martes, 3 de abril de 2012


Una tierra de nostalgias: Santa Cruz
Lizeth Sevilla

A la memoria de mi abuelo, mi cuentacuentos por antonomasia…

Todo en esta vida tiene sentido; la iglesia en el centro construida por los pobladores, las cañas que orquestan los cuatro puntos cardinales de este pequeño terruño escondido. Uno agarra la carretera a Tamazula y a lo lejos se dejan ver las casitas que adornan desde una lejanía considerable este pequeño pueblo; el letrero dice Santa Cruz, pero en documentos oficiales es llamado Vista Hermosa, la hipótesis se remite al año 1857 -1861 aproximadamente, cuando se expidieron las leyes de reforma por Benito Juárez, en las que se prohibía a los pueblos y ciudades tener nombres de santos; por una razón evidente, a Santa Cruz le llamaron Vista Hermosa, pero los pobladores siguen perteneciendo a lo que implica Santa Cruz. Algunos pobladores refieren que este nombre viene por el apellido de un conde que vivió en la vieja hacienda que uno observa cuando llega… un buen día, este hombre, apostó todas sus pertenencias -incluso la hacienda con lo que contuviera dentro- a otro hacendado de un pueblo cercano llamado el Cortijo…infaliblemente, el conde de Santa Cruz perdió todo… incluso a su hija que estaba dentro de dicha hacienda; lo que siguió fue una tragedia, ¿su cómplice? Una soga vieja que ayudó a liberarse de la culpa y la desdicha que probablemente padecía y pereció entre las cuatro paredes de su habitación.
Dicen los expertos que este pueblo no fue fruto de la colonización de los españoles, la gente fue llegando por el Ingenio que estaba dentro de la Hacienda, en busca de trabajo y poco a poco estas tierras fueron poblándose, construyeron su iglesia, sus calles y su historia. Aquí no hay un cronista, muchos se adjudican el puesto, pero ciertamente toda la gente sabe cómo contar la evolución de estas tierras, los trozos de historia que van armando el rompecabezas a partir de la experiencia y de lo que contaron los abuelos, que se han ido.
El señor José Antonio Barajas trabaja en lo que anteriormente eran las instalaciones del viejo Ingenio Azucarero, ahora, evidentemente son ruinas en las que almacenan el abono que usarán los pobladores de este pueblo para sus sembradíos de caña, acción económica que predomina en esta zona -aparte de la ganadería y el comercio-.
En esta población hay un lugar que guarda un puño de imágenes vivas que lo ponen a uno de manifiesto frente a la naturaleza; en el trayecto, pájaros cantando, plantas raras, la vista cercana al cerro, árboles de todo tipo, una que otra ardilla y mapache cruzando en tanto uno camina y por fin, a lo lejos, una cascada resbalando de entre las rocas y los arboles del cerro. Aproximadamente 4 kilómetros caminando y encontramos la Planta Hidroeléctrica. En este lugar trabajan once personas, la planta se construyó en el año de 1922, con la finalidad de aprovechar la abundancia del agua y la tecnología de aquel entonces para alumbrar no sólo Santa Cruz, sino brindar luz eléctrica a pueblos como Tecalitlán Tuxpan, Zapotiltic y Tamazula. Posteriormente llegó la Comisión Federal de Electricidad y las funciones de esta planta se modificaron, trabajando única y específicamente para el Ingenio que ya se encontraba en Tamazula. No obstante, este lugar es motivo de visita por la cascada y el paisaje que invade a uno en cuanto llega; desgraciadamente las personas han perdido el sentido de protección a la naturaleza, maltratando plantas, arboles y lo que es peor, gente de otros pueblos que aprovechándose de estas bondades naturales van y roban aves para su venta clandestina en ciudades como Zapotlán.
Don Miguel, que tiene 40 años trabajando en esta planta, me contó que por estos terrenos los cristeros construyeron sus cuevas que aún permanecen en el cadáver de los cerros, túneles que cruzan el pueblo y el mismísimo Vicente Colombo salió en sus relatos, compartiendo que este ladrón del volcán visitaba tierras cañeras en busca de mujeres y tesoros. Infaliblemente uno puede tener la mejor infancia entre estas tierras, convivir con gente amable, sencilla, llena de historias y vivencias; quedarse inmutado en el silencio de la noche en su Jardín principal, tomarse una taza de café, comprar una nieve o simplemente quedarse quieto, observando el pasado y el presente conviviendo entre los portales recién construidos. Lamentablemente se han ido los grandes, los señores que disfrutaban contando historias sin fines de lucro, las señoras que caminaban de madrugada al molino, con sus cubetas llenas de nixtamal…ahora es responsabilidad de los jóvenes reafirmar la historia y no dejar que se pierda en la gracia del viento y los pretextos de la modernidad.

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