lunes, 7 de febrero de 2022

 ¿Fue Sayula parte del imperio tarasco

antes de la llegada de los españoles?

Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

Las evidencias sobre la soberanía política del señorío del Tzaulan o Sayula tras su fundación el año 900 d. C hasta el año 1522 hace 500 años, a la llegada de los españoles, es material de estudio histórico y arqueológico actualmente. Las evidencias en tumbas encontradas en Usmajac de 2 mil años de antigüedad, de ornamentas en cobre, metal que dominaba el pueblo tarasco; alfarería y asentamientos cerca de Atoyac identificados como purépechas, parecen apoyar esta tesis de la influencia purepecha, pero no se ha encontrado nada escrito en documentos de la conquista de esta región sobre el tema, que sea concluyente. Se ha especulado sobre una guerra por la sal entre los tarascos y los tazayultecas, pero cada vez menos evidencias apoyan esta hipótesis, al parecer tal fue solo un mito, sustentado vagamente en la tradición oral y la imaginación de la crónica positivista de finales del siglo XIX. 


"¿Tuvieron los tarascos un control efectivo sobre las salinas de Sayula? Desgraciadamente, la repuesta no es fácil de obtener de las fuentes históricas. Las Relaciones geográficas de los pueblos ribereños del lago seco de Sayula se han perdido  y ningún cronista del siglo XVI  afirma tal conflicto categóricamente; queda sólo la tradición de la mencionada guerra, pero como dice Carl Sauer, "Una línea de un (cronista) contemporáneo de la conquista es más válida que todos los cuentos románticos, acríticos, escritos más tarde en el periodo colonial" . 

En las Relaciones de pueblos vecinos a Sayula se dice que en tiempos de los indígenas toda la región estuvo sujeta al Calzoncin (rey tarasco).  La región de Sayula debió haber caído en manos tarascas hacia el año 1460 junto con Tuxpan, Tamazula y Zapotlán. Se piensa que para 1480 los tarascos lograron anexarse los territorios de Colima, que incluía Motines, Zapotlán, Amula, Sayula y Autlán. Basándose en las Relaciones (documentos de ese tiempo) se afirma, sin embargo, que el gobierno central tarasco pudo conservar su control sobre esta región sólo durante un lapso corto, quizás unos diez años.

Luego fue el señor de Colima quien adquirió el control de un área amplia que iba desde el lago de Chapala hasta Motines. Cuando los españoles entraron en estos territorios conquistando el antiguo "reino tarasco", se incorporaron a la Nueva España Tamazula, Zapotlán y Tuxpan (las encomiendas de Hernán Cortés), así como las tierras al oeste del lago de Chapala y los vasos lacustres de Sayula, Zacoalco y Cocula, la provincia de Ávalos (dice el investigador Carl Sauer). Estas provincias pasan a manos de Cortés sin resistencia de los indígenas, por el hecho de haber sido anteriormente avasalladas por el Calzoncin. Para Otto Schöndube (arqueólogo), estas tierras no entraron en el litigio entre Nuño de Guzmán (fundador de la Nueva Galicia) y Hernán Cortés (gobernador de La Nueva España), porque justamente se las entendía como pertenecientes al monarca tarasco conquistado por Cortés. Sauer piensa que el Marqués (Hernán Cortes) cedió, originalmente, parte de estas tierras a un pariente y teniente suyo, Hernando de Saavedra: Podemos arriesgar la conclusión de que fue ahí donde Cortés, suponemos que en 1523 o 1524, lo recompensó con la valiosa franja noroeste del estado tarasco, adyacente y muy cercana, relacionada económicamente a la reservada a Cortés de Tamazula y Amula. Saavedra fue luego a Honduras con Cortés y se quedó ahí como teniente gobernador y capitán general. Sauer prosigue: La interpretación que sigue, es que después de que Saavedra dejó el área local, Alonso de Ávalos, probablemente un joven hermano y primero un encomendero entre los tarascos, de nuevo redujo a servicio los pueblos sobre los lagos de Chapala, Sayula y Zacoalco y le fue dado, por esta hazaña, la mitad del interés en ellos. Es así como Alonso de Ávalos (el menor) entra en posesión de esta amplia provincia que de ahí en adelante llevará su nombre: Provincia de Ávalos. Dice Sauer: Es posible que Avalos recibiera esta concesión occidental (de tierras) de Alonso Estrada, quien fue gobernador de la Nueva España en 1528 y quien estuvo a punto de ser su suegro (algunos historiadores citan a Francisca Estrada Flores de a Caballería, hija de Estrada  como segunda esposa de Alonso de Ávalos Saavedra, lo de la concesión de Estrada por parentesco es dudosa ya que Estrada y Cortes era antagónicos políticamente, la concesión fue anterior al compromiso con Francisca, más bien el parentesco se pudo deber a estas intrigas del poder en el gobierno de la Nueva España entre estos dos poderosos gobernadores, uno hidalgo conquistador de México, primo de Alonso de Ávalos y el otro hijo natural del rey Fernando de Aragón, lo cual hacía de  Alonso Estrada tío del rey de España Carlos V) . 

La posesión de Alonso de Ávalos sobre los pueblos de Ávalos impidió que Nuño de Guzmán los agregara luego a la Nueva Galicia. Para terminar con la primera historia española de la zona, citamos una vez más a Sauer: Los pueblos de Avalos se conservaron como comunidades indígenas de primera importancia en la vida económica del occidente y  su hispanización tuvo lugar después de su muerte (de Ávalos) y entonces muy gradualmente. 

En resumen, a pesar de que las referencias directas se han perdido, la interpretación de las fuentes etnohistóricas sugiere que, aun cuando haya sido por un breve lapso, los tarascos llegaron a dominar la región lacustre de Sayula y Zacoalco. Fue, además, este el motivo de que la región se incorporara ´pacíficamente´ a  la Nueva España y al sistema colonial.

Desde el punto de vista histórico, la problemática que se vislumbra no es tanto la capacidad de los señores locales de Sayula de oponerse por la fuerza a los inva-sores de Michoacán. Al contrario, lo que interesa comprender es el tipo de relaciones que se dieron a través del tiempo entre las zonas de contacto o zonas de fronterizas. La dinámica de fronteras es en general mal comprendida. En la zona tarasca, ha predominado la noción de que las fronteras fueron rígidas, con poca posibilidad de contactos que no fueran amenazas y hostilidades para la apropiación de recursos (minas, salinas, etcétera). Esta idea, basada quizá en una noción de ´imperio´ tarasco (que se puede desprender de las primeras crónicas y de los datos aportados por las Relaciones), proscribe el buen entendimiento entre las zonas vecinas. Se sabe que la frontera oriente del Estado de Michoacán estuvo en conflicto casi continuo con los mexicas. De hecho, era muy importante para la defensa de sus intereses concentrar su poderío militar en la frontera con un Estado poderoso y beligerante. Pero, ¿serían sus otras fronteras igualmente duras? En tiempos anteriores a la dinámica expansionista mexica iniciada hacia 1460 ¿existieron verdaderamente fronteras impermeables hacia el occidente hoy sur de Jalisco y Colima? ¿Habría privado realmente un estado de hostilidad potencial? ¿Serían quizá esas fronteras más blandas, permeables a la interacción económica y, eventualmente, a la ideológica? Las fuentes escritas no dan información clara al respecto. La única manera de averiguarlo puede ser a través de la investigación arqueológica, en contextos controlados con estratigrafia y cronología fina. En cualquier caso, la situación se vuelve aún más compleja cuando las fronteras políticas han dejado de existir al efectuarse la sujeción efectiva de un territorio. Surgen, entonces, una serie de nuevas preguntas que complican el cuadro anterior. La tarea de reconocer las relaciones en tiempos de paz se complementa con la necesidad de identificar las consecuencias del cambio político ¿Cómo se materializa el dominio? ¿Se instauraron mecanismos de control permanentes, o hay simplemente un apoyo externo al gobierno local sumiso? ¿Cómo se mantienen las estructuras de poder locales frente a una autoridad foránea? ¿Hay desplazamiento de poblaciones? ¿Hay imposición militar coercitiva? ¿Hay usurpación de recursos, con un control directo de los invasores? o ¿Hay sólo obligación de tributos? ¿De qué tipo son estos? ¿Se imponen costumbres, religión y aristocracias o jerarquías foráneas, y a qué nivel? Éstas son algunas de las preguntas que interesan para comprender lo que implicó verdaderamente la conquista del territorio de Sayula en ese periodo. El enfoque arqueológico, con su búsqueda de evidencia material de estos procesos, puede aportar información que suple la falta de registros. Aunque los datos no sean siempre concluyentes, a veces la evidencia explícita sobre determinadas situaciones vale tanto como ´una sola línea de un contemporáneo´…"  (Francisco Valdez y Catherine Liot, "La cuenca de Sayula, yacimientos de sal en la frontera oeste del estado tarasco" Colegio de Michoacán.) 

 


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