martes, 30 de agosto de 2022

 La Política Juan Rulfo y  Byung-Chul Han. 

Por Rodrigo Sánchez Sosa

"En su novela ´ La policía de la memoria´, la escritora japonesa Yoko Ogawa habla de una isla sin nombre. Unos extraños sucesos intranquilizan a los habitantes de la isla. Inexplicablemente, desaparecen cosas luego irrecuperables. Cosas aromáticas, rutilantes, resplandecientes, maravillosas: lazos para el cabello, sombreros, perfumes, cascabeles, esmeraldas, sellos y hasta rosas y pájaros. Los habitantes ya no saben para qué servían todas estas cosas.

Yoko Ogawa describe en su novela un régimen totalitario que destierra cosas y recuerdos de la sociedad con la ayuda de una policía de la memoria similar a la policía del pensamiento de Orwell. Los isleños viven en un invierno perpetuo de olvidos y pérdidas. Los que guardan recuerdos en secreto son arrestados. Incluso la madre de la protagonista, que evita que desaparezcan las cosas amenazadas en una cómoda secreta, es perseguida y asesinada por la policía de la memoria.


La policía de la memoria puede leerse en analogía con nuestra actualidad. También hoy desaparecen continuamente las cosas sin que nos demos cuenta. La inflación de cosas nos engaña haciéndonos creer lo contrario. A diferencia de la distopía de Yoko Ogawa, no vivimos en un régimen totalitario con una policía del pensamiento que despoja brutalmente a la gente de sus cosas y sus recuerdos. Es más bien nuestro frenesí de comunicación e información lo que hace que las cosas desaparezcan. La información, es decir, las no-cosas, se coloca delante de las cosas y las hace palidecer. No vivimos en un reino de violencia, sino en un reino de información que se hace pasar por libertad.

En la distopía de Ogawa, el mundo se vacía sin cesar. Al final desaparece. Todo va desapareciendo en una disolución progresiva. Incluso desaparecen partes del cuerpo. Al final, solo voces sin cuerpo flotan sin rumbo en el aire. La isla sin nombre de las cosas y los recuerdos perdidos se parece a nuestro presente en algunos aspectos. Hoy, el mundo se vacía de cosas y se llena de una información tan inquietante como esas voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa y descorporeiza el mundo. También suprime los recuerdos. En lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos. Los medios digitales sustituyen así a la policía de la memoria, cuyo trabajo hacen de forma no violenta y sin mucho esfuerzo.

A diferencia de la distopía de Ogawa, nuestra sociedad de la información no es tan monótona. La información falsea los acontecimientos. Se nutre del estímulo de la sorpresa. Pero el estímulo no dura mucho. Rápidamente se crea la necesidad de nuevos estímulos. Nos acostumbramos a percibir la realidad como fuente de estímulos, de sorpresas. Como cazadores de información, nos volvemos ciegos para las cosas silenciosas, discretas, incluidas las habituales, las menudas o las comunes, que no nos estimulan, pero nos anclan en el ser. […]

Hoy nos encontramos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas. Es la información, no las cosas, la que determina el mundo en que vivimos. Ya no habitamos la tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube. El mundo se torna cada vez más intangible, nublado y espectral. Nada es sólido ni tangible." Byung-Chul Han.

Mi maestro Byung-Chul Han, siguiendo esta misma reflexión, bien podría en la misma lógica llegar a las no-personas, no solo desaparecen las cosas volviéndose no-cosas, como lo señala en el texto, desaparecen partes del cuerpo y luego las personas mismas para quedar flotando en la nada, como voces de fantasmas. El mundo desaparece dejando una fantasmagoría en su lugar.

Cuando en la novela de Juan Rulfo, "Pedro Páramo", Juan Preciado, un personaje importante de la novela, está a punto de llegar al lugar al que va a buscar a su padre, se da cuenta que Abundio, el arriero que lo guía hasta allí, no es una persona sino una voz que flota en una pura nada que es Cómala. Fulgor Sedano el lugar teniente del cacique en la novela describe a  Pedro Páramo como una no-persona; es, dice, un rencor vivo. La misma Cómala es también un algo a punto de convertirse en nada, invadida por esa hierba que la gente le llama, nos cuenta Rulfo, la capitana, que se mete en las casas abandonadas para sustituir a las personas que desaparecieron y desaparecer  a su vez lo que queda de la casa. Todas las casas en Cómala están siendo devoradas por la nada y apenas son esqueletos haciéndose polvo. 

