lunes, 6 de junio de 2016

El puente al Santuario de Guadalupe en Sayula Jalisco, una joya colonial menospreciada
                           
                    Por Federico González Alfaro


Este puente que cruza el arroyo Agua Zarca. Une la parte oriente con la parte poniente de Sayula y fue construido en el último cuarto del siglo XVI. (fotografía de Fernando Colin)
El famoso puente del santuario, ha gozado por siglos, de un amplio reconocimiento social. Fabrica de numerosos y apreciables recuerdos. Punto de referencia y de partida de los peregrinos al santuario de Guadalupe de rodillas cada 12 de Diciembre.
Sus arcos escarzanos, especialmente diseñados para soportar cargas desde el Medievo europeo, han visto pasar inundaciones, peregrinaciones, cortejos fúnebres, enamorados al altar, "políticos" jurando amor eterno, pendencieros, forajidos y todo tipo de personajes vario-pintos.
A pesar de su importancia histórica y su enorme utilidad pública hasta nuestros días y de los días por venir, siempre ha tenido poco interés de propios y extraños. El salvaje e inculto  presidente municipal que le colocó una  plancha de concreto hidráulico, y el otro igual o peor que el primero, que sin ningún conocimiento técnico, mucho menos histórico, le agrego elementos ornamentales  distintos a  los originales, merecen ambos, varios años de prisión y la reparación inmediata del daño a tan importante obra virreinal. ¿Y el INAH? ¿Tendremos algún día, un presidente municipal, lo suficientemente culto para rescatar esta verdadera joya arquitectónica virreinal?
Este tipo de puente, fue construido de acuerdo a las ordenanzas reales, siguiendo la normativa militar. Construido de manera solida y estable, sin concesiones a la ligereza y con una clara intención que resistiera ataques de todo tipo, clave de su eternidad. En España, se les decía a los puentes: "los caminos sobre las aguas que se han de juntar con los de la tierra".
Sus ladrillos, si pertenecen al periodo virreinal, bien cocidos. Con sus arcos escarzanos, semicirculares, con una directriz rebajada especialmente diseñada para soportar cargas, con sus dovelas bien cortadas para formar su arco para superar el vacío y asegurar su estabilidad. Sus pilas tienen un diseño de barco para evitar la erosión fluvial, sin ellas, el agua penetraría a los cimientos y arrastraría al puente. Otro inculto y salvaje presidente municipal, parcialmente derribo estas estructuras en otro puente antiguo de Sayula, seguramente, por no resultarles estéticamente agradables. A este puente y a este salvaje, los vamos a tratar en un artículo a parte que bien valen la pena.
El ladrillo, la piedra y la argamasa (mezcla de cal, arena y agua) fueron aprovechados de la forma más ventajosa en este puente. La piedra más dura y resistente en las boquillas y en el arco escarzano, el ladrillo más débil en el interior de la bóveda y en sus paredes, finalmente, el argamasa que se vertió para amarrar los otros dos elementos, esta tan bien mezclada, que sus elementos aún siguen estables.
Como se observa en la fotografía de Fernando Colin, claramente se aprecia que las dimensiones de los arcos son distintas. La luz del arco central es más amplia, esto se hacía para que el desagüe en las crecidas, el río no se remansara aguas arriba y provocara un salto de agua entre la parte alta aguas arriba y el nivel a salida del puente, que podía generar el aumento en la velocidad del agua abajo del puente produciendo la socavación de los cimientos y el colapso del mismo.  

En la fotografía del archivo gráfico de Horizontes, tomada desde arriba el mismo puente, se puede observar la gran cantidad de agua que bajó por el arroyo agua zarca en 1959 y el puente, perfectamente resistió su paso. Sus arcos, cumplieron y siguen cumpliendo a la perfección con su diseño original. El agua no se remansa. Repito, espero que algún día, el puente recupere su empedrado original y le sean retirados todos los agregados que denigran su historia y su oculta belleza. Sea por Dios. Con estos bueyes nos toco arar.

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