martes, 12 de septiembre de 2023

                         Política e injusticia.

por Rodrigo Sánchez Sosa

En el año 384 a.C. un joven de 17 años procedente de Estagira, pequeña ciudad al norte de Grecia, llegó a Atenas; su mayor deseo era estudiar en la famosa Academia de Platón. Sin duda, los primeros meses de su estancia en Atenas debieron ser difíciles ya que para la mayoría de los habitantes de la gran metrópoli el joven estagirita no era más que un provinciano, un forastero y, por lo tanto, tan sólo un poco mejor que un simple bárbaro.

Sin embargo, su brillante inteligencia no tardó en manifestarse y Platón, su célebre maestro, supo apreciarla. Tras la muerte de Platón en el año 347 a.C., aparecieron varios candidatos dispuestos a ocupar el puesto de director de su Academia. En aquel entonces nuestro héroe, con 37 años de edad y con gran renombre entre sus alumnos en la Academia, parecía ser el más adecuado para ocupar aquel puesto pero los altos directivos, todos pertenecientes a las mejores familias atenienses, desecharon la candidatura de un forastero y prefirieron nombrar a un tal Espeusipo tan sólo por el hecho de ser sobrino del difunto Platón. 


Profundamente ofendidos por semejante elección, el estagirita rechazado y varios de sus alumnos abandonaron la Academia y se marcharon a un exilio voluntario. En sus travesías, nuestro héroe visitó la corte del rey-filósofo Hermias en Aso; luego pasó una larga temporada en la isla de Lesbos donde se dedicó al estudio de la biología marina y descubrió que las ballenas no eran peces, tal como se creía en aquel entonces, sino mamíferos hasta que sobrevino su hora estelar. Filipo, el poderoso rey de Macedonia, lo invitó a su corte para que se encargara de enseñar toda la sabiduría helena a su hijo y heredero Alejandro. 

Años después, concluida la educación del futuro gran conquistador, nuestro personaje regresó a Atenas y usó todo el oro ganado en la corte macedonia para hacer realidad el mayor sueño de su vida y fundar su propia escuela filosófica que pronto recibiría el nombre de Liceo y eclipsaría la fama de la Academia.

Así era el camino de la vida del gran Aristóteles, cuyo nombre ahora es conocido por cualquier persona culta. En cambio, ¿quién se acuerda hoy de su rival Espeusipo? No fue olvidado del todo únicamente por haberle quitado a Aristóteles el puesto del director de la Academia, hecho que nos hace pensar que muy poco se han cambiado desde entonces hasta la época actual cuando los concursos docentes con frecuencia son ganados por los mejor emparentados y no por los más talentosos.

(Emilio Lledó, colecciones de filosofía helenística, edit Gredos, 1997.)

 

La estupidez siempre ha acompañado al poder, en distintos grados, dependiendo de si este lo ejerce un hombre, un grupo de hombres o una comunidad completa de estos. La injusticia es una estupidez. Maquiavelo, hablando de la justicia, nos dirá que esta en su forma de moral, es creada por el contexto político, es decir no es algo externo impuesto como norma o valor a la política, la política tiene sus propios fines y medios: el fin justifica los medios, no las reglas morales, ni siquiera la norma legal, la ley; lo legal y lo justo no necesariamente coinciden como es fácil ver en cualquier sistema político.

Pero esto va más allá, y eso es lo grave del mundo cerrado de la política y la ley, mire usted, pongamos un ejemplo de la vida común: el caso de un cantante que, dependiendo de su talento, su voz y su carisma será exitoso y hasta tendrá cierto poder socialmente derivado de lo que conlleva la fama y el éxito. Ser cantante es algo digno de ambición del hombre común y corriente. Se supone que ello requiere a parte de talento, esfuerzo, constancia y carácter para enfrentar el mundo de obstáculos que implica, no todos llegan a tener éxito ni tampoco todos lo pueden  mantener ni manejar, muchos llegan y desaparecen, pese al esfuerzo; otros lo mantienen a costa de mucho esfuerzo o de mafias e intereses creados al  rededor de este, Esto implica años y no hay garantía a corto y a veces ni a mediano plazo de éxito permanente; lograrlo es una hazaña de pocos entre pocos, admirado por muchos.

