martes, 17 de septiembre de 2019

Especial para Horizontes...
Un sayulense, precursor de la Independencia
de México en 1792, 18 años antes que Hidalgo
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

Figura mítica de la independencia de México, casi convertida en leyenda, don Juan Antonio Rafael Montenegro Arias y Alarcón, nació en Sayula el 26 de diciembre de 1768. Su padre era español, don Diego Montenegro y Alarcón, rico comerciante de Guadalajara avecindado en Sayula; y su madre doña Margarita Arias y Camberos, de Sayula. Tenía cuatro hermanos, dos eran estudiantes en el Colegio de San Juan Bautista de Guadalajara en 1794 y dos se dedicaban al comercio. Del segundo matrimonio de su padre con doña Inés Vizcaíno tenía cuatro medios hermanos, dos hombres y dos mujeres, menores de edad. En 1782 a los 13 años salió de Sayula para estudiar en el Seminario Conciliar Tridentino de señor san José en Guadalajara a instancias de su tía doña Anna Camberos ante el obispo, allí estuvo 8 años. En 1790 viajo a la ciudad de México en busca de un grado universitario porque en Guadalajara no había universidad. En 1791 ingreso con el apoyo de su rico padre al colegio de San Ildefonso para estudiar teología.   Del Doctor Montenegro, clérigo criollo, doctorado en Teología, se tiene documentada su biografía debido al juicio que se  le siguió en el Santo Oficio de la ciudad de México en 1793, por una supuesta conspiración Independentista.
Por supuesto que el interés de los documentos archivados del juicio del doctor Montenegro, nos advierte el historiador Gabriel Torres Puga,  se tienen que  interpretar tanto desde el punto de vista de la  fiscalía, como de la defensa, de las pruebas y testimonios a favor y en contra presentados en el caso de Montenegro, entonces de 25 años "recién cumplidos".  Los hechos ocurrieron cuando éste no alcanzaba aún la mayoría de edad y era estudiante de teología en la ciudad de México. El cargo era delicado:
"(el doctor Montenegro pasó) al feo imperio y abominable de los luteranos, indiferentistas y tolerantes y otros antiguos y modernos herejes, manifestándose imbuido... y aprobador de las pestilentes máximas de la furiosa convensión francesa, sublevador, sedicioso y enemigo de las supremas potestades, especialmente de su natural señor, nuestro cathólico rey, faltando a la fidelidad y summissión que tiene jurada a su magestad en la recepción de sus grados y acomodando sus sentimientos y modos de pensar con los más crueles y sangrientos enemigos de la nación española y sus soberanos todo lo que le constituye hereje formal, apóstata de religión católica, o quando menos muy sospechoso de serlo, escandaloso, perjuro falso, ... y aún malicioso y obstinado negativo (sic)…"
Los inquisidores  describieron a Montenegro como:
"… (Un) "eclesiástico, doctor en sagrada teología", "libertino, lujurioso y algo dado a la bebida."
La descripción y el cargo, no se corresponden, el segundo parece desmesurado con respecto a la primera que describe a un joven criollo, estudiante, aficionado a la vida bohemia de la ciudad de México; que para ser un peligroso conspirador era muy descuidado e indisciplinado (Montenegro acepta parte de esta descripción. Una carta de su tía con respecto a un disgusto con su padre, por la conducta de Montenegro, confirma que su vida a esa edad, era dedicada a los placeres. Los archivos que refieren el caso del Santo Oficio contra el doctor Montenegro, son completos y minuciosos . Describen a Montenegro físicamente, junto con su indumentaria al ser presentado ante el tribunal; tanto como dan cuenta de sus artículos personales: joyas, ropa, cartas privadas y  libros de su biblioteca personal encontrados en sus aposentos. Nos describen íntimamente a un Sayulense ilustrado de la época, criollo, rico heredero, consentido, y orgullo de un rico y culto padre que comenzaba cansarse de la conducta despreocupada de su hijo, que enfrentaría, tiempo después, el cargo grave de conspiración contra la Corona. 
