martes, 12 de diciembre de 2023

 Política y libre albedrio, qué pienso de Carrión como fenómeno social, político y ético…

Por Rodrigo Sánchez Sosa

El libre albedrio es la capacidad innata que tenemos los humanos de escoger lo que queremos, los animales no tiene esa capacidad, tienen un instinto que los determina, una abeja no puede escoger trabajar o no hacerlo, un león no puede volverse vegetariano porque lo decidió. En cambio un ser humano puede escoger incluso ir contra su instinto así sea el más básico, la sobrevivencia y decidir terminar con su vida porque ya no la desea. Uno puede escoger en esta vida lo que quiera y vivir como uno mejor le parezca, hay muchas formas de vivir como hombre, pero hay formas que no dejan vivir, diría a su hijo Fernando Sabater en "Ética para amador".


Bien, el libre albedrio le estorba al tirano, al corrupto, al criminal. El tirano debe negar, prohibir, inhibir, despojar de su libre albedrio al hombre para poderlo someter. Pero una cosa es alienar el libre albedrio de un individuo y otra muy distinta hacerlo con las masas. A una persona se le puede amenazar con matarle a él o a su familia para obligarlo a ir en contra de su voluntad; intimidarlo, torturarlo, robarlo, mutilarlo, aislarlo, negarle el trabajo, el alimento, el agua, la tranquilidad. Pero a una masa no, cualquier aprendiz de tirano, como el que nos ocupa, sabe que una guerra contra el pueblo es una guerra perdida, incluso los señores de la guerra. El tigre, como llamó al pueblo AMLO. A la masa hay que engañarla, persuadirla, mantenerla fascinada, apática, alienada diría Carlos Marx. Para eso existen métodos, el miedo, la ambición, el odio, la mentira, el engaño. Los tiranos son psicopatas, de la misma clase que los asesinos en serie, no sienten remordimiento ni tiene piedad por nadie, sienten placer en hacer mal a otros, pero son muy simpáticos, agradables, convincentes, saben provocar ternura hacía su imagen, identificación, empatía, fascinación y hasta amor desmedido. Como buenos depredadores (homini homo lupis) utilizan el engaño, la apariencia, el camuflaje, para seducir a las masas. Un tirano debe tener control antes que del ejército, de los medios que difunden su imagen, porque esa es su arma verdadera para someter a las masas, el engaño y la mentira difundida de forma masiva. Las masas pueden observar las contradicciones en estos criminales y pasarlas por alto fascinadas por su imagen, si esto sucede el tirano tiene la batalla ganada, ya lo demás es administrar la tiranía: masacrar la disidencia individual o colectiva sin misericordia alguna, por medios que el poder le permiten. Aquellos que disienten, que no están de acuerdo, que lucha contra la tiranía, son mal visto por las mayorías manipuladas por el tirano, a nadie le importan y hasta apoyan el mal que se le pueda hacer al que critica o no se someterse al tirano criminal en turno. La masa no quiere despertar del hechizo del psicópata.  

El método de la turania provoca en los individuos que forman la masa sin que estos sepan por qué, un malestar existencial que se traduce en depresión y completa alienación de su yo. Su refugió, su medicina, su distracción de ese vacío, es en la mayoría el alcohol, en otros las drogas ilegales o las prescritas por médicos, la violencia contra sí mismos o contra sus familias, la depravación y las relaciones sexuales pasajeras que no impliquen ningún tipo de compromiso o que abusen de otros; La desolación es tal en el individuo enajenado por la tiranía que es tan apático a lo que sucede y le sucede que lo ve como la normalidad, y matará en determinado momento a aquellos que intenten modificar esa realidad. Cuando un criminal no tiene el valor de dañar a otros: despojarlos, someterlos, aterrorizarlos o asesinarlos a sangre fría, es juzgado por sus pares como un cobarde, como alguien "sin huevos", de poca hombría. Ser hombre se vuelve entonces ser criminal, ser tirano, ser corrupto, ser asesino despiadado y ladrón cínico, mentiroso compulsivo y manipulador hipócrita. Dado que el hombre nace bueno, es bueno por naturaleza, convertirlo en lo que no es, lo enferma, lo deprime, lo destruye, por eso debe embriagarse, drogarse, darse al máximo de los placeres carnales sin importar la naturaleza de estos ni el daño que pudiese provocar: trata de personas, violaciones, pedofilia, feminicidio, homicidio, infanticidio. El hombre alienado por la tiranía siente la necesidad del poder y sus símbolos: dinero, lujos, privilegios, impunidad. Esto último, la mayoría solo lo sueña. 

