lunes, 13 de marzo de 2023

 Mujeres sayulenses, María Vita Padilla Castillo,

 una historia de emprendimiento y superación

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

Continuando con los personajes locales y sus micro historias que le dieron cuerpo a nuestra historia como municipio el siglo pasado, hoy en un homenaje al Licenciado Víctor Manuel Padilla Cárdenas, fallecido el pasado 19 de febrero, contaremos la historia de su señora madre María Vita Padilla Castillo, como apareció en el libro "Los Murales del barrio de san Miguel", relato y datos proporcionados por el licenciado Padilla Cárdenas a quien esto escribe, para darle forma a esta pequeña biografía que aparece en el libro citado junto a otras de los vecinos de este popular barrio de Sayula. Que en paz descansen ambos 


Aquella Carreta transitaba el polvoso Camino Real a Colima en su tramo entre Techaluta y Sayula. Era una mañana fresca, el sol apenas se había levantado desde la sierra del tigre en el oriente y la sombra de los arboles se proyectaba sobre el camino. La carreta cargada con las pertenecías de la familia Padilla Castillo avanzaba a buen paso jalada por una mula entre chirridos de la madera y el ruido de los ejes. Las hijas de don José y doña Francisca, María Vita y sus hermanas, venían en la parte de atrás, felices de mudarse a vivir a Sayula donde estudiarían. La vaca de  la familia venia amarrada a la carreta y mugía lastimera de vez en cuando  como molesta por el paso a que la mula la obligaba a avanzar. Pero la mula no tenia opción, don José la apuraba con el fuete mientras platicaba con su esposa de los pormenores de la mudanza y la casa donde evitarían en Sayula. Avanzaba aquella carreta hacia al sur, evadiendo los baches y las piedras que sobresalían de entre el polvo del camino y que pudieran dañar sus ruedas de madera forradas de caucho. 

Se cruzó la familia con unos arrieros y sus burros cargados de mercancía que iban a Guadalajara - Buenos días - dijeron los hombres aquellos y se quitaron el sobrero. Don José y su esposa respondieron el saludo y las niñas en la parte de atrás de la carreta respondieron a coro, alegres y entre risas. 

María vita, se recostó en el espacio que le correspondía de la carreta y miró el cielo, allá arriba las nubes blancas dibujaban caprichosas formas y dos zopilotes daban vueltas en círculo más allá, rumbo a la sierra de Tapalpa. 

-¿Qué piensas Vita?- le dijo su hermana. Ella solo suspiro y luego de un rato en que las dos contemplaron las nubes por un minuto dijo - Pienso en cómo será nuestra vida allá, como será la casa y la gente que conoceremos…- Tú has ido a Sayula ¿Cómo es vita? - Preguntó su hermana.  Ella volvió a suspirar y contestó - Bonito, grande, con un jardín lleno de flores. Hay muchos portales y una iglesia enooorme… - alargo la penúltima sílaba, volvió a mirar al cielo y continuó -  En la fiesta de ramos se ponen muchos puestos con cazuelas, cantaros, ollas de barro, juguetes de madera y puestos de fruta, comida y dulces…- dijo con la vista fija en las nubes como viendo lo que describía e hizo otra pausa. La niña atenta a lo que su hermana decía, denotaba emoción en su cara y deseaba que Vita siguiera contando, pero esta seguía mirando las nubes en silencio. - ¿Tú crees vita que estas mismas nueves se vean ahora en Sayula?.- preguntó la niña a su hermana - Si claro, ahora mismo la gente allá las ve…es el mismo cielo, tienen que verlas.- Dijo ella y volvió a su mutismo. -Yo ya quiero llegar a Sayula.- dijo la niña y abrazó a su hermana. La carreta avanzó entre el canto de esas palomas que la gente les dice torcasitas, el grito de los cuervos, el zumbido de los insectos y el planeo lento de las mariposas que cruzaban el camino Real a Colima esa Mañana.

