lunes, 22 de marzo de 2021

              Política y propaganda.

Por Rodrigo Sanchez Sosa

Nada más a doc que este tema en el actual contexto político local en Sayula y claro, en el estado. Si a usted le pareció que nuestro adolecente ayuntamiento arrancó tarde, pero generosamente, la obra pública en el municipio y que en los últimos meses fue contundente la actividad en tal sentido, terminando prácticamente, su periodo, el ahora candidato de MC Daniel Carrión; déjeme decirle que esa no es su opinión es una opinión plantada en su cabeza por distintas vías, principalmente las redes sociales. 


No es casualidad que en la difusión de la imagen del presidente municipal con licencia, hoy en busca de la reelección; se haya invertido una cantidad importante de recursos y tiempo en los últimos 6 meses. Televisión, revistas, periódicos, redes sociales (5 mil fotos dicen subió su equipo, para promocionar su imagen, a redes) etc. Una revista de circulación nacional lo pone entre los políticos jóvenes que representan el futuro de México (…) ¿Cómo no va a creer usted que este muchacho no hizo otra cosa que trabajar para gestionar esa cantidad de obras y dinero? Imposible. Pero, no es su opinión, lo cree porque lo atrapó la propaganda. Dice un amigo: "hasta a mí me estaba convenciendo al ver el principio de las 5 mil fotos, pero llegué como a cien  y ya me dio hueva…" o sea no era una realidad lo que lo estaba convenciendo sino la propaganda, una versión parcial e intencional de la realidad. Basta ver el partido que lo postula para darse cuenta de la verdad tras la manipulación; digo, si uno está enterado de la política estatal y nacional (y mejor ahí le dejamos porque como dicen por ahí: la burra no era arisca…)

Los medios de comunicación, pasaron de ser canales por donde fluye la información entre los distintos sectores de una sociedad, a ser dictadores de una realidad a imponer. A los medios tradicionales se les llegó a conocer como el  cuarto poder el siglo pasado, esto debido a que en una república hay tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, independientes y autónomos; los medios eran el cuarto, se entendió. Pero, a diferencia de los primeros, nadie votaba por ellos y representaban los intereses de corporaciones no de la ciudadanía. Por lo tanto, la prensa, la televisión y la radio se vendían a los intereses del sector político y económico y representaban emporios de mucho poder económico. Tenían el poder de imponer la realidad a todo un pueblo. Se encubrieron fraudes electorales, asesinatos, corruptelas, robos al erario público, se dictaron políticas sociales y económicas en contra del interés nacional, se impusieron gobiernos; gracias a estos monopolios de la comunicación y los medios. Televisa por ejemplo, llegó a ser una de las empresas más importantes de Latinoamérica, su monopolio incluía varios diarios, canales de televisión, estaciones de radio, revistas, equipos de futbol e incluso burdeles de lujo para políticos y empresarios. Sin duda era el cuarto poder en México, solo por debajo del presidencialismo que controlaba los otros tres.  

En nuestro querido Sayula, los medios escritos locales, semanarios, desde su aparición en esta etapa de la historia del país, allá por finales de los sesenta, principios de los setenta, lograron, algunos, imponerse por razones análogas a las anteriores hasta casi la fecha (poco antes de la irrupción de las redes sociales e internet), sino como un poder local, si como un condicionante de este. Para nadie es noticia que un medio local muy aguerrido y al que algunos ayuntamientos le tenían pavor, llegó a cobrar como aviador su cheque mensual para no criticar al ayuntamiento en turno, en la tesorería municipal. El mismo medio pregonaba con orgullo su lema de ser "contra peso del poder". La lógica nacional descrita líneas arriba se impuso a nivel municipal. Los medios grandes, chicos, medianos y micros (como es el caso nuestro) se sintieron representantes del pueblo, aunque eran negocios particulares no  regulados por ninguna legislación ni eran auditados por ninguna dependencia pública. Otros pregonaban ser consejos editoriales sin fines de lucro; pero, era obvio que representaban intereses de sectores sociales y jamás de carácter popular para nuestro caso. Los medios locales siempre vieron por sus propios intereses e impusieron su visión de lo normal y descalificaron todo aquello que no les ajustara en su interés parcial de lo público, siendo una piedrita en el zapato de los gobernantes y con la simpatía de los gobernados que ingenuamente se veían representados en estos condicionantes del poder local. Los hubo también de carácter político, de propaganda ideológica incluso religiosa: la Hoja Parroquial o ¿Quién no recuerda al simpático padre Barajas? que escribía, editaba, imprimía y repartía su propio periódico personal; incluso periódicos familiares como "Sayulense" de la familia Serrano Villalobos allá por los noventa del siglo XX.

