Semanario Horizontes

Reglamentos hostiga al comercio en el centro histórico.

Por Rodrigo Sánchez Sosa

Al parecer como parte de la cruzada personal del alcalde, en la cual tomaron parte de forma unánime el H. cuerpo de cabildos la semana pasada, la oficina de reglamentos ha cerrado la pinza de este plan hostigando al comercio establecido en la zona del parián. Los giros denominados restringidos que se encuentran frente al kiosco de la plaza de armas de esta cabecera municipal, y que ofertan al público servicios de restaurant bar, desplegando sus mesas a las puertas de cada negocio, en el portal citado, han recibido un ultimátum por parte de la oficina municipal encargada de normar el comercio. De acuerdo a una denuncia hecha por uno de los dueños de estos negocios, se ha advertido a estas personas que serán multadas hasta por dos mil pesos, quienes no retiren sus mesas de la vía pública. Avalados, según estos funcionarios, en el reglamento municipal y un reglamento estatal, pretenden que las tradicionales mesas, que dan alegría a esa parte del centro histórico, pues son la imagen del negocio y se esmeran en que den un buen aspecto al cliente, principalmente al turista; sean retiradas (¿o se "mochen"? Y no precisamente las mesas), aplicando discrecionalmente la ley, en beneficio de una visión mocha que desde el poder se impone para normar la moral ajena, a todas luces, pese al reglamento citado, ilegal. Si se me permite expresarlo. La tolerancia que se debe mostrar, dadas las pretensiones turísticas del municipio, termina convirtiéndose en una cacería de brujas, en detrimento de la imagen hospitalaria que debe prevalecer para el caso. Las medidas ya desgastadas, que en su momento fueron bien vistas, comienzan a afectar muchos intereses legítimos. Las voces que se han alzado demandando que el reglamento sea revisado urgentemente, han sido menospreciadas por una camarilla de levanta dedos cuya ineptitud es vergonzante. Los expertos, y no una pandilla de mochos, han sentenciado que la disminución de la oferta, en este caso del alcohol que es el justificante de estos hechos, no logra mermar la demanda; sino la prevención, y para el caso, la moderación. Como en el asunto de las drogas (ilegales), de cuya guerra somos hoy testigos todos, las mismas medidas del gobierno federal, de reducir la oferta para erradicar el consumo, han sido un fracaso total. Igual en diez años del citado reglamento en Sayula, la actitud persecutoria y represiva, principalmente de parte de reglamentos, policía municipal y los distintos cabildos que han actuado discrecionalmente en este asunto, no solo ha sido un gran fracaso, sino que son fuente de abuso de poder y corrupción por parte de las dependencias municipales citadas. Mientras tanto, los amedrentados comerciantes del centro, dueños de este tipo de giros, ante su aparente desunión (tienen miedo ampararse legalmente), están indefensos frente a estos abusos, que pesándolo bien, a todos nos afectan, de una u otra forma.