María Vita Padilla Castillo, nació en Techaluta de Montenegro, Jalisco donde vivió parte de su niñez. Fue hija de José Padilla Fajardo y de Francisca Castillo Larios. Su familia se traslada a vivir a Sayula, recuerda su hijo Víctor, en 1946, trasportan sus pertenencias en una carreta y se trajeron una vaca consigo, preocupados por que los niños tuvieran su ración de leche fresca. Sus hermanas venían emocionadas por el camino ante el hecho de que se irían a vivir a una ciudad. El viaje lo hacen por el Camino Real a Colima. Llegan a Sayula a vivir a la finca del jefe de estación, un inmueble de estilo inglés que se encuentra al inicio del camino a Usmajac, al lado de las  vías férreas frente a la estación del tren de Sayula. Ya instalada la familia inscribirá a su hija en la recién inaugurada escuela Jacinto Cortina de Sayula, egresando de esta como primera generación. 

Su educación la continuo, por recomendación de un una tía de nombre Estéfana, dado su vocación de servicio y educación católica; en el Hospicio Cabañas de Guadalajara, en la escuela de artes y oficios. Estudio la carrera de corte y confección de ropa, de la que obtuvo un diploma en 1952, graduándose. Por su habilidad para elaborar ropa, sin necesidad de plantillas, usándolo solo las medidas directas del cliente, se quedó a laborar en el Hospicio Cabañas. Donde siguió aprendiendo de su principal mentora el arte y el oficio de la confección de ropa, aprendió entonces la elaboración de cinturones de tela y forrado de hebillas. 

Los fines de semana, como era natural, la señorita Vita, viajaba desde Guadalajara donde trabajaba a Sayula o a Techaluta a visitar a sus familiares. Durante estas estancias en Sayula, conoció al Joven Melquiades Cárdenas con quien entabló una relación. En las ocasiones en que le tocaba visitar el fin de semana Techaluta, el joven Melquiades, haciéndose acompañar por su amigo de mil aventuras Roberto Flores Villalbazo, viajaban de Sayula hasta esa población en bicicleta, para poder verla. De aquel trato y relación de noviazgo, resultó su matrimonio con el joven Melquiades Cárdenas Larios, casándose en 1959 y procreando 11 hijos de los cuales sobrevivieron nueve: Javier, Rosa María, Elizabeth, Víctor Manuel, Marta Elvira, Miguel Ángel, Sonia Mercedes, Sergio Adrian y Eva; todos los cuales tendrían una formación profesional. 

Tenía gusto y afición por la buena música, entre otros cantantes le gustaba: María Luisa Landín, Lupita Palomera, Lucho Gatica, Los bribones, los tecolines, Los Churumbeles de España y el mariachi. Amante de la poesía, su poema favorito fue el de "En paz" de Amado Nervo. Aficionada al cine le gustaban las películas de la época de oro del cine mexicano: Cantinflas, Pedro Infante, Sara García. Con un excelente sazón, doña Vita cocinaba distintos y variados platillos, en el cumpleaños de sus hijos les preparaba su favorito ese día. Su esposo Melquiades fue directivo del equipo de futbol Leónidas, para el que doña vita confeccionó el uniforme, el cual se recogía después de cada encuentro y ella lo lavaba y planchaba para que quedará presentable para el próximo partido del equipo. 

Luego de su matrimonio, emprendió su negocio  elaboración de fajos forrados, botones y colocación de ojillos; para lo cual instalo muebles para su maquinaria en su domicilio en Sayula, Aquiles Serdán número 143 en el barrio de san Miguel. También elaboró en su taller camisas tipo cazadoras para comerciantes de ropa de Sayula como Carlos Viveros y Rubén Aguayo. Su actividad de forrado de botones y colocación de ojillos amplió su demanda a sastres, tapiceros y talleres de costura. 

Su preocupación por atender a su hijos fue acompañada por la firma convicción de enseñarles la independencia, que aprendieran a satisfacer sus necesidades a la hora de estar solos por motivos de estudios.  Cuando esto ocurrió, ellos sabían ya hacerse de comer, arreglar y lavar su ropa. Los convino a superarse y enfrentar la vida, a valerse por sí mismo. Para 1984, la mayoría de sus hijos tuvieron que salir de Sayula para estudiar su carrera profesional en Guadalajara y ella fiel a su principio de radicar donde radicara la mayoría de sus hijos, trasladó su residencia a la ciudad de Guadalajara. 

Doña María Vita Padilla de Cárdenas, falleció en la ciudad de Guadalajara un 14 de octubre de 2008. Sus cenizas yacen en el templo Transito de san José de esa ciudad. Ella misma, antes de morir, escogió los canticos y su vestido para la misa de su funeral. ("Los murales del Barrio de san Miguel", Edit. Página seis, Guadalajara 2021)


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