lunes, 27 de octubre de 2025

 EDITORIAL: Dos vertientes

Había un dicho muy mexicano que rezaba: "Ya se cayó el arbolito donde dormía el pavo real, ahora a dormir en el suelo como cualquier animal"

Los salarios que percibían los magistrados del Poder Judicial eran sueldos y prestaciones que ni los jeques árabes tenían.

La erogación para los magistrados y jueces era:

        Un ministro al mes percibía 297 mil 403 pesos, súmele el aguinaldo que se autorizaban ellos mismos, se regalaban de aguinaldo 586 mil 900 pesos, prima vacacional 95 mil pesitos, para gastos por comidas fuera de casa recibían 723 mil pesos al año, un pago por el riesgo de ser magistrado de 640 mil pesitos; sin contar ayuda para tintorería, para nana, chofer, vehículo suburban nuevo cada dos años (pasaba a ser propiedad de los magistrados a los dos años).

       Los honorables diputados federales no cantaban mal las rancheras, percibían cerca a 130 mil pesos mensuales, aguinaldo por 250 mil, automóvil, equipo de cómputo, desayunos, comidas, podían hacer gestiones como conseguir usos de suelo, mandar hacer obras y les pedían moche a presidentes municipales. En resumen, se hacían ricos de la noche a la mañana.

     ¡Qué decir de los senadores! Emolumento arriba en promedio del medio millón mensual entre todas las prestaciones, caja de ahorro con 200% de ganancia en interés. Ahorraban un millón y les regresaban tres.

 


Ahora se entiende el completo odio hacia todo lo que huela a AMLO o Sheinbaum, aborrecen a toda la 4T y cualquier cosa que asemeje. 

       Ahora, todos los compadres y arrimados eran beneficiados, áreas verdes a precios de ganga (revisen en sus municipios porque se dio como epidemia), negocios con inversiones de obras a precios hasta cuatro veces más caras y con ínfima calidad, calles pavimentadas hasta 4 veces sin recibir ni siquiera un metro cuadrado de chapopote, licencias para todo (a buen precio) de construcción (prueba es el cártel inmobiliario) fuera de toda seguridad, edificios que se caían como naipes de baraja (ejemplo la plaza Artz Pedregal en CDMX); todos los beneficios para los potentados, amigos y trácalas; otros permisos para casinos y zonas rojas.

        Es muy entendible la razón del encono, del odio, de la rabia reprimida por todo lo que dejaron de obtener. 

Imagínese: actualmente se reparte sólo para personas mayores de 65 años un promedio de 975 mil millones (casi un billón) de pesos y los beneficiarios somos como 11 millones de viejitos.

          Una persona me preguntó: oiga ¿y de dónde sacan todo ese dinero? Le contesté de sus impuestos que paga, por ese motivo le están cobrando a los deudores como Salina Pliego, me volvió a inquirir ¿y antes no había ese dinero? Mi respuesta: siempre lo hubo.

Todos se hacían uno, los políticos con los gobernantes y éstos con los empresarios y todos con la delincuencia organizada. Ahora sí se mira ¿por qué la gente no progresaba?

        Con este gobierno 13.5 millones de mexicanos salieron de la pobreza, esto es 13.5 millones de seres humanos podrán llevarse alimentos mejores a la boca. Los niños tendrán oportunidad de ir a la escuela, podrán aprender oficios y recibirán un apoyo, las madres toda entrega reciben un subsidio que alivia la estrechez económica.

Por eso lloran y berrean los opositores al gobierno.

        La intención es que no se olvide todo lo que nos hicieron por 70 u 80 años, lo que se enriquecieron exageradamente, lo que se robaron (no sólo dinero) la vida del pueblo, la tranquilidad, la salud, educación, armonía y paz. Todo eso se llevaron y dinero también.


Moises Zepeda Gomez./ Para Horizontes


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