El 17 de septiembre 1794, mientras Montenegro estaba en Sayula, los inquisidores en la ciudad de México, se manifestaron en cuanto al caso:
"…en atención a la gravedad de la causa, por lo que de si arroja, y anuncia respectivo a delito de estado, y en atención a la prueba suficiente que resulta de proposiciones de notoria calidad de oficio, contrarias a la religión, sea reducido a cárceles de este santo oficio en calidad de depósito la persona del Licenciado Don Juan Antonio Montenegro con embargo de bienes y mui  (sic) singularmente de libros y papeles… "
 Montenegro, terminados sus estudios de doctorado en teología en la ciudad de México, donde su padrino fue el rico comerciante y alcalde de la ciudad de México don Tomás Domingo de Acha, pasaba unas vacaciones en Sayula; sin sospechar que,  el doctor don Salvador Antonio Roca y Guzmán deán de Guadalajara, había ordenado que en su nombre se le enviara una carta a Montenegro con el fin de que se presentara inmediatamente ante él  para atender la querella que llegaba desde la ciudad de México:
"aprovechado la ocación de hallarme de gobernador de este obispado (Guadalajara) haciendo que don Narciso Pérez, notario de la curia eclesiástica y que lo es también del Santo Oficio, le ponga de mi orden una carta /a Montenegro/ para que luego vista se regrese de Zayula, en donde se halla de vacaciones con mi licencia, a esta ciudad ...Nada se hace en Zayula por escusar ruidos, peligros, y el gran pesar que tendría su anciano padre. Aquí se hará todo lo mejor que se pueda, siguiendo siempre y sin perder de vista las órdenes superiores y mente del Tribunal (sic)…"
El 23 de octubre a las ocho y media de la noche, después de regresar de Sayula, fue aprendido Don Juna Antonio Montenegro, sin ofrecer resistencia. Se le recogieron papeles, las llaves de dos baúles y una caja pequeña que por contener solo pan y chocolate se le regresó. Se le decomisaron cartas personales, 106 libros de su biblioteca y se le recogieron además, entre otros bienes: platillos y cubiertos quintados, con y sin marcar; Un cuchillo con puño de plata;  un cintillo con once diamantes; distintivos militares en piedras castellanas finas montadas en plata; anteojos y reloj finos; tres onzas 3/8 1 adarme   que equivalen a 179 gramos y medio tomín  de oro o tercera parte del adarme  de oro, en nueve piezas, y un cortadillo (moneda cortada que no tiene figura circular); Ropa de seda y terciopelo, una casaca de carro morada y una borla en su caja; una mesa de pino con carpeta de sayal y seis sillas.    El 7 de noviembre llego el reo a México a las cárceles de la Santa Inquisición. Este fue el reporte de la alcaidía:
"…de edad de veinte y cinco años cumplidos, es de estatura de más de dos varas (1.70 metros), color blanco, hoioso de viruelas, cariaguileño, varba cerrada, cejas y pelo castaño obscuro y trae dentro y fuera de su persona un cabriole de paño azul, chaleco de terciopelo morado obscuro, calzones de paño negro, medias de seda, charreteras de azero, zapatos, y evillas que dixo ser de oro, camisa de Bretaña, rosario, y en lugar de cruz un relicarito de oro con cera, y un ligno en crucis, un relox de plata en la bolsa con cadenilla de azero (sic)." 
Montenegro prototipo de español criollo acaudalado de Sayula, tenía sobre sus hombros serias acusaciones relacionadas con conspiración, a denuncia de un amigo y condiscípulo del Colegio de san Ildefonso, Manuel Velasco, quien lo traicionó y acusó. Velasco aseguró al tribunal del Santo Oficio respecto de Montenegro, que este le expresó alguna vez que: "En cualquier religión puede uno ser salvo" y que, "la religión era una pura política de que se han valido los hombres para sujetar a los pueblos"; así mismo dijo que el acusado aseguró que aquellos que practicaban la virtud solida, sin ser cristianos, podían salvar su alma. Agregó además que Montenegro ponía en duda la legitimidad del Papa, pues según él, algunos fueron puestos por los reyes y no por la inspiración del espíritu santo en el cargo. Todo esto lo dijo después de una función de teatro a la que asistía algunos días a la semana con  amigos, para luego juntarse en la casa de estos mismos a comentar los acontecimientos políticos de Europa y la Nueva España, mientras se brindaba en la bohemia. Opinaba el acusado, de acuerdo a Velasco, que el poder de los reyes españoles sobre la Nueva España y otras colonias  era ilegítimo y estos unos tiranos que saqueaban estas tierras imponiendo injustos y cuantiosos impuestos, dejando a los pueblos en la miseria; comparándolos en contraste con la monarquía inglesa, que se preocupaba por la educación, bienestar y felicidad de sus súbditos, mientras la Corona española mantenía al pueblo ignorante y sometido por temor a que se emanciparan. Abundó que el indiciado le había informado también que:
"…se trataba en México de una conjuración contra la corona; que estaban ya alistados para ella...doscientas o trescientas personas; que entre ellas le nombró a don José María Contreras... y a don Andrés Tagle... Montenegro añadió que en la conjuración ´había un coronel´ y ´personas de carácter´..., que a uno de ellos le tenían ofrecido los colonos Ingleses (Estados Unidos)  seis mil hombres".
