lunes, 14 de noviembre de 2022

 Don Jorge Eguiarte el último de los

liberales juaristas en Sayula

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

Un periodo en la historia de Sayula del cual se sabe hoy poco o casi nada, es sin lugar a dudas el último tercio del siglo XIX,  entre 1860 y 1899. Tiempo convulso en el que se darán fenómenos político sociales importantísimos para la historia del país, como la invasión francesa, el segundo imperio mexicano (Maximiliano de Habsburgo), el arribo de Benito Juárez al poder  y la trasformación del México de ese entonces, acorde al espíritu de la época, el modernismo. 

La mayoría del patrimonio edificado, es decir la arquitectura de nuestros portales y casonas en Sayula, se los debemos a este periodo caracterizado por la lucha entre centralistas y federalistas, del clero y los militares con las nuevas formas que les restaban privilegios en beneficio de la ciudadanía.


México venía de una invasión y una gran guerra en la que perdería la mitad de su territorio (la de 1847 con los Estados Unidos), e intentaba adaptarse al mundo moderno de esos tiempos cuyo eje político-económico estaba en el liberalismo político y la industrialización de la producción. 

El ministro de economía de Juárez, don Lucas Alamán pretendía modernizar al país por medio de la industrialización a partir del capital que había generado la explotación agrícola del territorio nacional en base  la producción heredada de la colonia: las de haciendas y estancias en manos de terratenientes que recibían concesiones y protección del gobierno para producir la mayor parte de lo que luego se conocería como el PIB nacional o producto interno bruto, en palabras simples: el total de lo que genera en su producción, comercio y rentas una nación.

La efervescencia del modernismo económico se veía por todo el mundo, de Japón a París, de Nueva york a San Petersburgo, Rusia; ferias mundiales que exhibían lo último de la tecnología,  ciencia e ingeniería que producían una gran confianza en el futuro de una economía de mercado en una etapa liberal de capitalismo occidental. México no solo se trasformaba con su tiempo sino que vivía una trasformación en busca de su propia identidad como país en una comunidad internacional que emitía nuevas reglas geopolíticas y diplomáticas. Las ciudades coloniales del país se modernizaban y surgía la cara urbana moderna en ellas. Sayula no sería la excepción.

La importancia de nuestro municipio a lo largo de la colonia y el propio siglo XIX, le reservaba un lugar primordial en los nuevos tiempos a la antigua capital de la Provincia de Ávalos. O al menos así pensaban los sayulenses en ese entonces. 

Un importante vecino de Sayula don Claudio Gutiérrez, que sería presidente del la cámara de comercio de Sayula que junto a la de Guadalajara y Tepic serian las más importantes del occidente del país en ese periodo; era amigo personal de Lucas Alamán el ministro de economía del gobierno de don Benito Juárez e importante liberal mexicano que trasformaría las políticas económicas del gobierno federal para comenzar la industrialización y modernización del país con ayuda de gente como don Claudio, durante el gobierno de Juárez. Sayula con el empuje de este personaje liberal de primer orden y otros importantes comerciantes y dueños de considerables capitales en el municipio, iniciaron una trasformación de Sayula. Gracias ellos tenemos el patrimonio arquitectónico que tanto nos enorgullece en Sayula, como los diez portales de nuestro centro histórico, que son parte un proyecto de urbanización que contó con el trabajo de uno de los más reconocidos Alarifes de esos tiempos, don Lucio Uribe (quien también fuera liberal y diputado del congreso del estado de Colima), artífice de la cara actual de nuestro centro histórico que comenzó con la construcción del nuevo Parían de Sayula en 1882. 

Las fortunas obtenidas en la administración de la producción agrícola en Sayula de al menos 200 años, se invirtió en parte en empresas de vanguardia como la ferrería, y una fábrica de papel en la sierra de Tapalpa, de las primeras en el país. La grande tiendas de comercio de hasta ocho puertas en Sayula vendían artículos procedente de todo el mundo que llegaban por el pacifico al puerto de Manzanillo y en su paso a la ciudad de Guadalajara eran almacenadas en Sayula convirtiendo a esta en el burgos moderno del occidente mexicano, ruta de paso de las caravanas de arrieros del camino real de Colima. Esto hacía sentir orgullosos a los sayulenses y el futuro, luego de años de guerras, hambrunas y sequías, se vía prometedor para nuestros municipio en estos nuevos tiempos del 1900.

Una de estas tiendas era propiedad de la familia Eguiarte, comerciantes de origen español vecinos de Sayula desde tiempos de

la colonia, que en el siglo XIX abrazaban con entusiasmo la modernidad liberal decimonónica que hablaba en México de una joven nación en busca de su destino. La empresa e iniciativa privada a favor de una trasformación industrial del país en bien de toda su gente sin importar su origen étnico color de piel o estatus social, era el espíritu de la época,  el individuo podía participar en el esfuerzo de modernización de México y beneficiarse de él por derecho propio siendo ciudadano de esta gran nación.

