miércoles, 4 de marzo de 2020

            Política y conflicto de género.
Por Rodrigo Sànchez Sosa
Parte de la entrevista de ABC a Camille Plagia, feminista e intelectual estadounidense:
Vivimos un período horrible de conflicto, en el que hay personas conservadoras, religiosas, que
aceptan la Biblia y creen que sólo hay dos sexos creados por Dios. Y luego está el extremo opuesto, con gente como Judith Butler, en Berkeley, que ha pasado por alto el estudio de la biología y proclama que no hay diferencia entre los sexos. No se puede negar la biología, es una locura, eso aumenta el poder de los conservadores, que miran a los progresistas -me considero progresista- como si viviésemos en un mundo ilusorio, de fantasía. Es demencial. Cada célula del cuerpo muestra el género con el que has nacido. Ahora bien, hay una proporción pequeña de personas genuinamente intersexuales, que nacen con ambigüedades en los genitales. ¿Pero qué dicen? No es la norma, es un defecto de nacimiento y negarlo... Aquí es donde los progresistas están cavando un hoyo terrible. Lo que están haciendo, al tratar de legislar para las escuelas, es inspirar un desplazamiento a la derecha en la cultura occidental. Cuando la gente cree que se están vulnerando sus derechos, por esta clase de ideología en las escuelas y la sociedad, busca figuras inspiradoras en la extrema derecha. Así Hitler subió al poder. Se ganó el apoyo del pueblo alemán prometiéndole que haría limpieza de la decadencia de Weimar. Admiro el arte decadente y, sin embargo, lo que he visto en mis estudios es que, cuando la decadencia se apodera de la cultura, se produce un movimiento favorable a las figuras fascistas con la promesa de limpiar la sociedad para llevarla de vuelta a las normas tradicionales. Continuamente veo en los medios el auge de la extrema derecha en Hungría, en Brasil, en Alemania. Pues ocurre que los progresistas empiezan a desconectarse de la realidad, pierden la capacidad de usar el sentido común. Podemos exigir seguridad para los individuos disidentes sin tener por ello que otorgar derechos especiales a ningún grupo. Soy feminista equitativa, abogo por la igualdad de trato ante la ley. No debe haber grupos a quienes la ley otorgue privilegios especiales. Me opongo al control de las conciencias. Milito por la libertad de expresión y de conciencia. Los progresistas han cometido un error muy grave: consentir que el Estado pregunte por qué alguien ha cometido este o aquel crimen. El crimen no se convierte en algo peor porque la víctima pertenezca a un grupo con protección especial. Eso es muy peligroso. Lo que está ocurriendo, por el hecho de que el Estado tome partido por estos grupos, es que se está propiciando un desplazamiento hacia la derecha. Mi visión también es aplicable al feminismo. Me opongo a toda protección especial para las mujeres, adopte la forma que adopte. Las organizaciones feministas han sufrido un colapso y no entiendo a qué se debe. Las redes sociales se han erigido en los vehículos de la histeria que circula ahí fuera. Hay una ausencia total de líderes en el movimiento de las mujeres. Es trágico. Ahora tenemos a un puñado de actrices a las que les encanta estar en el candelero: Ashley Judd, Rose McGowan...  Hay un estado de locura en las redes sociales. Un hombre es acusado y se produce un clamor. Ahí tiene el caso de Plácido Domingo, al que la Orquesta de Filadelfia o la Metropolitan Opera de Nueva York someten a un trato atroz porque sucumben a la histeria de las redes sociales. No se trata de criminales a quienes procesar. Cuando se trata de un grandísimo artista como Plácido Domingo se produce un derrumbe de nuestra cultura. La gente ya no es capaz de diferenciar entre un hombre horrible como Harvey Weinstein y un gran artista como Plácido Domingo. No hay voces sensatas en el feminismo. Si hay pruebas concretas, lo acepto. Ahora bien, alegar que algo ocurrió sin aportar pruebas… No es así como deben funcionar las democracias modernas. No se pueden dejar de lado la equidad y la justicia porque estemos en medio de una cruzada política. Eso está pasando, el caos es absoluto. No me hace ninguna gracia es esa proyección histérica según la cual la sexualidad ha quedado reducida a depredadores masculinos y víctimas femeninas. Rechazo todo lo que tenga que ver con presentar a las mujeres como víctimas. Estamos retrocediendo. El feminismo no es eso. Se están destruyendo carreras porque sale una mujer de la nada y lanza una acusación referida a hace decenas de años. Y ahora, en la era de las redes sociales, las empresas tienen tanto miedo a la publicidad negativa… Y tienes a toda esta gente comportándose como cobardes. Alguien tiene que levantarse y decir alto y claro que esto no son tribunales de justicia. Las mujeres se están haciendo daño a sí mismas. Si a las mujeres se las mira con desconfianza, esa no es la manera en que deben progresar y adquirir poder. Es lo contrario, un movimiento reaccionario.
Yo soy atea, pero me tomo la religión muy en serio. El estudio de las religiones debería ocupar una parte central en la educación; no se puede entender una cultura sin conocer algo de su religión. Hoy los jóvenes viven en un mundo muy laico, en el que las religiones tradicionales han retrocedido, y todo lo que conocen gira en torno a la ideología política, sin ninguna base histórica. Los jóvenes no saben nada anterior a la Ilustración. No se puede entender la vida humana si todo lo que conoces es a partir de la Revolución Francesa. Es una visión muy estrecha, muy pueblerina. Las civilizaciones siguen un desarrollo natural orgánico: tienen su auge y luego su decadencia. Eso veo en Occidente, una pérdida de fe en sus propios valores. Tengo una visión historicista. Veo algo en el presente y me remonto a miles de años atrás. La gente hoy mira alrededor, ve que las cosas van mal y se apresura a caracterizar todo lo de Occidente en su peor encarnación posible. Los fracasos de Occidente, como el imperialismo o el racismo, son hechos, están ahí, pero reducirlo todo a decir que eso es lo que Occidente ha aportado al mundo.... Occidente ha creado la cultura tecnológica en la que vivimos.
Es una dictadura absoluta. Para mí es increíble, porque pertenezco a la generación que se rebeló contra la corrección política, la represión y la censura. No me puedo creer que esté pasando. Es la presión absoluta que procede de los progresistas para adaptarse a una doctrina rígida. No hay nada que no sea sentirse bien, no queremos herir los sentimientos de la gente. Los profesores han perdido el control de las universidades estadounidenses. Los dirigen administradores que tienen todo el poder y son el nuevo Torquemada. Cualquiera que viole el nuevo dogma que protege a las víctimas... Existe una estructura punitiva. Es una tiranía de lo políticamente correcto. Y no va a cambiar hasta que los jóvenes protesten contra eso igual que hizo mi generación contra la ortodoxia opresiva. Esta gente que afirma que es progresista, que afirma que es de izquierdas, es estalinista. Se está anulando el individualismo revolucionario de los años sesenta. Ahora las instituciones aplastan a las personas. Estamos abandonando los derechos individuales y la capacidad de pensar y hablar con libertad. Occidente ya no existe. Es una sombra de sí mismo.

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