martes, 13 de diciembre de 2022

 Situación en Sayula durante el movimiento 

armado en México 1909-1917

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula


En 1909, en Sayula había inquietud por la reelección de Porfirio Díaz, la paz y progreso porfiristas no fueron suficientes para substituir los anhelos democráticos y ese año se fundó en Sayula, dependiente del club anti reeleccionista de la ciudad de México Valentín Gómez Farías,  el club anti reeleccionista de Sayula. 

El club lo presidía Santiago G. Flores. La mano dura con que era tratado el pueblo y el control  que tenían las familias de terratenientes con sus redes de parentesco e intereses, impedía lo movilidad social, manteniendo al pueblo en la pobreza. Los indígenas despojados de sus tierras por las leyes de reforma y endeudados en las haciendas como peones acasillados, sufrían inhumanamente en nombre de aquel progreso, y aquellos que no entraban dentro de la cadena de producción, eran enlistados por la fuerza al ejército. Todo aquel que era considerado vago o vicioso, era encarcelado durante treinta días y luego, enrolado en el ejército y llevado lejos de su tierra natal. El abuso e injusticias derivadas de esto completaron el resentimiento popular contra el régimen porfirista. Pese a ello, se constituyó como una moral pública de la sociedad conservadora (que aún se reprodujo mucho tiempo después de la Revolución de 1910,) justificando tal abuso en la falta de productividad de gente a la que aquel sistema porfirista no le redituaba nada que no fuera miseria y hambre. 

El siguiente ejemplo de un relato que cuenta don Federico Munguía Cárdenas (QPD), independientemente de que hubiese sucedido o sólo sea un mito local, ilustra lo anterior, que es un valor de la clase terrateniente sayulense que antecedió al régimen de Porfirio Díaz: 

"A resultas del fracaso de la revolución de la Noria, que buscaba colocar al general Porfirio Díaz en la presidencia de la república, el propio Díaz vino de incógnito a Jalisco, desembarcando en Chamela e internándose en compañía del general Galván, de quien aparentaba ser su ayudante. Llegaron a Tapalpa a casa del rico vecino Vidal Vizcaíno, presentando Galván a Díaz como su asistente, por lo que al amanecer del día siguiente, Vizcaíno que se levantaba temprano, encontró a Díaz parado junto a la puerta de la casa, ordenándole que se pusiera a barrer la calle, ya que no le gustaba ver a la gente de floja, cosa que dócilmente hizo don Porfirio, barriendo el frente y portal de la casa, cuyo dueño supo la verdad tiempo después." 

 En 1911, el Directorio del Estado de Jalisco prestaba más  atención a la serie de temblores suscitados durante este año que al movimiento revolucionario que comenzaba a envolver al país. El 7 de junio de ese año, a las cuatro de la mañana, un fuerte temblor de tierra despertó a los habitantes de Sayula. Muchas casas se vinieron abajo y la mayoría quedó con grandes cuarteaduras…los movimiento sísmicos que tanto alarmaron a Guadalajara en 1912, más de mil entre pequeños y mayores, según el sismógrafo tapatío, no fueron sentidos en Sayula, por lo que el Ayuntamiento de Sayula hizo galante ofrecimiento de traslación de los poderes del estado a su municipio si alguna catástrofe ocurriera. 

En Jalisco los movimientos políticos maderistas y huertistas, no se dieron con la misma intensidad destructiva que en otras partes de la república. En Sayula la revolución era noticia que venía de fuera, traída por comerciantes, arrieros y cartas de conocidos. Los pronunciamientos y levantamientos que se dieron, fueron desarticulados y esporádicos. Una junta revolucionaria convocada en secreto en 1910 por Eduardo Valdovinos, Juan J. Carrión, Albino Amador, Tiburcio Ochoa y Benito Aceves, vecinos todos de Sayula, era vigilada de cerca por las autoridades locales y el comandante del cuarto escuadrón de la gendarmería del estado, de acuerdo a crónica de Munguía Cárdenas. Estos se enteraban de primera mano de los acontecimientos en México, mientras el pueblo de Sayula desconocía toda información que no fuera la que propagaba la prensa porfirista, que tildaba a Madero de loco. Los señores Abundio Valencia y Pedro Flores Grajeda, arribaron procedentes de Guadalajara comisionados por la junta revolucionaria de aquella capital, para contactar a la Junta Revolucionaria de Sayula y comenzar el movimiento armado. Con poco armamento: dos rifles 30-30, una docena de dagas y algunas pistolas y escopetas. Sesenta hombres, que conformaban la junta en Sayula y Usmajac; tratarían de tomar Sayula.  

