martes, 28 de agosto de 2018

Política y poder. 
"De qué modo hay que gobernar las ciudades o municipios que, antes de ser ganados, se regían por sus propias leyes:
Rodrigo Sànchez Sosa

Hay tres modos de conservar un municipio que, antes de ser adquirido, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero, destruirlo, después, radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligarlo a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista. Como ese gobierno sabe que nada puede sin la amistad y poder del gobernante, no ha de reparar en medios para conservarle el Estado. Porque nada hay mejor para conservar -si se la quiere conservar- una ciudad acostumbrada a vivir libre, que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos. Ahí están los espartanos y romanos corno ejemplo de ello. Los espartanos ocuparon a Atenas y Tebas, dejaron en ambas ciudades un gobierno oligárquico, y, sin embargo, las perdieron. Los romanos, para conservar a Capua, Cartago y Numancia, las arrasaron, y no las perdieron. Quisieron conservar a Grecia como lo habían hecho los espartanos, dejándole sus leyes y su libertad, y no tuvieron éxito: de modo que se vieron obligados a destruir muchas ciudades de aquella provincia para no perderla. Porque, en verdad, el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre tendrán por baluarte el nombre de libertad y sus antiguos estatutos, cuyo hábito nunca podrá hacerle perder el tiempo ni los beneficios. Por mucho que se haga y se prevea, si los habitantes no se separan ni se dispersan, nadie se olvida de aquel nombre ni de aquellos estatutos, y a ellos inmediatamente recurren en cualquier contingencia, como hizo Pisa luego de estar un siglo bajo el yugo florentino. Pero cuando las ciudades o municipios están acostumbrados a vivir bajo un gobierno, y por la extinción de éste y sus afines queda vacante el poder, como por un lado los habitantes estaban habituados a obedecer y por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno de entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden tomar postura contra el nuevo gobierno, un candidato cualquiera puede fácilmente conquistarlas las urnas. En las repúblicas, en cambio, hay más vida, más odio, más ansias de venganza. El recuerdo de su antigua libertad no les concede, no puede concederles un sólo momento de reposo. Hasta tal punto que el mejor camino es destruirlas." Maquiavelo.
Sería ingenuo pretender que los políticos novatos siguieran los consejos de Maquiavelo, pero, es más, ingenuo pensar que siquiera los hubiesen leído. Pero la conducta humana es la misma desde la edad media hasta hoy, de tratar con ella se va el oficio de la política. El hombre dice Maquiavelo, es mal agradecido y tiende a olvidar pronto. Nuestro flamantes políticos improvisados, que en el contexto histórico del país entraron por montones a los tres niveles de gobierno, con responsabilidades que claramente lo rebasan, están lejos de entender que, en los clásicos está una fuente de soluciones a su situación. Usted acaba de leer un ejemplo, una adaptación mía de una parte del libro el Príncipe, de Maquiavelo. Las formas, nos pueden parecer extremas, pero como Maquiavelo decía: "yo halo del hombre como es no como debiera ser". Directo y crudo, nos narra la historia de la política de su tiempo y con ella pretende enseñar a un gobernante principios bajos del comportamiento político de las masas y los hombres particulares. Algunos de estos consejos, ya se siguen por inercia en la política de todo el mundo y son reglas no escritas de los entretelones del poder- pueden parecer inhumanas, pero como Maquiavelo dice, son efectivas y sus contrarias sólo llevan a la ruina a hombres y naciones. Por ello, parece aquí aconsejar a nuestros flamantes nuevos gobernantes que, todo aquello que fue ley en el régimen anterior debe ser destruido, sin no quieren ser destruidos por ello. Pongamos un ejemplo local, el presidente electo, tendrá que imponer sus propias políticas y reglas y cuidarse de las que deriven del actual ayuntamiento, El golpe de timón debe ser claro y contundente, no puede permitirse dar concesiones, los ciudadanos en Sayula deben saber que hay nuevas reglas y estas se impondrán sin miramientos. En ello se verá el valor del nuevo presidente y su grupo, el saberse imponer, el destruir lo anterior y comenzar de nuevo, pese a que eso es contra producente para el municipio, no lo es para el poder y su ejercicio. Tres años son poco tiempo y le gobierno se debe consolidar en los primeros tres meses, máximo. No hay tiempo para planes de continuidad, por ello el municipio sólo tiene proyectos truncos, mal planeados, mal ejecutados y abandonados. No es que nuestros gobernantes hayan leído a Maquiavelo, es ya sentido común en el oficio de la política. Aquí le que pierde es Sayula, pero ¿Quién de los políticos de egos inflados sacrificaría el poder y su ejercicio en nombre de su deber? Ni uno sólo. "El poder se ejerce", dijo alguna vez Rivas, y tenia razón; tanto que regreso una, y otra, y otra, y otra vez…hasta que el azar el único que lo podía vencer lo encontró con la guardia baja y confiado. En esta política no hay santos, hay intereses, no es cuestión de moral sino de estrategia, tal política es la guerra perpetua y como en esta, todo se vale, así que cuando un político actúa como un humanista responsable y moral, no habría que creerle, como a una jugada en ajedrez que quiere embaucarnos para atraparnos y darnos jaque; se debe responder con más est5rategia, que crea que nos engaña. Que nadie se sienta traicionado. Lo único que se rescata de la política es el político ético, no moral, y de esos casi no hay. El político común y corriente se nota a leguas, es el que engaña a todos todo el tiempo, el que se impone si es necesario sin miramientos (no hay amigos, ni jerarquías, ni méritos de ningún tipo; se traiciona y ya.), el que necesita de ponderar su interés inmediato al interés común pero se esfuerza histriónicamente por demostrar lo contrario. Una vez en el poder, la única forma de gobernar es, imponerse, ya lo dice Maquiavelo y lo fundamenta. Todo parece indicar que al menos en Sayula estaremos en la lógica del poder por el poder, y como sentencia Maquiavelo, también al final: la cuestión federal es otra cosa.

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