martes, 27 de octubre de 2020

 La historia de Jacinto Cortina Rivera, sayulense valiente y honorable, un revolucionario a carta cabal


Por Rodrigo Sànchez Sosa / Cronista de Sayula.-Hombres valientes, justos y revolucionarios, vivieron y nacieron en Sayula. Nuestro municipio es cuna de muchos hombres honorables de todas las clases sociales, gente culta e innovadora que, desde la colonia lucharon por estas tierras y por un mejor futuro para los que aquí nacieran. Los tiempos nos han sido adversos pese a ello y de repente nos vimos rodeados de la calamidad, en un clima de inseguridad y zozobra. Hombres como Don Jacinto Cortina emergen de los anales de nuestra historia e identidad local para inspirarnos hoy, que nos sentimos inmersos en estos tiempos de deshonor para Sayula y amenazados por la violencia. Sayula tiene una historia que le impone la dignidad frente a estos tiempos. Pongámonos a la altura autoridades y ciudadanos, de nuestra historia y de nuestro heroico municipio que, desde la independencia hasta la revolución, ha tenido importantes representantes, como don Jacinto, luchando por la trasformación justa  de nuestro país. Esta es la historia de un hombre valiente, honrado y revolucionario, con tamaños pantalones, que nos dejó una herencia de dignidad que desconocemos vergonzosamente, la mayoría de sayulenses:  

"Don Jacinto Cortina, era un rico hacendado residente en Sayula. Era propietario de la Hacienda Totolimispa y Telecampana, vecinas entre sí, y unidas por su propietario. En cierta ocasión, un tal José María Manzano, que había pasado su vida en Zapotlán el Grande, había alcanzado cierta fortuna y compró unas tierras en la zona y pretendía irlas creciendo a expensas de despojar a sus colindantes. Revisó los lindes de sus terrenos de El Jazmín con la hacienda de Jacinto Cortina y curiosamente encontró que casi toda la Hacienda Telecampana era de él. Acudió a los tribunales y demandó la reintegración de sus tierras. Naturalmente que la justicia le fue adversa ya que legalmente las tierras eran de Jacinto Cortina. Manzano que ya había ganado unos pleitos anteriores, pensó que sería fácil recurrir a otros medios y amedrentar a Don Jacinto. Se encaminó con un grupo de hombres armados , hacia los terrenos que deseaba para él. Don Jacinto Cortina hombre bragado y y dispuesto a hacer cumplir la justicia, reunió también un grupo de sus hombres de confianza y salió a su encuentro. Cuando se dio el encuentro, ya los hombres de Manzano se disponían a colocar mojoneras y vallados. Se inició una discusión acalorada por los jefes de los bandos. Viendo que Manzano no entendía razones ni aceptaba los veredictos de la justicia, Don Jacinto, en una rápida y sorpresiva acción, hizo llegar su caballo junto al de Manzano, y apuntándole al pecho con su pistola, le dijo:

Esto lo arreglamos tú y yo solos. Dile a tu gente que se retire, y yo diré a la mía que regrese a la hacienda. Nosotros solos, como hombres, arreglaremos la cuestión. Nuestros peones y hombres de confianza tienen familia, y no tiene por qué correr sangre inocente. Como el miedo no anda en burros, Manzano tuvo que apechugar y ordenó a su gente que de inmediato se retirara. Lo mismo hizo Don Jacinto. Y ante tan convincente argumento, Zamora aceptó  que esas tierras no eran suyas y ofreció hipócritamente su amistad a Cortina. 