Pues bien usemos un ejemplo popular, Juan Gabriel, un cantante fenómeno, su historia así lo apunta: sin estudios formales, nacido en condiciones económicas y sociales adversas, encarcelado, ridiculizado, engañado, robado, utilizado  y acosado logró lo que pocos, ya no en México en el mundo. Estará de acuerdo el, que le costó años posicionarse en el gusto de público Juanga, donde permaneció hasta su muerte, Ahora comparémoslo con un "cantante" contemporáneo Peso Pluma que, de la noche a la mañana ya era un fenómeno global, y no exagero ni es un decir "de la noche a la mañana"; no, un día se acostó Peso Pluma  y al otro ya era conocido en todo el mundo y le llovía el dinero, ahorrándose años de Juan Gabriel, de sin sabores y desengaños en el negocio. Son otros tiempos dirán: las redes sociales, el internet, la tecnología. Sí claro, pero ¿No se ha puesto a reflexionar el lector las implicaciones de esto? Así como entendemos la maravilla de la tecnología en este siglo, sabemos que hoy más que nunca todo cuesta, todo tiene un precio, incluido el talento, es decir es una mercancía, como la fama, como los millones de seguidores en redes, todo se vende. Sí, sí, todo esto es comprable, si hay dinero; y no se crea usted que es meterle dinero bueno al malo, comprando todo esto para crear una "estrella" no solo es por las ganancias de esta inversión, sino, el lavado de dinero y los intereses de control mediático de la sociedad que se vuelve dinero contante y sonante como capital político: la gente obsesionado con productos chatarra que hacen apología del crimen en sus canciones, no razona bien su voto y es acrítica, esto crea una ilusión de que las cosas están bien en los ámbitos de la realidad que no lo están y hacen del crimen y la corrupción algo normal y cotidiano ¿Pero sabe qué otra cosa sucede al entronar farsantes e ineptos en el ramo de lo musical? Que los verdaderos talentos se pierden, los Juan Gabrieles, los José Alfredos, Los Manzaneros de hoy se pierdan detrás de estos interese mezquinos y criminales que postulan a cantantes basura. Y eso sucede en casi todos los ámbitos del quehacer humano hoy en consonancia con el sistema que todo lo vuelve mercancía, y lo único que le importa es la ganancia; y no es que este sistema lo inventara, ¡no! esto como vimos, desde Aristóteles, hace siglos, ya existía. Probablemente Aristóteles en nuestro tiempo dífilamente hubiera remontado su condición social y profesional para convertirse en la figura que fue en la antigüedad, teniendo que competir con mediocres e ineptos cobijados por un sistema como el que vivimos.

Aristóteles fue consejero, desde su juventud, su maestro, pues, de Alejandro el Grande, un poderoso militar y político de la antigüedad que conquistó y gobernó todo el mundo conocido de Europa a la India, fundando en Egipto una ciudad con su nombre y haciendo de sus generales dinastías reinantes de imperios. El talento de Aristóteles como pensador y científico de su época que entonces eran llamados filósofos, disciplinó la mente y el espíritu de Alejandro; sin él probablemente el mundo occidental como lo conocemos hoy, no existiría. Pero como leyó arriba amigo lector, la estupidez casi lo deja fuera de la historia, Aristóteles remontó su adversidad, pero el enemigo para él fue menor si lo comparamos con el capitalismo salvaje fábrica de estúpidos, de hoy. 

Ahora aterricemos esto en nuestra realidad inmediata: en Sayula tenemos una generación de ineptos con casi seis años al frente de del Ayuntamiento, mucho circo, pero no más. Analfabetas, histriones y bufones, saltaron sobre una generación completa ayudados por la estupidez generalizada y la manipulación de las redes sociales mediante millones de pesos invertidos allí. Yo he denunciado ante esta épica ignorancia de Sayula, que un tipo como el presidente municipal no puede tener 300 mil seguidores en redes sociales, es ilógico cuando Sayula no llega ni a 50 mil habitantes. El costo de esta injusticia financiada por interese que no dan la cara, ha costado al municipio hasta donde se alcanza a ver, por lo menos 40 millones de pesos, y es la punta de iceberg ¿Qué perdió Sayula con el encubrimiento de un merolico cuando los tiempos políticos apuntaban a un cambio de paradigma? Nunca lo sabremos, difícilmente estos tiempos son de los Aristóteles. Y luego de más de cinco años, el cambio, frustrado                                               , como se ve, que entonces corría a la par del nacional, se ha descontextualizado ; ahora solo intentamos sobrevivir a esta tragedia con una bota sobre el cuello de aquellos a los que nos vendieron estos a los que ingenuamente nos vendimos. El tiempo pondrá a todos en el contexto justo y merecido, sin importar la impunidad de los malos, por más exitosos que nos parezcan hoy quienes nos defraudaron consumando esta injusticia para Sayula. 


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