En esta tienda de los Eguiarte, ubicada en el reluciente Nuevo Parían de Sayula , versión en ese siglo de lo que hoy son los centros comerciales, durante la segunda mitad del siglo XX, trabajaba el sobrino de los dueños de nombre Jorge. El jovencito, apenas entrando en la adolescencia,  seguramente habría sido educado en los valores liberales del juarismo y en el espíritu emprendedor de la modernidad que profesaba su familia entre otras del Sayula decimonónico. Su fe en el progreso, la igualdad y la fraternidad en una nación de justicia para todos, debió ser férrea, ya que en el futuro lo definiría y tendría repercusiones en su comunidad, Sayula; aunque él por asares del destino había nacido en la vecina Zapotlán.

Ya bien entrada la adolescencia, Jorge Eguirte González, viajaría para establecerse un tiempo en la ciudad de México, donde trabajaría para la compañía estatal de Luz y Fuerza del Centro, recién inaugurada, donde desarrollaría sus habilidades logísticas de administración de empresas en un ambiente nacionalista durante el cardenismo, probablemente. Esto se sumaría a lo aprendido en la tienda de sus tíos.

Don Jorge Eguiarte, como luego se le conocería en Sayula, regresó en plena juventud a emprender en el municipio que lo vio crecer de niño, la tierra de sus padres, con tanto éxito que llegó a ser uno de los empresarios más exitosos de la región, diversificando sus inversiones y proyectos en distintos rubros de  la producción y el comercio, fundó y fue dos veces presidente de la cámara de comercio de Sayula en la segunda mitad de  siglo XX; secundó empresas y proyectos comprometidos con el desarrollo del municipio y la región y rescató el carnaval de Sayula que estuvo a punto de perderse como tradición. Capacitó y preparo a sus empleados como administradores y emprendedores y sus obras en benefició de Sayula en la pasada entrega de este semanario fueron enumeradas dando cuenta de no pocas. A él se debe el terreno donde se levanta la sede del club de leones de Sayula, el terreno de la preparatoria de la U de G y el patronato y edificio del asilo de ancianos que, a su inauguración contó  con  capacidad para atender a 24 personas, el cual al día de hoy sigue en uso. Cómo este semanatio la semana pasada informara.

Don Jorge Eguiarte fue uno de los últimos representantes de liberalismo del siglo XIX en Sayula junto con doña Paula Gutiérrez, acaudalada mujer que benefició mucho a Sayula y cuyo capital a su muerte se volvió un fideicomiso que ayudaba económicamente a los más necesitados del municipio, así mismo debido a su muerte se truncó el proyecto de un hospital comunitario que hoy es la sede de un regimiento del ejército mexicano en Sayula. 

La importancia histórica de personajes como don Jorge Eguiarte y doña Paula Gutiérrez para Sayula no ha sido considerada actualmente más allá de aparecer como próceres y personajes ilustres en los clásicos catálogos grises de nombres amontonados en la mas polvoso de la memoria común, despersonalizados como nombres de calles, o imágenes que no dicen ni a portan mucho a la colectividad con la que están relacionados. Sin embargo, es en estos personajes donde se descubre el olvido de una época importante en la historia de Sayula. Don Jorge fue hasta hace exactamente 30 años el último de los grandes emprendedores y benefactores de Sayula, sin mencionar dueño de una de las fortunas más importantes de los últimos años creada a base del esfuerzo y amor al terruño, la patria y su gente. Muy lejos de neoliberalismo actual, individualista, depredador, saqueador de la patria, pretencioso, clasista y racista. Don Jorge Eguiarte no solo donó sus terrenos incluida su propia casa a la beneficencia en Sayula, sino que sus empresas a su muerte pasaron a propiedad en partes iguales de sus empleados, y dejo un fideicomiso que mantiene hasta el día de hoy más de treinta años después un asilo de ancianos. Mientras los nuevos capitales surgidos luego de la revolución mexicana y la contra revolución cristera, en Sayula comparten un mito desafortunado sobre la superioridad de los  nuevos ricos que especularon con el triunfo de las luchas armadas citadas, heredando tierras y fortunas que en el mejor de los casos fueron apuntaladas y estabilizadas por subsidios públicos, pero que de ninguna manera tienen que ver con el ideal de liberal juarista del siglo XIX ni con la moral y compromiso social de personajes educados en esa ética como don Jorge Eguiarte González, por lo mismo son de unos valores burdos que mezclan la nobleza colonial clasista y el neoliberalismo reciente de exclusión, saqueo y explotación de hombres y medio ambiente, para desarrollar gustos pésimos, con el consiguiente deterioro del arte, el patrimonio y la cultura en el municipio. Los nuevos ricos que la gente comenzó a llamar despectivamente "curros", en Sayula, sepultaron el sueño de una época que ya nadie recuerda en la Sayula del modernismo y progreso decimonónico. 


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