa transnacional, sin sindicato, sin coalición y sin ayuda; lograron su objetivo.

Así se sucedieron diferentes episodios, en 1926, 1938 y el más sonado en 1962 con la democratización del sindicato ya de Telefonistas de la República Mexicana, el gobierno que venía del conflicto ferrocarrilero y no quería que se le fuera de las manos el control de la clase obrera. Le dio golpe de estado a la legítima representación, desconociendo y despidiendo a los miembros del Comité Nacional, Comité Nacional de Vigilancia y la Comisión Autónoma de Justicia. Desaparecieron a 5 de éllos y sólo uno retornó porque era hijo de un general apellidado Romero (esto me lo comentó el mismo Mario Romero Balderas (QPD) que los llevaron al Campo Marte. Este señor fue primer secretario del Comité Nacional de Vigilancia de esa representación), quedando una dinastía de charros sindicales hasta 1976, año en que los trabajadores hicimos nuevamente una lucha por volver a la democracia. (En este suceso quedó en la secretaría general en manos de Francisco Hernández Juárez quién se ha reelecto y después de 46 años prevalece hasta este día).

Desde ese tiempo, la línea seguida por los representantes ha sido pro gobiernista, así se dio la venta de Telmex por Carlos Salinas de Gortari con la mayor complacencia del sindicato y sus miembros; siguió la permisiva y omisa actuación de éstos para que los trabajos de las líneas, equipos, circuitos, servicios y manejo de cobros pudiesen hacerlo otras empresas contratadas exprofeso.

Cuando se le entregó a Slim el sistema telefónico, en las concesiones se estipuló que los trabajos, sueldos, prestaciones y jubilación serían respetadas. Este empresario comento: "es un contrato colectivo muy pesado"; luego entonces se dio a la tarea de adelgazarlo olvidando su compromiso sin importar que esta empresa y estos trabajadores lo hicieran el hombre más rico del mundo. (Diría Sor Juana: "El aqueste no me acuerde, no es olvido; es una vana negación de la memoria").

Los cambios tecnológicos no se hicieron solos, la fibra óptica no se sepultó de forma mágica, la capacitación hombre a hombre se hizo con el concurso de todos; los equipos de nueva tecnología no se instalaron, pusieron en marcha ni se mantuvieron solitarios. Si se llegó a más de 18 mil poblaciones con la telefonía fue por el esfuerzo de los trabajadores, muchas veces durante días a lomo de mula y en otras a pie en trayectos de sierra, desierto, lagunas y lodazales, en frío y calor, día y noche. No fue fácil, pero se hizo por compromiso con la gente de los pueblos.

A Telmex le aplican exactamente la misma fórmula que le asestaron a Mexicana de Aviación; primero le quitan la materia de trabajo, luego las labores las derivan a empresas terceras y por último le dan el tiro de gracia desapareciendo el contrato colectivo y dejando en el abandono los recursos humanos y más aún si son viejos. Actualmente de un universo del personal de las empresas CARSO dedicadas a las telecomunicaciones de aproximadamente 100 mil, en Teléfonos de México quedan entre 15 y 18 mil activos, el grueso de los ingresos por servicios que rondan el 80% se los llevaron a otras sociedades como Red UNO, Telcel y UNINET, dejándole a la telefónica la carga de las obligaciones y sin recursos.

Ante esta situación, la administración pidió al STRM que los miembros cambien parte de la jubilación por acciones de Telmex (cuando ya se deben más de 200 mil millones de pesos extraídos del fonde de jubilación). Acciones que no existen, ni tienen soporte y son de una empresa al borde de la quiebra inducida. También solicitó que la jubilación se rebajara (cuando ya se había rebajado dos veces en las cláusulas 149 bis y 149 ter).

Esto causó molestias a los miembros del gremio y para lavarse la cara la dirigencia, le dejó el trabajo a la más neoliberal y beneficiaria del nepotismo que despacha en la Secretaria del Trabajo: María Luisa Alcalde Justiniani, hija de Bertha Lujan política de la 4T y Arturo Alcalde Justiniani abogado asesor de Francisco Hernández Juárez, de sindicatos como ASPA, Sindicato Autónomo de Chapingo, Sindicato Autónomo de la UAM, Sindicato de Banobras, Bancomex, Nafin e IMSS.  

Esta mujer hizo la propuesta que tanto la enorgullece: permitir que se degrade el Contrato Colectivo de Trabajo (cayó en el garlito que le puso Francisco Hernández para no ser él el quemado). Violando lo más elemental y razón de ser de la secretaría que es defender al débil ante el poderoso, vulnerando el artículo 394 de la Ley Federal del Trabajo que juró hacer valer.

Esas propuestas firmadas y llevadas a nivel de acuerdo son nulas de base, porque son irrenunciables los derechos de los trabajadores y existe mucha jurisprudencia al respecto.

Pero queda un Judas Iscariote que vende todo conforme se lo pide Carlos Slim. Es por lo que hago referencia al verso de Zitarrosa enunciado al principio.

¿Y cómo logran que la "supuesta mayoría" apruebe algo que le perjudique?

Primero está el impulso del ideal de ese ser que se hace sentir poderoso, llevando a la dominación a todos los demás y luego al siguiente escalón abajo que es la domesticación.

En segundo lugar, por consecuencia natural del desafío, de los riesgos, de las resistencias, insatisfacciones, repugnancias, no saciedad, tanto cambio, un futuro lejano e incierto, agotada su fuerza impulsora, la pandemia y demás cuestiones el humano está harto y desgastado.

Luego viene la prolongación de una crisis para causar el síndrome de hastío, cansancio y el deseo del final de un problema, lo que causa el efecto de una cadena que lo ata, y precisamente por ese poder y efecto, se retiene en el rebaño a todos, aunque salgan mal las cosas, generando un ciclo que se repite y se profundiza.

Los divergentes son los más fuertes, los que no han sido arrastrados por esta vorágine de confusión; son los que se oponen a ser sometidos, permanecen lúcidos y no quieren perder para éllos y sus compañeros de clase los derechos adquiridos, pero los débiles, los que abandonan el esfuerzo, los que justifican la agresión por no tener el valor civil de enfrentar a los poderosos, esos, sí, esos, son los que votan por el sí.

Moises Zepeda Gómez./ Para Horizontes


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