miércoles, 7 de julio de 2010

Sábado, fin de semana en Sayula.
Por: Rodrigo Sánchez sosa.
El día comienza diferente, el séptimo día de la semana respeta el Sabbat judío a medias, los albañiles trabajan hasta las 12am y la mayoría de la gente en Sayula sale temprano de sus trabajos. A diferencia de los burócratas y estudiantes, privilegiados de lo políticamente correcto en estos tiempos de abuso y corrupción, que trabajan semana inglesa, porque también el estudiar es un trabajo aunque ahora los muy vivillos lo hayan vuelto pasatiempo, la gente normal, los que en Sayula ganan de 700 a mil pesos la semana, hacen medio día para aumentar la plusvalía al patrón. Aún así, el sábado amanece como un pequeño canario que modorro le hace fiesta al día. El tianguis desde temprano ya parece hormiguero pisado, los manteados ya están tendidos y los puesto de frutas, verduras, Cd´s, cremas para los callos y varitas de incienso, entre las calles de Independencia y José Antonio torres, sobre Escobedo, ya reciben sus primeros clientes. Los marchantes gritan ofreciendo la fruta de temporada, y la voz de "Catuta" Viveros se oye fuerte y clara con su tradicional tiple de "pásele, pásele oiga…". El semáforo frente a la presidencia municipal, se ha convertido en un cíclope mudo e inoperante, mientras los camiones foráneos en el portal vomitan gente con canasta y bolsas que llegan de los alrededores ha comprar su provisiones. Al tianguis se va a comprar, a mirar y a ser visto, las muchachas en edad de merecer, visten sus galas de sábado, entre coquetas y sexis, para hacer pasarela al jurado de cientos de mozalbetes, caifancitos de pueblo, que son jueces duros, en apariencia, para los pantalones entallados o las faldas cortas. "así conocí a mi viejo" dice la doña a la comadre que nuca falta para atestiguar los suspiros que arranca la melancolía ajena. "Pero antes no eran tan pelados" se cura en salud del "qué dirán", la comadre la secunda sabiendo que no es inmune al virus del chisme. El sol acaricia viscoso el cuadro, con un largo lengüetazo unta de calorcito rico el aire y las mantas de colores. Al puesto de Miguel Sosa, el más grande, llegan los que piden verduras para los presos, los gritones volcan cucharones sin fijarse a sus bolsas. 
Entre insufrible música de banda y Pop, la gente camina apretujada. Y para la una o dos de la tarde, decrece el caudal humano, los taxis, "sitios" les dice a gente, no se dan abasto con las apuradas señoras que suben sus bolsas a las cajuelas de los carros de alquiler mientras le comentan a la hija "ya no tarda en llegar tu padre" "mm…si llega" piensa la hija. Desde una hora antes los bataneros ya están limpios, barridos y regados, Daniel Camacho prepara las tostadas de chile huevon y los tacos de barbacoa, en la "Asunción". El "relojero" abrió uno nuevo, allá por la aguacatera ¿vamos? A ver qué tal está la botana…" 
Los trabajadores, llegan a echarse una para el calor, antes de ir a comer. Porque a las cuatro hay que ir a ver a las polillas, extraño fenómeno del futbol local que destituyó a las ligas de jóvenes en la preferencia del respetable en el municipio, tanto que los jugadores locales se les queman las habas por cumplir los treinta para jugar en polillas. La porra se copera, para el cartón de cerveza y la botana, el sábado se vuelve una tarde verde y fresca alrededor de una cancha de futbol. La tarde-noche amenaza con su sombra cachonda, es sábado, sábado social. La vida nocturna comienza entonces, raquítica por el absurdo toque de queda que cierra los antros a las once. 
Pero un rato de vida es vida, y la gente llega al antro, entre el acicalamiento y la perfumada a las nueve pm. El de moda es el ánimas, la disco recibe a los más jóvenes, don Salva a las "polillas" y el bambú a la "reserva". Para entonces los botaneros ya cumplieron su jornada, y cual buitres, reglamentos asecha esto negocios esperando la mínima provocación a su celo de la ley, perdón, reglamento municipal. Al que no le terminó la fiesta, buscará acción en los bares del centro, y dependiendo su bolsillo, más que su clase, escogerá cualquiera de los anteriores o "el Casino". Los más aventados, desafiando la moral y buenas costumbres se irán rumbo al Zalatón. "Mi Lindo Michoacán", luce a lo lejos, como un faro en el mar de oscuridad que es el camino a viejo a Amacueca. 
Algunos valientes, salen del "Nido del águila" y como si fuera manda, caminan hasta el faro del deseo, que está ahí no más tras lomita. El Cabaret ( por decirlo elegantemente) cierra a las once, bajo el yugo de la gente persignada que prefiere hacer desfiguros en "la morena", y aquí meterse en la vida de los demás que no les importa: "señores, gracias, llegó reglamentos"…ni modo el sábado se vuelve ruleta rusa de la santísima, cada quién gana para donde puede y como puede: en carro y bici a "Las Luces de Nueva York", la calle o la rampa de la carretera a San Gabriel, la tienda del 24, "el Toto" o la gas surten sus pedidos; si el dinero sobra y las ganas apremian, hasta ciudad Guzmán: "el Bacará" o "la morena", ya para entonces el sábado, cual travestí ebrio, se vistió de domingo, son las cinco. Cruda, domingo familiar y San Lunes. Esto es lo que su eminencia, el presidente municipal pretende evitarnos, un sábado fin de semana en Sayula, pueblo mágico. Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario