lunes, 8 de agosto de 2022

 EDITORIAL: La inconciencia inconsciente de muchos

La inscripción a la entrada del infierno decía: "A mí también me creó el amor eterno"

(Tomado del quinto canto "El Infierno" de La Divina Comedia del poeta Dante Alighieri).

Pareciese una mala parodia del destino lo que nos pasa en Jalisco porque ¿Qué hay detrás del umbral del averno? Tortura, dolor, crueldad, martirio, sufrimientos en todas las modalidades.

¿Qué hay descrito detrás del quicio de un gobierno "electo democráticamente"?

Desaparecidos (en los primeros lugares mundiales, no es cosa anecdótica, la situación es gravísima), asesinatos en promedio de 24 a 30 por semana, mujeres quemadas vivas por el desprecio a la protección que debe brindar un gobierno, enriquecimiento exorbitante de los funcionarios, delincuencia bastante organizada, jueces y magistrados que permiten salir a forajidos como si los juzgados fuesen sólo estancias de trámites, policías metidos a delincuentes y pillos metidos a policías. En realidad, es un maremágnum de descomposición.

Pero ¿cuál es el origen de esta putrefacción? Es una escalera cuyo primer peldaño está en los ciudadanos que de forma inconsciente aceptan dádivas como despensas, enseres, tinacos, dinero o favores creyendo que este pequeño apoyo es una bondad del funcionario.

Y no es ningún favor y lo corrobora un refrán: "quién paga para llegar, llega para robar".

Bueno, hasta a las ratoneras les ponen algo de queso para que el animal caiga en la trampa.

La gente no cae a la razón que los políticos empiezan sus carreras desde abajo y pueden llegar a cargos importantes, pero en cada escalafón que suben deben volver a comprar la voluntad de los ciudadanos.

El pueblo olvida o no quiere aceptar que esos políticos les ponen precio a las tortillas, proporcionan los servicios que a veces niegan, encarecen la vida, ponen en sus puestos a jueces, magistrados, policías, burócratas y servidores. Éstos a su vez dejan de sancionar a los delincuentes con justicia, ya sea por abulia, pereza o corrupción.

Esos 100 pesos, doscientos, quinientos y tal vez hasta mil recibidos, están ahora convertidos en los peores verdugos del pueblo.

Ojalá pudiésemos regresarles ese dinero y decirles: aquí están tus quinientos pesos ¡regrésame a mi familiar desaparecido! ¡vuélveme a la vida a mi familiar asesinado cruelmente! ¡dales protección a mis mujeres, ya sean hermanas, madres, hijas! ¡aquí están tus mil pesos o tu tinaco y quita la impunidad! ¡te devuelvo tu favor, pero quiero vivir la paz!

Sólo quiero que me regresen lo que ya me han quitado.

Evaluemos cuánto cuesta la paz, la tranquilidad.

Los funcionarios se escudan legalmente porque fueron electos democráticamente, pero una cuestión es lo legal y otra es lo legítimo; se cambian las cosas cuando la mayoría votó por esa persona, pero no lo hizo de manera libre, no usó el libre albedrío.

La miopía del pueblo, le impide mirar que algunos funcionarios son como los animales rapaces, atrapan una presa y la están consumiendo cuando ya están buscando, observando y deseando otra, aunque la primera no esté finiquitada. Así son: todavía no terminan su periodo en un puesto y hasta abandonan sus funciones para brincar sobre el nuevo nombramiento.

Y se olvidan completamente del pueblo, a los políticos les preocupa más el plato de su perro que la comida de la gente; no les importa si son eficaces en su puesto, su fin es otro.

Esto es para todos los partidos; acaba de pasar las elecciones para consejeros en el partido MORENA y los arribistas (porque llegaron sólo al reparto de puestos) que ni siquiera eran de esta filial (bueno algunos hasta hace una semana todavía despotricaban contra AMLO), se inscribieron y acarrearon, compraron y presionaron los votos para ser electos.

Se cumple el refrán "quién juega limpio, limpio se queda" y los que caminaron por años las calles, sólo tendrán la oportunidad de volver a caminarlas y hacer campaña para los recién llegados. (Moisés Zepeda Gómez/Para Horizontes)


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