martes, 16 de enero de 2024

 Política y elecciones, el quién es quién del quién es quién.

Por Rodrigo Sánchez Sosa

 Gobernar no es un derecho de clase, no es un concurso de simpatía o belleza; gobernar, es un derecho político de todos los mexicanos ricos, pobres, feos, bonitos, gordos, flaquitos morenos o güeros, indios o mestizos, incluso doctos o analfabetas. La constitución política vigente de Los Estados Unidos Mexicanos, dice, a la letra que, TODOS los mexicanos tenemos derecho a votar y ser votados. El derecho de todo mexicano de más de 18 años en goce pleno de sus derechos como ciudadano, incluyen el votar libremente en las elecciones programadas por la misma ley en la materia, así como la posibilidad de postularse para cualquier puesto de representación popular: presidente, regidor, síndico de un ayuntamiento municipal; gobernador, diputado, senador, jefe político o presidente de la república. El goce pleno de este derecho implica restricciones marcadas por la ley como la edad mínima de postulación para ciertos cargos, esto es la edad cumplida del candidato al día de la elección:  "Sólo podrá ser gobernador constitucional de un Estado un ciudadano mexicano por nacimiento y nativo de él, o con residencia efectiva no menor de cinco años inmediatamente anteriores al día de los comicios, y tener 30 años cumplidos el día de la elección…" Artículo 116 constitucional.  El mismo artículo 116, cita otras restricciones para los aspirantes a gobernadores o gobernadores electos, como la imposibilidad de reelegirse: "Los gobernadores de los Estados, cuyo origen sea la elección popular, ordinaria o extraordinaria, en ningún caso y por ningún motivo podrán volver a ocupar ese cargo, ni aun con el carácter de interinos, provisionales, sustitutos o encargados del despacho. Nunca podrán ser electos para el período inmediato."


Para el caso de la edad mínima de diputados y senadores al momento de la elección, hasta el mes de abril del año  pasado (2023) se modificó el artículo 58 constitucional. El pleno de la Cámara de Diputados aprobó  una reforma a la Constitución para cambiar de 21 a 18 años y de 30 a 25, el requisito de edad mínima para  diputados  y senadores, respectivamente. Para ser presidente de la República el artículo 82 constitucional señala que se deben tener 35 años cumplidos al momento de la elección. En el caso de presidentes municipales y munícipes, la edad mínima es de 21 años, además para ser presidente municipal existen restricciones legales en Jalisco, de acuerdo al artículo 74 de la constitución del estado, como: l. Tener ciudadanía mexicana, en pleno ejercicio de sus derechos; ll. Ser persona nacida en el municipio o área metropolitana correspondiente o avecindada de los mismos cuando menos  dos años anteriores al día de la elección; lll. No tener sentencia condenatoria que haya causado estado, por el delito de violencia política contra las mujeres por razón de género, así como, no ser deudor alimentario declarado judicialmente moroso o, en caso de ser/o demostrar que ha pagado en su totalidad los adeudos alimenticios; IV. No ser Magistrada o Magistrado del Tribunal Electoral del Estado, ni consejera o consejero electoral del instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado, salvo que se separe definitivamente de sus funciones, cuando menos dos años antes del día de la elección; y V. No ser servidora o servidor público federal, estatal o municipal, salvo que se separe temporal o definitivamente de sus funciones, cuando menos noventa días antes del día de la elección. Si se trata de funcionaria o funcionario encargado de  hacienda municipal, es necesario que haya presentado sus cuentas públicas.

