martes, 21 de agosto de 2018

De política y arquitectura. 
Por Rodrigo Sànchez Sosa

Lo que la gente no entiende al hablar de arquitectura es que esta no es simple adorno en este caso de un centro histórico, ni un edificio con fines meramente funcionales, utilitarios. La arquitectura al manejar la simbología de su época, en que fue construido algún edificio, es un reflejo del contexto histórico, allí se refleja toda una sociedad y da cuenta por ello de un devenir a quien lo ve e interpreta años o siglos después. Como toda obra de arte trasmite sentimientos y sensaciones, si uno tiene la sensibilidad para apreciarlo, y aún la misma magia de saber que un edificio fue construido, por citar un ejemplo, durante la colonia, nos emociona, aunque no sepamos muchos de arquitectura y estética formal. En la arquitectura del lugar que habitamos y nacimos está plasmada una identidad colectiva, por eso se siente tan intima. No es mero adorno. Si nos atenemos a un gusto generalizado, Sayula reprueba. Fuera de los edificios históricos-patrimoniales, la arquitectura en Sayula, salvo muy contados casos, es una porquería. Así pues, si se dejará al gusto de las mayorías una intervención del centro histórico, por ejemplo, tendríamos edificios o remodelaciones no sólo pobres sino de pésimo gusto, perdón, pero es la verdad y quien no lo crea, que lo verifique con mirada crítica al pasear por las calles del municipio. Ni cerca están las casas de reciente edificación en Sayula, de la calidad y buen gusto con que se edificaron las casonas del siglo XIX, aun en pie el municipio ¿Cuál es la razón? Las casas se construyen con un criterio e influencia gringa, las más modernas. Creemos que los valores del norte son de buen gusto y vanguardia, cuando, por el contexto resultan de pésimo gusto y mueven a mofa de quienes nos vistan, no teniendo otra reacción ante la influencia de un estilo californiano en las casas de los más pretenciosos que incluso se atreven a mezclar los estilos neoclásicos del siglo XIX con la influencia gringa. No se puede así, hacer crítica de la obra arquitectónica, y es una pena que lo mismo se utilice como promoción política, eso denota solo el mal gusto. Pero todo eso pasa hoy en Sayula, el mal gusto toma bandera y condena obras que ni entiende ni lo asiste un valor moral para hacerlo ¿Cualquiera puede dar cátedra en arquitectura? No, la arquitectura es una disciplina artística, por lo que el fenómeno creativo que implica tiene sentido en el campo del arte, de la cultura, de la literatura, de la política y la identidad colectiva de un pueblo; es un fenómeno muy complejo. Las implicaciones políticas del mal gusto, van más allá de "un me gusta" o "no me gusta", es un abuso de la política o más bien de la pobre política, pretender determinar la creación artística hasta usarla en sus mal sanos intereses. Quien no lo crea que recuerde la "Suavi crema" de Calderón en 2010.
Estamos perdiendo nuestro patrimonio arquitectónico, es un hecho, pero lo más preocupante es que no tenemos la capacidad para reconocerlo; y peor aún, todos nos creemos peritos y como en el caso de los cañones nos molesta que nos digan que hablamos sin conocimientos de causa. Mientras se depredan fincas históricas, se deterioran irremediablemente monumentos emblemáticos de Sayula, nos parece más importante que se demuela un proyecto inconcluso, que según nuestros parámetros de belleza debería ser algo más acorde al centro histórico ¿Acorde…? ¿Cuál Cetro Histórico? ¿Ese que se deteriora hasta desmoronarse, como el portal Libertad, o ese que perdió una casa del siglo XVII sin que nadie dijera nada?  ¿O ese donde los portales están manchados por la humedad de bajantes rotos y sus fachadas sonríen chimuelas con engarres caídos? ¿O ese de cuyas edificaciones no tienen ni idea de cuándo se construyeron? Así, ese que sus ojos y sentido común les dice que comparado con el "montón de fierros" del Páramo, se ve, a pesar de todo, bonito. Ese que es la sala de estar de la gente bien de Sayula; ese que es patrimonio de unos pocos, que sin saber un carajo de lo que en realidad es, dicen "es suyo"…
"Interpretando la sociedad desde la arquitectura:
 Hemos de reconocer que nuestra cultura de masas, expresada en el predominio de los medios de comunicación, información y ocio y en los mitos actuales de Internet, es mucho más una herencia del pop y de la cultura comercial norteamericana que de las tradiciones críticas, realistas y problematizadoras de Europa y Latinoamérica. Por mucho que se acerque a la aceptación de la realidad tal cual es, tienen pocas raíces en el espíritu crítico y en la voluntad de transformación de la sociedad. Y ninguna aproximación a la realidad permite avanzar si no es aplicando una mirada crítica sobre dicha realidad. 
Albert Camus, defendiendo la primacía y la complejidad de la realidad, escribió: "El arte, en cierto sentido, es una rebelión contra el mundo en lo que éste tiene de fugitivo e inacabado: no se propone, pues, sino dar otra forma a una realidad que sin embargo él está obligado a conservar, porque ella es la fuente de su emoción. En este sentido todos somos realistas y nadie lo es. El arte no es ni el repudio total de lo que existe, ni la aceptación total de lo que existe. Es al mismo tiempo repudio y aceptación. Y por esto no puede ser sino un desgarramiento perpetuamente renovado. El artista se encuentra siempre en esta ambigüedad, incapaz de negar lo real y sin embargo eternamente dedicado a discutirlo en lo que lo real tiene de eternamente inacabado". El realismo progresista de Albert Camus se nutría de una realidad que no es suficiente con reconocer, admirar y recrear, sino que, al mismo tiempo, es necesario esforzarse por transformar y mejorar.
No se trata de volver a un pasado existencialista y humanista, pero si de aprender a aplicar una nueva mirada crítica, que busque lo esencial y auténtico de una realidad que se sabe compleja y diversa, no a la manera del Pop Art, es decir a través de los medios, imágenes y reproducciones que durante décadas han manipulado y estetizado esta realidad, sino a través de la atención directa a los hechos, a las experiencias y a los fenómenos, analizando cada obra en su contexto, según del conocimiento real de la diversidad cultural en su propio lugar y en sus espacios de conflicto, a partir de unas nuevas éticas políticas y arquitecturas que interpreten, creen y actúen siguiendo el compromiso con la sociedad y con su memoria. Una nueva interpretación que, sin duda, puede aprender mucho del método y las aportaciones de arquitectos clarividentes, que han actuado a la vez como sociólogos y como creadores; yendo, sin embargo, más allá que lo que ellos han visto, descrito y propuesto." (Este artículo forma parte de un capítulo extra del libro Arquitectura y Política, de Josep Maria Montaner y Zaida Muxí publicado por la editorial GG.)

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