Jacinto Cortina Rivera nació en Sayula el 11 de mayo de 1870, hijo de don Jacinto Cortina de la Fuente y de la señora doña Juana Rivera. Estudio la primaria en esta misma población, la fin de la cual su padres lo enviaron a continuar su enseñanza al seminario de Zapotlán el Grande donde permaneció hasta el año 1885. Debido al fallecimiento de su padre, regreso al lado de su madre en Sayula. Después se trasladó a Jacona, Michoacán, en donde tuvo como condiscípulo al poeta Amado Nervo, con el que hizo una gran amistad, permaneció en el lugar por dos años y se mudó a Guadalajara, donde estuvo al frente de los negocios y la contabilidad de la Hacienda  de Colotitlán, bajo la dirección de don José María Covarrubias. Aun quedaban en Sayula problemas con los bienes de la familia, ya que su padre había fallecido sin dejar testamento, la madre había tenido problemas para resolver el asunto, por lo que Jacinto regresó en 1897 para atender y finiquitar el trámite, cosa que se logró hasta el año 1903.  Una vez en posesión de la herencia, adquirió la Hacienda de Telecampana, cerca de San Gabriel. En ese lugar instaló una magnifica biblioteca, que consultaba con regularidad, ya que era un hombre de gran cultura y siempre estaba abierto a todas las trayectorias del pensamiento. En 1909 se adhirió al Plan de San Luís Potosí, que defendía el anti reeleccionismo. Poco después, se abortó la rebelión y Jacinto Cortina se unió a las fuerzas del jefe revolucionario José María Contreras, quien tomó las armas para luchar contra la dictadura porfirista, en abril de 1911. Al subir Francisco I Madero al poder como presidente de la República, fue postulado como candidato a diputado por el 18 distrito electoral con cabecera en Zapotlán el Grande. Triunfó rotundamente y formó parte de la XXVI legislatura del Congreso de la Unión. Tras el asesinato de Madero, de inmediato comenzó la persecución en contra de los opositores a Victoriana Huerta . No deberían quedar vivos los seguidores de Madero pues eran un obstáculo para sus aviesos fines. Jacinto Cortina logró evadirse de la vigilancia gubernamental de Huerta y se trasladó a Tapalpa. Ya existía una orden de aprehensión en su contra. Estuvo oculto en la casa de la familia Pérez Corona hasta el 11 de marzo de 1914. Fecha en la que se levantó en armas, apoyando el constitucionalismo, participando después en la toma de Guadalajara y el ataque a Manzanillo. El 12 de agosto de ese año, al mando del 25º Regimiento, marchó a la capital del país. 

Durante la marcha a la ciudad de México, su columna militar pasó por una ranchería; la tropa tenía varios días sin comer y padecía de hambre y debilidad, no había cerca ningún pueblo y se vieron obligados a a acampar en el lugar. Encontraron una vaca y la sacrificaron para comer. Jacinto Cortina envió a su ayudante Fernando Valencia Gutiérrez (padre del señor Fernando Valencia Anaya) para informarse quién eran los dueños de la vaca, pero no los pudo encontrar, ya que por los peligros se habían escondido en un lugar seguro. , Cuando estuvieron en México y la calma había regresado a la ranchería aquella, el propio Valencia fue enviado para liquidar el costo del animal comido por la tropa de don Jacinto. Los rancheros se sorprendieron gratamente de que un militar que se había apropiado de una vaca regresará para pagar su costo a los dueños. 

Francisco Villa y Venustiano Carranza estaban a esas alturas de la revolución en total desacuerdo y decidieron separar sus fuerzas. Se celebró una reunión de generales en el teatro Hidalgo de la ciudad de México, para decidir el rumbo a seguir de la revolución a raíz de esto. El general Alvaro Obregón, preguntó a Jacinto Cortina si estaba dispuesto a seguir en la lucha con don Venustiano Carranza. Don Jacinto hizo saber a Obregón, que ingresó a la lucha con el objeto firme y decidido  de expulsar a Victoriano Huerta del poder, cosa que ya había conseguido, por lo tanto ya no estaba dispuesto a  luchar por ninguno de los bandos, ya que su presencia era necesaria para administrar sus negocios en su tierra. El general Obregón recibió con desagrado la respuesta de Cortina, y con gesto amenazante le preguntó: "¿Sabe a lo que se expone Cortina? A lo que Jacinto contestó con toda tranquilidad: " Si, mi general, lo sé."

Jacinto Cortina conocía perfectamente la forma sanguinaria en que procedía Obregón para eliminar a sus enemigos, por lo que salió del teatro y logro permanecer fuera de la vista de Obregón hasta que salieron todas las tropas carrancistas de la Ciudad de México. Como su regimiento estaba asignado al general Lucio Blanco, su compadre, se unió a él y juntos apoyaron al presidente convencionista Eulalio Gutiérrez, quien posteriormente fue desconocido. Jacinto se enfermó ya fuera de la Ciudad de México y su compadre lo convenció de que regresara para que lo vieran los médicos en la Ciudad de México. El enfermo fue trasladado a la capital y de inmediato se puso en tratamiento. Mientras tanto los nueve mil hombres de su columna fueron derrotados totalmente por los villistas en San Felipe Torres Mochas. De no haber regresado a la capital para curarse seguramente hubiera muerto en la refriega. En 1917 fue detenido don Jacinto, debido a una denuncia anónima. Se le acusaba de rebelión. Fue internado en la penitenciaría del estado, pero absuelto por el juez, no había ninguna prueba en su contra. 

Si afilió al partido socialista mexicano tratando de combatir la injusticia social, la miseria y el hambre en que estaba la mayor parte del pueblo mexicano. En 1926 regresó a su Hacienda de Telecampana y el año siguiente se trasladó a Guadalajara, en donde falleció el 27 de marzo de 1926, debido a la diabetes que padecía."  - Luís Zepeda Castañeda "La vida en san Gabriel".


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