  Se dio a conocer el plan de levantamiento y ataque el 20 de noviembre de 1910… acordose dividir el grupo en dos facciones, una al mando de Abundio Valencia se dirigiría al cuartel de la gendarmería, esquina del suroeste del cruzamiento de las calles San Francisco y Silverio Núñez, haciendo lo posible para apoderarse de la capilla cercana y desde su altura facilitar el ataque; el otro grupo al mando de Flores Grajeda, atacaría la cárcel, pensándose que al ser tomada, la mayor parte de los presos se incorporarían al movimiento. Eduardo Valdovinos, mientras tanto, haría su entrada la frente del contingente de Usmajac por la calle Reforma y volteando por la de Escobedo auxiliaría a los atacantes de la cárcel, continuando al cuartel que pensaban sería muy bien defendido. El complot fue denunciado por un hombre que traicionó a la junta de nombre Juan Gutiérrez y los dirigentes de la junta revolucionaria de Sayula huyeron a San Gabriel y Colima sin que se llevara a cabo el levantamiento armado, ni la toma de Sayula el citado día. 

En la región se dieron escaramuzas y pronunciamientos contra el reeleccionismo. En Sayula se limitaban los maderistas y anti reeleccionistas a hacer pronunciamientos públicos contra el gobierno. En 1911 El coronel Ignacio Luis Mondragón, presentó al jefe político de Sayula, una lista de personas a las que venía a detener para llevarlas a la capital del estado en calidad de presentados por su actividad en contra del gobierno, entre ellos los hermanos Larios Cárdenas; convenciendo al coronel, el jefe político, de que aunque maderistas las personas en las lista no constituían un peligro para el gobierno. Sin embargo, después serían detenidos una decena de vecinos y llevados hasta la Ciudad de México donde finalmente se les dejó en libertad. 

La vida en Sayula seguía su cauce y, salvo algunos entusiastas, la revolución no era preocupación pública de primer orden, los alzados en la sierra a favor de la causa maderista, eran vistos como gavillas de bandoleros que ya existían antes, y el poder de las familias de terratenientes imponía una realidad muy alejada de los hechos violentos de la revolución que ya se daban en otras partes del país. 

Los trabajos por el progreso de Sayula seguían con normalidad, tal es el caso del tranvía de mulas que daba servicio del centro de Sayula a la estación de ferrocarril que era visto como un símbolo de la pujanza económica del pueblo y su modernidad. En 1912 es mandado comprar para el tranvía un elegante vagón funerario, extendiéndose las vías hasta el panteón el Tepeyac, siendo motivo de la atención pública. Paradójicamente el primer servicio que prestó dicho vagón del tranvía, fue a su dueño Jesús Pérez Romero, ese año, una nota que pesó más que la evolución de los acontecimientos políticos en la ciudad de México y el país en la opinión pública de Sayula. 

Otro hecho que ilustra lo mismo, en 1913, mientras en otros lugares de la república estallaba la violencia en la evolución del movimiento armado revolucionario, en Sayula los jóvenes de ese tiempo organizaban clubes deportivos, equipos de beisbol y reuniones sociales, al parecer, despreocupados de tales acontecimientos. Uno de estos clubes sayulenses se llamó H.A. T. cuyo significado era: horror al trabajo. 

Las palabras con que cierra José López Portillo y Rojas sus Memorias de Gobierno, dice de este periodo en Jalisco: "El brevísimo relato que acabo de hacer no refleja sino de un modo imperfecto la verdadera situación de Jalisco durante los años últimos; pero da motivos para que nos sintamos orgullosos todos cuantos amamos este rincón de la patria, por haber nacido bajo sus hermosos cielos. Haber mantenido la paz en medio de la guerra, la prudencia en medio de la locura, y el trabajo en medio de la destrucción, son hazañas de que bien pudo vanagloriarse un pueblo fuerte, valiente y laborioso."

  La Revolución al menos en sus primeros años, debido a las redes de poder entretejidas por los intereses y parentescos en Jalisco, permitió que se diera la producción e intercambio económico en la forma que se venían haciendo, la independencia de las regiones fue importante para ello, una región como la del sur de Jalisco producía lo necesario para ser autosuficiente, el intercambio con otras regiones fortalecía la autosuficiencia del estado, logrando éste mantenerse al margen del conflicto en sus manifestaciones más destructivas al menos en un principio. No es sino hasta el 8 de julio de 1914, luego de la lucha revolucionaria contra Porfirio Díaz y su caída, poco antes de ese año, que Jalisco es incorporado a la revolución, cuando las tropas de Álvaro Obregón entran a Jalisco y nombran gobernador a Manuel Macario Diéguez. 

Entre 1914 y 1917 la situación se agrava en Jalisco producto del contexto nacional. La crisis minera, la textil y la de la industria del tequila termina por sacar a Jalisco de su sopor; la paralización de los ferrocarriles afecta a Sayula directamente, y los alzamientos armados de gavilleros, culminan con la entrada del Estado de Jalisco en la órbita del conflicto. Pese a las anteriores circunstancias, la economía de Jalisco no dejó de funcionar y aún de expandirse, como en el caso del comercio, pero sin que su estructura económica se viera alterada en su esencia: mayormente agrícola, las relaciones sociales de producción en el campo continuarán presentando una mayoría de peones que no conocen el régimen salarial. Por encima de ellos, medieros y aparceros y, más arriba, rancheros y hacendados que recurren a formas de explotación extraeconómicas


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