 El ideal de periodismo es ser un medio por el cual la información llegue a todos los miembros de una sociedad, un servicio sí, que se paga de la venta y los anunciantes. Jamás una nota informativa debe tener o contener un juicio explicito, el juicio es exclusivo del lector, es su derecho; así se hace lo público en una democracia con información que permita a la ciudadano crearse su propio juicio y luego uno colectivo de lo que pasa en su entorno social inmediato. Las columnas de opinión como la que lee, es la opinión de una persona, con la que se puede estar de acuerdo o no. Pero este protocolo se violó y pasó lo descrito, las notas contenían juicios a favor de algo o alguien, las columnas de opinión eran juicios especializados e irrefutables y claro se volvieron los medios Ministerios Públicos donde se enjuiciaba y se condenaba lo mismo a políticos que a otros ciudadanos en razón del interés al que el medio respondía. Y la ciudadanía terminamos creyendo que nos hacían un favor, que nos representaba, que su papel era el contra peso. No, el contra peso del poder es el poder mismo y el máximo poder reside en el pueblo como soberano, en la opinión pública, no en  la de los medios.

Con las redes sociales la cuestión fue más difícil para los grandes emporios y los pequeños chantajistas, en facebook por ejemplo, cualquier ciudadano común podía jugar el mismo juego de los viejos medios, publicar según su interés y punto de vista cualquier opinión que sería vista por mucha gente, replicada y apoyada, y con un poco mas de habilidad volverse influencia en redes, para lo que podía ser mediocre, malo, medio o bueno eso no importaba. Con ello la propaganda y la manipulación no terminó solo ya no fue monopolio de empresas mediáticas. El juego de la manipulación por la propaganda cambió. Así llegamos al escenario actual, las páginas de facebook llenas de fotos bien cuidadas, con filtros y videos espectaculares que maquillan una realidad para crearnos "nuestra" opinión de hechos en tiempo real y verdad analógica. Vemos qué dicen los expertos: 

"El término "propaganda" tiene, no por casualidad, una mala reputación. Apenas lo escuchamos pensamos en regímenes fascistas, en mentiras repetidas una y otra vez hasta que se convierten en verdades (según la conseja de Joseph Goebbels responsable de la propaganda nazi durante la segunda guerra mundial), en medios comprados por el poder en turno y, en suma, en un proceso de manipulación del que nos gusta creernos exentos, como si nosotros no fuéramos susceptibles de ese "lavado" de mente. Con todo, aun viviendo en el país más democrático del mundo (si es que tal cosa existe), incluso teniendo una formación escolar por encima de la media y acceso potencial a distintas perspectivas de un mismo hecho público, la propaganda puede ejercer su efecto sobre nosotros, en buena medida porque ese es uno de los mecanismos esenciales del sistema en el que vivimos. Para perpetuarse en su posición privilegiada la clase en el poder emplea todos los recursos posibles, y sin duda el manejo de la información es uno de los más poderosos a su alcance. A pesar de lo que podamos creer, las ideas no surgen ni se desarrollan espontáneamente en ninguna sociedad. Su concepción, difusión y eventual aceptación son fases en las que interviene una máquina poderosa ligada con los medios de información pero también con los polos de poder económico y político de una sociedad. La noticia en un periódico, cierto anuncio en la televisión, una campaña publicitaria insistente en el espacio público, son algunas de las manifestaciones finales que llegan al gran público, provenientes de una voluntad que varios pasos atrás se propuso un objetivo: que la gente consumiera cierto producto, que creyera en cierta "verdad", que tuviera una opinión específica sobre cierto acontecimiento, que acuda a ciertos lugares en su tiempo libre y no a otros, que beba o coma ciertos alimentos, etcétera. En este sentido, el lingüista norteamericano Noam Chomsky desmiente la idea un tanto candorosa de que cada uno de nosotros posee un poder de decisión amplio, que elegimos a cada momento lo que queremos para nuestras vidas y que vivimos en un medio de libertad sin límites. El sistema nos ha vendido esta idea y muchos viven dentro de la ilusión de sentirse personas libres. Sin embargo, quienes establecen las reglas del juego son otros, una minoría selecta con la capacidad de decidir qué se produce, qué se consume, qué sale del mercado, qué le conviene a la economía del mundo. Como alguna vez señaló el filósofo francés Jean Baudrillard, en este sistema nuestra libertad está limitada a elegir entre beber Pepsi o Coca-Cola. (Luis Alberto Hara)


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