sábado, 18 de septiembre de 2010

Qué festejamos..?
Enrique Ibarra Pedroza

En los próximos días, en ocasión del bicentenario de la lucha de Independencia y el centenario de la Revolución, habremos alcanzado la cifra de 30 mil personas que han perdido la vida en el caos que erróneamente se ha llamado estrategia de combate al crimen organizado. Habremos de escuchar banales estribillos, de presenciar fastuosos festejos para ocultar esta cifra que ilustra la tragedia nacional. Y difícilmente podremos celebrar, pues el país está en vilo y el Estado ha perdido toda dirección, como lo acredita la resignación de quien ocupa de facto el Poder Ejecutivo, quien ha dicho que es esperable el incremento de la violencia y que en realidad el saldo fatal no importa, porque, supuestamente, la mayoría son delincuentes que “se están matando entre ellos”.
Hoy estamos en medio de un periodo negro de nuestra historia. El discurso oficial desprecia los avances para generar instituciones que reconozcan la plena dignidad de las personas: se niegan derechos a los homosexuales, se criminaliza la libre elección reproductiva de las mujeres, se justifican los crímenes de Estado al hablar de que los delincuentes pierden su carácter de seres humanos, se les trata como piezas de cacería. Y más tarde comprobamos que estas víctimas, además de personas con derechos, eran frecuentemente estudiantes, líderes sociales o personas sin el menor vínculo delictivo.
El momento histórico del bicentenario no pudo ser más dramático: una sociedad con una grave crisis de identidad, capturada por oligopolios mediáticos y cada vez más apática hacia los asuntos públicos, con poco entusiasmo hacia una democracia disfuncional, mientras se dispendian nuestros recursos nacionales, se pervierte la función de la autoridad y se exterminan las aspiraciones de nuestra juventud.
Nos encontramos al borde del abismo. No obstante, estamos convencidos de que la solución no se encuentra en la restauración del antiguo partido hegemónico. Consideramos urgente un nuevo pacto social donde el espacio público sea patrimonio común, y no una colonia de las élites; donde una ciudadanía dinámica conduzca al Estado hacia una política de equidad y bienestar. El bicentenario y centenario que festejamos, son una oportunidad para que reconstruyamos la nación en la igualdad, en la conciencia, en la libertad, antes de que sea demasiado tarde; hagámoslo por los trabajadores, por la juventud, por las mujeres, por todos nosotros, y por la vigencia de nuestra historia.

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