En ningún caso de los anteriores la ley cita como restricción o requisito para ejercer estos derechos a ser electo, la clase social, la buena presentación o grado de estudio mínimo, incluso ni siquiera exige saber leer y escribir. Si estas restricciones no están en la ley ¿Cómo es que a muchos nos parecen básicas a la hora de escoger un candidato ideal a la hora de ejercer nuestro derecho al voto? Salvo la edad que obviamente, como la residencia  mínima en la entidad que se pretende gobernar, que se entienden como ha considerar por la ley por motivo de madurez emocional y compresión de la situación en la que se encuentran los ciudadanos que se pretende gobernar; los requisitos que tengan que ver con lo primero señalado, son producto del márquetin político y los prejuicios sobre dimensionados por los intereses que confluyen en una elección. Así el caso de ponderar la edad del candidato: Joven asociada con innovación y frescura a la hora de gobernar, o maduro asociado a la experiencia y el juicio sabio, no son más que propaganda política cuyo sustento en la realidad no siempre es positivo, ni el joven necesariamente innovará ni la persona madura garantía buen juicio o experiencia confiable. Es solo aquello que en la vida comunitaria el candidato haya demostrado en sus propias empresas o vida privada lo que algo de ello garantiza su actuar como gobernante, si el joven improvisa durante el tiempo inmediato a la elección o campaña los atributos que el engaño del márquetin político le atribuye, igual que el adulto, ciertamente estamos frente a una estafa, con ese candidato. Así pues, ni el candidato de extracción social alta o baja, garantiza a esa clases nada por su origen, ya que bien puede ser influenciado negativa o positivamente por su entorno de clase para tomar decisiones o por los intereses detrás de él casis siempre de naturaleza económica. Nuevamente su actuar lejos del tiempo de lecciones al margen de los intereses inmediatos a la política, darán mejor cuenta y esperanzas en su actuar, una vez en el poder. Sobra decir que el aspecto físico o presentación de una persona no es garantía de nada en política. La misma ambigüedad se podría deducir de su origen étnico. De nuevo solo su actuar como ciudadano, previo al cargo o los intereses que pueda representar, es decir en su vida privada, nos podrán decir algo de un candidato. Su compromiso social, su honestidad, su empatía con sus conciudadanos, su actuar desinteresado y altruista de toda la vida, nos dan mejor parámetro para juzgar a los políticos que desean gobernarnos. De ahí que seamos nosotros y no los milagros que le cuelgan las propagandas a un político los que decidan el voto en última instancia. Si una persona en sus más de cincuenta años, por ejemplo, 50 años se los pasó desinteresado por su pueblo, las personas  en su entorno más allá de su familia y amigos, jamás le preocuparon los problemas e injusticias que sufrían los menos favorecidos que él o fue conocido por ser una persona abusiva, corrupta, fraudulenta e insensible con los de sus misma condición, no puede en pocos años trasmutar en un dicha de virtudes filantrópicas dignas de un monumento a la moral y al civismo. Eso es un fraude. La democracia permite no solo limitarse a las leyes o la constitución, en materia de elecciones, tampoco al prejuicio vulgar; la democracia es un ejercicio de razón no de fanatismos prejuiciados de cualquier tipo, que se crean ideales e ídolos de barro. Las restricciones de la ley en esta materia, como el que le candidato tenga un periodo de tiempo razonable de vivir en la entidad a gobernar o que por lo menos tenga la madurez más allá de la de un adolecente, son herramientas que ayudan a nuestro juicio a la hora de votar un candidato; el que la mayoría tome la mejor decisión ya no compete a la ley si no a esa mayoría de ahí que la máxima EL PUEBLO TIENE EL GOBIERNO QUE SE MERECE, sea exacta; no se puede votar correctamente desde la ignorancia y la irresponsabilidad, yo estoy obligado a informarme más allá de la propaganda del tal o cual candidato. La clase, la edad, el origen étnico, el aspecto físico el trato esperado socialmente de un individuo no son parámetros suficientes para elegir un buen gobernante, son prejuicios ignorantes de gente que no razona y prefiere recurrir a la doble moral y al juicio vulgar para tomar decisiones delicadas para la vida de una comunidad, un pueblo o un país. Ejemplos de cómo hemos sido engañados por ello los mexicanos, sobran y hasta son grotescos como en nuestro actual caso en el municipio o en el gobierno federal con gobernantes ridículos como Enrique Peña Nieto o Vicente Fox.

Hoy parece ocurrir lo mismo al menos en nuestro municipio y estado, se nos quieren vender quimeras y productos prefabricados apuntalados por la red corrupta de intereses y el dinero de estos mismos. Gente que simula ser joven, que simula ser madura, que simula la empatía con los desprotegidos de la sociedad, que disimula su ambición y prejuicios en este caso de clase, que oculta sus nexos oscuros y hasta criminales; lo cual si no fuera por la única oportunidad que tenemos de votar en contra de ellos, no podría ser todo otra cosa que las misma corrupción y saqueo para producir más marginación y frustración en las mayorías ya casi rendidas ante esta situación, y así las cosas, no valdría la pena votar. Para mí, uno de los perfiles que considero, es el de Marta Pintor Calvario, una mujer adulta, profesionista (con estudios en tres profesiones distintas), hija de un albañil del barrio de san Miguel y una comerciante del mercado municipal, que salió adelante desde el barrio popular, contra todas las adversidades que enfrenta el pueblo, y que conoce. A mi parecer no necesita clase, glamour ni simpatía prefabricada. Conoce la situación penosa de la gente humilde de Sayula, porque la ha vivido, por ello se ha dado la aceptación y empatía que vimos esta semana que termina en redes sociales en torno a su persona; ella no se inventa nada, ni credenciales de estudios que no tiene, ni altruismo que no haya practicado toda la vida. En más de 25 años de actividad en el periodismo local, tengo que reconocerlo, no vi un potencial mejor para un puesto de representación popular como el de ella.  


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