sábado, 3 de septiembre de 2016

LA POLITICA DESDE GAYOLA

Por Rodrigo Sánchez Sosa

"En 40 años de trabajo, pienso que apenas le di un rasguñito a la historia con la ´Provincia de Ávalos´ quisiera tener más tiempo para seguir trabajando, pero ya me voy… " Federico Munguía Cárdenas.
Nada se puede construir desde la soberbia. La soberbia éticamente hablando es la graduación negativa de la humildad. Para los griegos que fueron los primeros que hicieron ética, el valor, como la humildad, no es absoluto, ni tiene su contra parte en la soberbia, No. La soberbia es la parte negativa de la humildad. Es decir, falta de humildad, no existe per se la soberbia. Así como el valor de la humildad puede fracasar por carencia, lo puede hacer por exceso. Demasiada humildad, para los griegos era mala, rayaba en la estupidez; así como su carencia se convertía en soberbia.
Un periodista, un investigador, un científico, un maestro, un artista por no hablar ya de aquellos como los religiosos que están obligados a practicar la humildad; pierden credibilidad, no importa lo que digan, si no son humildes. Como dije humildad ni es soberbia ni es auto-humillación, es un punto de equilibrio de este valor relacionado con la igualdad, la empatía y el amor al semejante; que lógicamente, de acuerdo a nuestro paradigma contemporáneo no resulta difícil asociarlo con la democracia y la libertad (burguesas).
Es lugar común hablar de los hombres grandes de la historia que han sido humildes. El hecho es que un mensaje, cualquiera que este sea, a la humanidad, no se puede dar sin la humildad. Reconocernos en los demás, respetar a los demás, sentirnos a la misma altura que los demás, sin importar raza, condición social, edad o sexo, es imperativo para dirigirse al ser humano en general.
Pero efectivamente, existen casos de grandes hombres que no se caracterizaron por ser humildes, se podría argumentar, y que no necesariamente fueron Hitler, Stalin, Calígula o Nerón. Por ejemplo, Si uno lee a Nietzsche, podría encontrarse con un hombre soberbio, sobre todo en su libro Ecce homo. O quizás, si lee la biografía de Richard Wagner, le resulte pedante un tipo que creía que la humanidad toda le debía pleitesía. Si embargo, tanto Wagner como Nietzsche hablaban de una nueva ética, de una forma nueva de ver el mundo, donde  el valor en su totalidad era trasformado. Es decir actuaban, al margen de este valor, la humildad, y proponían su propia escala, donde la moral tenia que ver con el sentimiento de poder que negaba la humildad. Para ser como Nietzsche un filosofo con un sistema filosófico que propone nuevos valores éticos o como Wagner un artista, un músico que cambia el sentido estético de su época, hace falta más que sólo ser soberbio hay que ser creativo y con una capacidad de reflexión fuera de serie, para ganarse así esgrimir una actitud prepotente. O sea no cualquiera.
Pero aquellos que son soberbios con apenas tres dedos de frente, no merecen más que nuestra compasión en el mejor de los casos ¿Cómo se puede ser sabio en la propia opinión? ¿En qué mente retorcida entra el argumento de superioridad racial? ¿Quién dice que el ignorante es moralmente reprobable sólo por serlo? ¿Quién tiene la capacidad de discernimiento para separar la realidad de la fantasía infaliblemente sin estar loco?...
No hay peor ignorancia que creer que se sabe, ya lo dijo Sócrates hace 2,600 años y cualquier niño de primaria hoy se sabe su famoso aforismo: "Sólo sé que no se nada". La propia ciencia no pretende en su paradigma ser un conocimiento completo, sino estadísticamente cercano a la realidad, y, lo más importante, dice Popper, Falible ¿Se puede decir alguien contemporáneo, cuando cree que la superioridad se hereda genéticamente? ni los descubridores de la molécula del ADN Watson y Creel podrían decir semejante barbaridad, aunque al menos uno de ellos la  pensó, pero nunca pudo probar su tesis racista, aunque sus discípulos siguen sin éxito intentándolo;  ahora se han dado cuenta que la raza superior se puede crear en teoría por manipulación genética, pero nunca existió naturalmente. Acusar, señalar, etiquetar a alguien como ignorante, sólo lo hace a uno ignorante; yo quiero ver a esos prepotentes pseudointelectuales sobrevivir en el contexto de la salva chapaneca como lo hacen un indio lacandón, sin más herramienta que su conocimiento. Igual quisiera verlos en el barrio de Santa Tere en Guadalajara a las doce de la noche solos, entre los muros de callejones grafiteados, tratando de huir de las patrullas y las pandillas como lo hacen a diario los grafiteros a los que tachan de ignorantes. Por último, en su mundito kitch, como dice M Kundera, los que creen que pueden mostrarnos la realidad en nuestro mundo de pesadillas como si fuera el suelo firme del continente después de un naufragio, deberían resolver el problema sobre el sueño que planteó Rene Descartes en sus Meditaciones Metafísicas del  siglo XVIII: ¿Cómo distingue el que sueña el sueño de la realidad, para saber que esta soñando? ¿Cómo sabes que ahora mismo esto que lees, las ideas y las palabras, son realidad y no un sueño, cómo sabes que no estas soñando?...
Cuando la soberbia nos gana, es preciso pensar en el cielo, como diría Carl Sagan, mirar y pensar en el cosmos para darnos cuenta lo diminuto que somos y lo insignificante que es nuestro tiempo de existencia en la tierra  relacionado con el Universo. La humildad es verdadero conocimiento, no de la técnica, no de la teoría, no del significado de la vida, sino de uno mismo. El soberbio es el que no se conoce así mismo, ni lo intenta, ni desea siquiera; y aún así cree que conoce todo lo demás y en el colmo de su locura cree poder guiar a otros. ¿No lo dijo Jesús ya: Ciegos que guían a otros ciegos?
¿Es necesario ser gurú, iluminado o místico cristiano para escribir, opinar públicamente o enseñar en un aula? Por su puesto que no, pero la humildad, es como la ortografía y la cultura, en esto, no es necesarios ser Octavio Paz para escribir un artículo en un medio, opinar ante un público o formar nuevas generaciones; pero, conocer y practicar las técnicas ortográficas, leer un poco y reflexionar lo que se dice, te ahorra la pena ajena y muchas veces, enemigos.

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