A diferencia del mundo distópico de Byung-Chul Han, donde como él dice sin violencia ni resistencia las cosas desparecen sustituidas por la novedad que pronto cansa  y empuja al hambre de más novedades de luminosa fantasmagoría que sustituyan a la realidad, en Cómala la pérdida es un desarraigo trágico, producto de una violencia, donde, como se ve al final de la novela, la resistencia a tal despojo ya no tiene sentido, dado que el mismo Juan Preciado se descubre como una voz más flotando en la nada.

Cómala, nos dice la novela, se consumió en la pasión de Pedro Páramo. Rulfo hace decir en la novela a este cacique ambicioso, cruel, violento, opresor y autoritario: "me sentaré y cruzaré los brazos y Cómala se morirá de hambre…" como venganza contra el pueblo que irrespetó el duelo de su pasión. Una pasión que creó a una no-persona también, Susana San Juan, el amor imposible de Pedro Páramo, por la que, dice este personaje en la novela: "Esperé a tenerlo todo. No solamente algo. Sino todo lo que se pudiera conseguir de modo que no nos quedará ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti (Susana)"

La pasión de Páramo se volvió psicosis (Ver, escuchar o sentir cosas que no existen (alucinaciones) Pensamientos que "saltan" entre temas que no tienen relación (pensamiento desordenado), la Susana San Juan que su fantasía psicótica creó no solo no coincida con la real, sino que a esta la desparece, la mata. Los delirios de Pedro Páramo y de la misma Susana San Juan antes de morir, son mundos falsos que devoran al real y por ello a la propia existencia.

Ya muerta Susana es convertida en una virgen, casi en una diosa, por medio del delirio de Pedro Páramo:

"A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras."

Susana a su vez tenía su propio delirio y su propia pasión, que no era Pedro sino Florencio, su marido: 

"… rodea mi cintura con su brazo suave, da vuelta sobre mis senos; se abraza de mi cuello; aprieta mis hombros. Entonces me hundo en él, entera. Me entrego a él en su fuerte batir, en su suave poseer, sin dejar pedazo."

Como en el Cómala de Rulfo y la isla sin nombre de Yoko Ogawa a la que cita Byung-Chul Han, un sistema perverso que utiliza la comunicación digital para desparecer la realidad, como apunta Han en su texto, desaparece nuestras vidas, cosas y a nosotros mismos. Todo se vuelve información insustancial, big data (datos tan grandes y complejos sobre el mundo y nosotros mismos que precisan de aplicaciones informáticas no tradicionales de procesamiento de datos para tratarlos adecuadamente). El mundo entero  poco a poco se vuelve un Cómala lleno de murmullos digitales, insustancial. La pasión delirante, una emoción definida como un sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto, se vuelve una devoradora de mundos. La ambición de poder, nacida del individualismo narcisista de un sistema perverso, análogo al  Pedro Páramo rulfiano nos hunde en la nada; victimas, todos nosotros, de su propia pasión cada uno (como Susana San Juan), vueltos a las ensoñaciones digitales de nuestros dispositivos conectados internet. 

En Sayula, por ejemplo, no tenemos un presidente municipal real, ni un ayuntamiento, sino una ilusión digital de redes sociales que desaparece frente a nuestros ojos y con nuestra complicidad, al Sayula real y con ello a nosotros mismos, volviéndonos murmullos insustanciales de un entorno demolido, saqueado, vulnerado, en nombre de una pasión inútil. Nuestro patrimonio no nos estimula, nos estimula el nuevo vídeo del presidente municipal compartido en redes junto con los chismes más frívolos de facebook. Lo cual nos estimula pero no nos ancla, dice Han, a nuestra raíz, para defendernos del saqueo de las corporaciones que se adueñan ilegalmente de nuestra tierra, agua y futuro, y de la ambición enana en el gobierno, su cómplice; que ya de por sí, no son más que fantasmagorías patéticas en redes. 






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