Cuando el hombre común, aquel que aún preserva su naturaleza, es decir la bondad, se ve frustrado en un mundo moldeado por la criminalidad; se mira al espejo y se culpa así mismo, no tiene "los huevos" para usar de forma destructiva su libre albedrio, y se culpa. El único culpable de que no sea rico, posea lujos, seguridad, derechos, una familia normal, una relación de pareja sana, un buen trabajo, un productivo negocio, felicidad, es él. Nunca piensa que todo lo que lo rodea y lo condiciona, que obedece a intereses de criminales, ha creado la situación que lo somete a la miseria y a la infelicidad por ser eso, un sistema criminal no diseñado para la felicidad sino para el placer perverso de psicópatas. Él cree que así es la vida y el que está mal es él, cuando es exactamente lo contrario. Lo triste es que mataría por defender y reproducir el sistema. 

No es nada exactamente personal contra el presidente municipal de Sayula, pero el tipo creció en un sistema así, no soy psiquiatra para valorar si este hombre es o no un psicópata, pero, sin duda ha asimilado el sistema corrupto que lo educó y lo formó, aceptando responsabilidades para las que no estaba preparado, ni tenía la madurez para enfrentar. Obviamente nunca se cuestionó el sistema que reproducía en su cortísima carrera de político estudiantil, porque nunca tuvo ideales, tenía ambiciones y esas son personales, los ideales son principios de compromiso, de servicio y amor por la comunidad que requieren de la política comprometida con los que sufren por causa de un sistema injusto, tirano, criminal (Primero los pobres…),   ¿Por qué lo digo? Por su cinismo exhibicionista: miente, engaña, somete, reprime, usa el poder para agenciarse impunidad y riqueza a costas del pueblo, sin el menor remordimiento. Esto está a la vista de todos. Su inversión más grande de dinero público ha sido en promocionar su imagen, y la masa inconsciente fascinada por ello, defiende su tiranía totalmente enajenada. A pesar de ello, no lo culpo del todo, sé que se ve al espejo y aún él, todo éxito, poder, belleza tuneada, se siente culpable de lo que no ha logrado, por ejemplo la diputación que quería, y como buen miembro de su generación alienada por el dinero y lo superfluo, se dice así mismo frente a este: "yo tuve la culpa, no hice lo suficiente…debo echarle más ganas (Alcohol, drogas o sexo casual e irresponsable, en caso de que ´echarle ganas´ no resulte o no lo haga del todo, que es lo más probable)". Y sufre, al final es humano.

(Para explicarme, hablaré de dios, para darme mejor a entender, pero sin imponer ninguna visión de este. Para quien le resulte incomodo el concepto de deidad, que lo sustituya en los siguientes párrafos con la fuerza sobrenatural o natural que nos dio origen como hombres (o mujeres…), sea esta la que el lector mejor le convenza. No estoy siendo políticamente correcto, pero no quiero que esto pase como un discurso religioso y por lo mismo unilateral.)     

 Uno es educado por una familia (incluidos los amigos), una sociedad, una religión, un sistema, un gobierno. Para bien o para mal porque como organizaciones humanas, son imperfectas. En parte somos todo eso, al mirarnos en un espejo lo vemos: los valores, el grado de estudios, la espiritualidad, la clase social y nuestro nivel económico y tranquilidad. Todo lo que no sea lo anterior, es lo que Dios creó, en nosotros, él. Es injusto torturarnos frente al espejo por cosas humanas que pusieron en nosotros los hombres y que como tales se pueden cambiar, lo que se aprende se puede desaprender, dejar nuestros falsos valores, mejorar nuestra educación, nuestra relación con Dios, nuestra comunidad, no dejarnos manipular por los medios, comprometernos con la democracia, es decir, hacernos responsables de nuestra voto y sus consecuencias para cambiar un mal gobierno. Lo demás, distinto a lo anterior, somos nosotros como creación divina, libre albedrio y razón; Dios como ser perfecto produce perfección todo lo malo que hicieron los demás de nosotros nos corrompió ("El hombre es bueno por naturaleza..." - Sócrates.), no somos como individuos culpables de lo malo que nos pudieron haber hecho. Estamos aquí para hacer algo con lo que hicieron de nosotros los demás, con la ayuda del libre albedrio y razón que Dios nos dio y que somos, no para culparnos y sufrir por lo que no somos del todo culpables. Cambiemos sí, lo malo que hicieron de nosotros, sin perder la esencia de Dios en nosotros atormentándola con la culpa. Nosotros nos somos culpables de un sistema corrupto y violento, somos víctimas incluso siendo victimarios del mismo, y en el sentido que no entandamos esto nos volvemos cómplices aunque nos parezca que somos exitosos. Quien es exitoso sin medida en un sistema criminal es un criminal. Votar por corruptos y cínicos degenerados nos iguala con ellos y lo peor, trasmitimos estos valores a los niños degenerando más como sociedad. No, ser criminal o cómplice de, no es el camino, ni la riqueza a cualquier precio produce felicidad permanente, ni una comunidad es sustentable a este precio. A la larga el camino de la corrupción social, política, moral y económica produce dolor y muerte del hombre y la naturaleza.


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