lunes, 6 de abril de 2015

Tener un familiar con síndrome de
Münchhausen

Por Federico Gonzàlez Alfaro

A mediados del siglo pasado, los especialistas en salud mental identificaron a un padecimiento psíquico que tienen personas con una necesidad enfermiza de atención, de protagonismo.
El nombre lo tomaron de un divertido Barón alemán  que narraba divertidas e increíbles historias sobre sus aventuras. Entre las más famosas incluía cabalgar sobre una bala de cañón, viajar a la Luna a través de los frijoles de los turcos, montar a un caballito de mar gigante y enojado, saltar con su caballo a través de un carruaje, salir de una  ciénaga  sin saber nadar jalándose su propia coleta del cabello, otra, en una intensa nevada amarro a su caballo de un pico y al amanecer cambio el clima, dándose cuenta que su caballo estaba en la punta de la iglesia. Un personaje divertido por sus disparates.
      El síndrome de Münchhausen, es un trastorno que ha sorprendido a los especialistas en salud mental, al grado que hasta los propios psicólogos tienen trabajo en identificar al  principio si el “comportamiento” de su paciente tiene este padecimiento mental o no.   En lo que todos están de acuerdo, es que las personas que lo padecen, no la sufren, ya que la locura es una enfermedad maravillosa, no la sufre el que la tiene, sino los que conviven con ella, surge de una profunda necesidad emocional de esta persona a ser el centro permanente de atracción, no solo de atención. Para lograrlo, utilizan su ingeniosa fantasía.
      Estas personas, se inventan aventuras, hazañas,  problemas, incluso enfermedades que en realidad no existen, que jamás han existido o que elevan a la infinita potencia cualquier problema con el fin de victimizarse para generar permanentemente compasión, risa o admiración en las personas que le rodean.
      Sus actuaciones, son tan convincentes, que las personas que no les conocen, tienden a caer en su trampa en primera instancia. Una vez conocida su patología, si estas personas ya no le toman en cuenta sus fantasías, obsesivas-compulsivas, se convierten también en el blanco de sus repetidos y constantes  ataques enfermizos.
En casos avanzados, estas personas, se llegan a inventar enfermedades, pueden pretender tener síntomas que no existen en realidad o deliberadamente pueden causarse daño o lesiones a sí mismas para afirmar su fantasía.
       Por increíble que parezca, estas personas, en general tienen hijos pero son divorciadas,  se puede presentar también en  personas solteras, pero solas, sin pareja estable. Sus hijos o familiares muy cercanos son sus víctimas preferidas. Cuando estos ya no están, van contra el que este cerca.  Estas personas, es muy común que provoquen, problemas o lesiones reales a sus PROPIOS HIJOS O FAMILIARES para poder apoyar sus afirmaciones. Los expertos asocian este padecimiento con personas que sufrieron abuso o abandono durante su infancia por lo que es muy difícil saber cómo prevenir su desarrollo.
     Si una persona sufre este padecimiento, en el momento que se le quiere ayudar se tornan muy violentas y agresivas, negando siempre su condición.
    Jamás es recomendable seguirles su perverso y dañino juego. Incluso, los sacerdotes o religiosos tienen problemas con estas personas. Un Cura, gran amigo de su servidor aún cuando no profesamos el mismo culto, entre risas me comenta que estas personas son como Chabelita de la TV. Confiesan los pecados hasta del perro del vecino. Desde el seminario, les enseñan  cómo manejarlas, pero aún así tienen que tomar sus reservas. Los tratan de involucrar en sus “problemas y /o enfermedades” y usarlos como un instrumento de presión y autoridad para validar sus delirios. Por protocolo,  lo mejor es marcarles firmemente distancia antes de salir también perjudicados. Menudo trabajo tienen los religiosos.
     Si tienen un familiar en esta condición, lo más recomendable es alejarse de ellas por su propia salud mental y la de su familia.  Son personas infelices que desean con todo su corazón que todos a su alrededor sean igual de infelices, aunque parezcan o simulen lo contrario. Para las personas que las ven desde la barrera, pueden resultar tan divertidas sus fabulas como las del famosísimo Barón, pero para los que tienen que lidiar con uno de estos personajes es toda una pesadilla. Hasta para los profesionales de la salud y para los religiosos les es muy difícil tratarlos, imaginen lo difícil que resulta tener que lidiar con una persona de estas en el seno familiar.
     Cuando estas personas se dan cuenta que han perdido a su familia, si es que algún día se dieron cuenta que tuvieron una. Que están solas y ahora si, en verdad enfermas. Es demasiado tarde, ya han hecho bastante daño. Por lo general se quedan solas, muy solas, ese fue su grandísimo deseo  y muy bien cumplido.

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