martes, 3 de abril de 2012


LA EJECUCIÓN DEL DESASTRE CLIMÁTICO  
Maya Piedra
México es considerado entre los 10 países con mayor biodiversidad en el mundo, sin embargo al observar el territorio nacional a través de imágenes satelitales que pueden ser consultadas por el publico en el Google Heart o en la mapoteca de CONABIO nos podemos percatar que un alto porcentaje del territorio se encuentra gravemente erosionado, a simple vista parece más un territorio desértico que biodiverso.
Ante este escenario la población inmersa en nuestra cotidianidad no dejamos de preguntarnos de manera esporádica sobre las adversidades climáticas que hemos experimentado en los últimos años. Los mayores, quienes nos pueden hablar sobre estos cambios desde la propia experiencia, nos cuentan sobre lo insólito que les resultan tales circunstancias. Actualmente tenemos temperaturas excesivas, sequías continuas, lluvias torrenciales y fríos mortales, dependiendo de la estación del año y la región del país.
Lo anterior no sucedió de manera espontanea, se encuentra implícito en la lógica extractiva de recursos naturales que impera en nuestra tierra desde hace cientos de años, cualquiera podemos atender el entorno y hacer un listado con los múltiples recursos que se han venido explotando y en muchos casos extinguiendo.
Históricamente hemos proveído a las grandes empresas de materias primas para la producción de mercancías, que posteriormente regresan al mercado nacional procesadas y a precios altos. Cada comunidad dependiendo del ecosistema resguarda recursos específicos que son explotados: minerales, agua dulce, madera, tierras ricas en nutrientes, semillas e incluso mano de obra barata.
Al final el dinero que se percibe de manera inmediata por la renta de tierras, la venta de arboles, permisos para la explotación de mantos de agua dulce y recursos minerales nunca cubre los costos derivados de la propia explotación. Las tierras fértiles rentadas a las empresas agro-industriales dejan de producir después de una década de uso intensivo porque se compacta y pierden todos los nutrientes; cuando son devueltas a los campesinos están completamente erosionadas es necesario impulsar un proyecto de regeneración de suelo que permita (si es que aun existe la posibilidad) recuperar la fertilidad pero mientras esto ocurre, el campesino no puede sembrar sus alimentos y por lo tanto tiene que continuar vendiendo su mano de obra para comprar comida y alimentar a su familia.
La explotación maderera rompe con el ciclo hidrológico, la tala de arboles desnuda el suelo y esto impide que la humedad se conserve y por lo tanto que los mantos freáticos se recarguen. El vertido de químicos al medio ambiente utilizados en la explotación minera y la agroindustria contamina la tierra, el agua y la biodiversidad, rompiendo con el equilibrio natural de los ecosistemas, generando plagas, malformaciones genéticas y escases de alimentos es decir pobreza.
       Así tenemos un país catalogado como megadiverso que estamos desmantelando a pasos agigantados debido a una lógica productiva industrializada globalizada que deviene de un modelo de desarrollo económico impulsado desde el aparato de estado y ejecutado por la población en su conjunto.



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