sábado, 29 de agosto de 2009

EDITORIAL....

El valor del agua y cómo la desperdiciamos


 grandes pasos, el mundo actual se encamina a un punto sin retorno con respecto al valor del agua en que las disputas principales entre los gobiernos de los países del mundo, ya no serán por la posesión del petróleo o por las riquezas de las tierras o por razones religiosas o por ancestrales derechos territoriales entre diferentes razas, no, se anticipa que la mayoría de las guerras en un futuro ya muy cercano, sino es que ya está ocurriendo, serán por la posesión del agua.
  Si, amigo lector, ese elemento tan vital que generalmente hasta despreciamos, puesto que la tiramos a la calle como basura, o en el mejor de los casos, muy poco valor le otorgamos puesto que ni siquiera pagamos por ella, está a punto de convertirse en la disputa principal de las naciones del mundo, porque en esa lucha se libra la verdadera batalla por la vida.
  Estará de acuerdo, estimado lector de Horizontes que el agua es el elemento que todos los días utilizamos para el baño, para lavar la ropa, los trastes, para lavar el automóvil, para regar la calle, para beberla en el mejor de los casos, pero que al mismo tiempo indiferentemente la desperdiciamos miserablemente sin tomar en cuenta el verdadero valor de tan vital líquido.
  Ese es el punto toral del agua, el que aún no logremos valorar en su real dimensión la importancia que tiene para la vida misma en todos sus órdenes. Eso significa que se vuelve profético el dicho aquel que señala que : "No se sabe lo que se tiene hasta que se le ve perdido", es decir, quizá valoremos el agua cuando no la tengamos y nos estemos matando los humanos unos a otros para tenerla y para sobrevivir.
En easa condiciones se encuentran la mayorìa de los habitantes del valle de Mèxico, incluìdo el Distrito Federal, que se encuentran en estos dìas en cuarentena de agua por los bajìsimos niveles que tiene el sistema Cutzamala. Millones de personas de easas latitudes, ahora saben lo que significa no tener agua ni para las más elementales necesidades. Y lo peor, que el problema se irà agravando con el tiempo. Es por ello que no comprendemos cómo es que tanta gente desperdicia en forma tan lamentable el agua a sabiendas cómo en otras latitudes carecen de ella. Miles de habitantes de colonias a lo largo y ancho de la República Mexicana, se aglutinan junto a las pipas para acarrear en cubetas el preciado líquido que los colonos guardan en forma desesperada en tambos o en lo que se puede lo que evidencia a qué grado es importante el agua cuando no se le tiene a la mano.
  Ya no digamos en otras latitudes como en los pueblos africanos, donde es común observar a comunidades enteras cuidando los aguajes como auténticas minas de oro sabiendo que en ello les va su propia supervivencia. Es por ello que cuando en ciudades como Sayula, en que por circunstancias tan especiales tenemos el privilegio de contar con agua en abundancia en el subsuelo, no entendamos lo que significa el carecer de tan importante elemento y por ello la desperdiciamos.
  Ahora que, hay que recordarlo, no siempre tuvimos la bonanza del líquido como lo tenemos ahora al pie de nuestras casas, las personas mayores del municipio nos podrán ilustrar cómo era la situación del agua a principios del siglo pasado y todavía hasta los años cuarenta, cuando los entonces habitantes de Sayula tenía qué acarrear el agua de las poquísimas llaves que entonces había en la ciudad, una de ellas en el jardín principal, según comentan los abuelos.
  Fue hasta el gobierno del general Manuel Avila Camacho, quien como se sabe quiso mucho a Sayula por haber vivido aquí y casado con una sayulense, Doña Soledad Orozco de Avila Camacho, que el agua llegó a Sayula con la abundancia que hoy conocemos y disfrutamos.
  Volviendo al tema del desperdicio, qué lástima que continuamente estemos hablando de este hecho que realizan irresponsables vecinos de la localidad. El que rieguen la calle en empedrados, cabría un poco el argumento de paliar un poco el intenso polvo que se levanta, pero lavar el pavimento y las banquetas utilizando enormes cantidades del líquido, es un crimen que no se puede permitir de ninguna manera sin pagar el costo por ello.
  Ni siquiera cabe el argumento del vecino irresponsable de que "por eso paga", porque hay qué entender que el agua tiene un valor inapreciable más allá del monetario, es de tipo moral el costo de la misma. Cuando el agua se acabe, no habrá dinero suficiente para pagar su costo.
  Más aún, lo que estos irresponsables provocarán es que a corto plazo las autoridades tengan qué instalar medidores de agua, para que los vecinos derrochadores entonces comprendan lo que de verdad cuesta el líquido haber si entonces lo tiran a la calle.
  Cuidar el agua, será, es ya en el presente, una cuestión de humanidad. Porque hay qué entender las diferentes maneras en que la desperdiciamos, no sólo se desperdicia regando la calle y las banquetas, también lavando los trastes (dejando el chorro corriendo por varios minutos mientras la mujer se embeleza viendo la tele), cuando nos bañamos ( en tanto cantamos una canción mientras el chorro sigue cayendo), mientras nos afeitamos (y el agua igual corriendo por varios minutos), con el inodoro (que le bajamos a la palanca con cualquier papel que tiramos) y cientos de ejemplo más que evidencian la poca conciencia que tenemos por cuidar el agua.
 Concluimos, cuando el agua llegue a faltar, nos mataremos todos por ella y no habrá dinero suficiente para tenerla.

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