martes, 30 de enero de 2024

 Política y Sociedad líquida o educando a Carrión.

Por Rodrigo Sánchez Sosa

Quien mejor definirá a la generación de nuestro presidente municipal y los púberes que forman su ayuntamiento de mundo de juguete, esos que a contracorriente, junto con su jefe, desafían los retos de sus contemporáneos haciendo del tráfico de influencias, la corrupción y el conflicto de interés su modus vivendis desde hace 6 años; fue Umberto Eco, un historiador y filósofo italiano que nos explica basándose en las teorías del sociólogo Zygmunt Bauman y partiendo de su propia definición de esta generación a la que califico como La Legión en redes sociales, por qué esta gente joven que debería representar el futuro, un nuevo mundo, el cambio en el gobierno e incluso en la ética política y la moral pública, no son más que una camarilla de estafadores, analfabetas funcionales, rufianes y  organización amafiada que usufructúa el poder. No es difícil ver cómo MC apuesta a la imagen joven de su partido como marca registrada: Samuel García, el hijo de Colosio, Lemus, el propio Carrión y su hermana, diputados y senadores por Jalisco, siendo o aparentando ser jóvenes, innovadores, frescos, novedosos o de ideas nuevas, con un márquetin diseñado para tal imagen que incluso hace ver a un Kumamoto como un viejo cuarentón, gris y opaco; cuando lo cierto es exactamente lo contrario, detrás de esa imagen juvenil están no solo los peores vicios de los regímenes corruptos pasados sino una sería de intereses ilegítimos que dañan a la sociedad. Esto contrasta, pásele a quien le pese con un hombre maduro cercano a los 70 años que dirige este país con ideales de izquierda y una excelente administración federal reconocida a nivel internacional AMLO; y por su puesto con una derecha nacional  enloquecida al borde de la histeria  representada por una señora que es su candidata a presidente de la República, que raya en lo ridículo sin pedirle mucho al señor Milei de Argentina.


 Esos, señores y señoras, son los tiempos que vivimos a los que Bauman en este ensayo de Umberto Eco para la prensa italiana, llama Sociedad Líquida, un estado de la historia de la humanidad que nos ha tocado vivir luego de la Postmodernidad, postpostmodernidad, donde lo comunitario y social se abolió ingenuamente para dar paso a un individualismo exacerbado de tintes de patología narcisista generalizada que nos seduce masivamente a ahogarnos en nuestros propios ríos contemplando imágenes falsas de nosotros mismos, ya no como sociedad sino como individuos: nos miramos desde la pantalla del nuestro celular en el ideal juvenil, en nuestro caso de pequeños pillos sin ética, tan cínicos y vulgares, que les aplaudimos cuando nos mientan la madre por redes sociales y nos roban con el mayor de los descaros ¿Cómo puede pasar desapercibido que una persona que a lo sumo gana 20 mil pesos al mes  se compre un departamento carísimo en una zona exclusiva de Zapopan y una camioneta blindada ( su sueldo, tres años según él devolviendo la mitad, anualmente son 240 mil pesos menos tres años la mitad de ese monto. 240 y 120 mil pesos, lo que vale un terrenito 7x20 en Sayula, que a lo sumo en 6 años le hubiese alcanzado para menos de seis terrenos aquí, poco más de un millón de pesos, con eso no se compra ni la el baño de su depa ). Un ejemplo Sayula, de los tiempos líquidos de un mundo a la deriva, con una juventud corrompida al timón de un barco sin rumbo.   

"La sociedad líquida Como es bien sabido, la idea de modernidad o sociedad "líquida" se debe a Zygmunt Bauman. Al que desee entender las distintas implicaciones de este concepto le será útil leer Estado de crisis, obra en la que Bauman y Carlo Bordoni debaten sobre este y otros problemas. La sociedad líquida empieza a perfilarse con la corriente llamada posmodernismo (término "comodín", que puede aplicarse a multitud de fenómenos distintos, desde la arquitectura a la filosofía y a la literatura, y no siempre con acierto). El posmodernismo marcó la crisis de las "grandes narraciones" que creían poder aplicar al mundo un modelo de orden; tenía como objetivo una reinterpretación lúdica o irónica del pasado, y en cierto modo se entrecruzó con las pulsiones nihilistas. No obstante, para Bordoni también el posmodernismo está en fase decreciente. Tenía un carácter temporal, hemos pasado a través de él sin darnos cuenta siquiera y algún día será estudiado como el prerromanticismo. Se utilizaba para señalar un fenómeno en estado de desarrollo y ha representado una especie de trayecto de la modernidad a un presente todavía sin nombre. Para Bauman, entre las características de este presente en estado naciente se puede incluir la crisis del Estado (¿qué libertad de decisión conservan los estados nacionales frente al poder de las entidades supranacionales?). Desaparece una entidad que garantizaba a los individuos la posibilidad de resolver de una forma homogénea los distintos problemas de nuestro tiempo, y con su crisis se ha perfilado la crisis de las ideologías, y por tanto de los partidos, y en general de toda apelación a una comunidad de valores que permitía al individuo sentirse parte de algo que interpretaba sus necesidades. Con la crisis del concepto de comunidad surge un individualismo desenfrenado, en el que nadie es ya compañero de camino de nadie, sino antagonista del que hay que guardarse. Este "subjetivismo" ha minado las bases de la modernidad, la ha vuelto frágil y eso da lugar a una situación en la que, al no haber puntos de referencia, todo se disuelve en una especie de liquidez. Se pierde la certeza del derecho (la magistratura se percibe como enemiga) y las únicas soluciones para el individuo sin puntos de referencia son aparecer sea como sea, aparecer como valor, y el consumismo. Pero se trata de un consumismo que no tiende a la posesión de objetos de deseo con los que contentarse, sino que inmediatamente los vuelve obsoletos, y el individuo pasa de un consumo a otro en una especie de bulimia sin objetivo (el nuevo teléfono móvil nos ofrece poquísimas prestaciones nuevas respecto al viejo, pero el viejo tiene que ir al desguace para participar en esta orgía del deseo). Crisis de las ideologías y de los partidos: alguien ha dicho que estos últimos son ahora taxis a los que se suben un cabecilla o un capo mafioso que controlan votos, seleccionados con descaro según las oportunidades que ofrecen, y esto hace que la actitud hacia los tránsfugas sea incluso de comprensión y no ya de escándalo. No solo los individuos, sino la sociedad misma viven en un proceso continuo de precarización. ¿Hay algo que pueda sustituir esta licuación? Todavía no lo sabemos, y este interregno durará bastante tiempo. Bauman observa que (desaparecida la fe en una salvación que provenga de las alturas, del Estado o de la revolución) es típico del interregno el movimiento de indignación. Estos movimientos saben lo que no quieren, pero no saben lo que quieren. Y quisiera recordar que uno de los problemas que se les plantean a los responsables del orden público a propósito de los "bloques negros" es que no es posible etiquetarlos, como se hizo con los anarquistas, con los fascistas o con las Brigadas Rojas. Actúan, pero nadie sabe cuándo ni en qué dirección, ni siquiera ellos. ¿Hay algún modo de sobrevivir a la liquidez? Lo hay, y consiste justamente en ser conscientes de que vivimos en una sociedad líquida que, para ser entendida y tal vez superada, exige nuevos instrumentos. El problema es que la política y en gran parte la intelligentsia todavía no han comprendido el alcance del fenómeno. Bauman continúa siendo por ahora una vox clamantis in deserto (Voz que clama en el desierto)" 

- Umberto Eco, La sociedad líquida. 


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