 Según consta en archivos del Santo Oficio, se harían otras acusaciones relacionadas con la organización y redacción de documentos de dicha conspiración, así como de la simpatía que, según estas, Montenegro había manifestado por Francia y los ideales  franceses. Velazco involucraría a otras personas como  Manuel María Gorriño y Arduengo, Luis Gonzaga Zagazola, José María Galindo, José María Contreras y   Andrés José Sánchez de Tagle. Todos ellos intelectuales de clase alta, criollos  y condiscípulos de Montenegro.  Juan Antonio Montenegro se defendió en un largo alegato, donde negó las acusaciones y la supuesta conspiración, terminando su discurso de esta forma:
"…declaro que las cosas que he dicho acerca de la religión y estado no han sido con el perverso fin de incitar a nadie como consta de las circunstancias de los sujetos a quienes las he dicho, de mi genio, de mis mismas expresiones, sino mobido de la mala lección de los libros fransezes (sic), de ostentar una necia erudición en todas materias, de manifestarme extravagante en mis opiniones, y últimamente de preciarme de sabio en cosas que absolutamente ignoro. Si ocurriere alguna otra cosa en vista de la acusación o de otro modo la diré."
Pronto el tribunal del Santo Oficio, una vez escuchados los argumentos en favor y en contra, llegó a la conclusión de que la mayoría de las  acusaciones parecían ser producto de la imprudencia, ya que si bien Montenegro expresó irresponsablemente puntos de vista y juicios de gravedad, se dieron en el contexto de la bohemia y la competencia entre los egos de hombres jóvenes que por ser los más eruditos trataban de impresionar o burlarse de sus condiscípulos y amigos tomando posturas radicales para poner en apuros argumentativos a  sus compañeros. Todo lo cual dada su minoría de edad debería considerarse. Si embargo, se concluyó que Montenegro había incurrido en faltas meritorias de un castigo disciplinario ya que sí existió la conspiración a nivel ideológico .  No quisieron arriesgarse con el inteligente muchacho y lo sentenciaron el  21 de noviembre de 1795:
"…le desterramos de la corte de Madrid y de esta de México por tiempo de diez años, veinte leguas en contorno, y los dos primeros cumpla recluso en el Colegio de Misioneros Apostólicos de la Santa Cruz de Querétaro, donde haga unos exercicios espirituales en los primeros quarenta (sic) días de su reclusión, confesándose general y sacramentalmente, lo que hará constar por papel del confesor, que aquel guardián le señalare, y que durante su reclusión rece los salmos penitenciados, los viernes; y los sábados una parte del rosario..."   Montenegro sufrió una marca indeleble por lo  que significó aquel juicio a su carrera profesional y además, se impuso una mordaza buena parte de su vida. La paranoia, a la hora de expresar opiniones, como secuela de aquella experiencia, lo acompañaría cada momento desde entonces hasta el triunfo de la causa independentista. (Sayula del Antiguo Tzaulan al Sayula de los Pérez Rulfo.)
Montenegro fue reconocido al triunfo de la causa insurgente como precursor de esta y fue llamado como diputado  constituyente en 1824; murió más tarde en Sayula sin precisarse aun la fecha, cuando tenia a su Cargo el Templo de San Roque, entre 1827 y 1832. 

     

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