viernes, 19 de agosto de 2011

Los que nos espera a los ciudadanos si se aprueban las reformas a la ley de seguridad
Segio Mejía Cano
El allanamiento de morada en tres domicilios en el Distrito Federal por supuestos policías del estado de México que aparentemente andaban en busca de un miembro de la supuesta banda “La mano con ojos”, es un claro reflejo de lo que se pretende legalizar en la tan sonada y cacareada reforma a la ley de seguridad nacional: allanamientos sin más ni más; hecho que hasta el día de hoy es un delito que no debe ser permitido en ninguna forma. Este caso sonó porque entre los invadidos por las dizque autoridades encargadas del orden se encuentra el poeta Efraín Bartolomé, porque de no ser así, dicho allanamiento hubiese pasado como otros tantos más que quedan en la más completa impunidad.
Invaden las dizque supuestas fuerzas del orden en horas de la madrugada domicilios e intimidan a sus habitantes apuntándoles con sus armas y con palabras altisonantes los ofenden en su más íntima protección individual; hacen destrozos, roban y sustraen objetos personales, por lo que todo indica que dicho comportamiento de quienes allanaron dichos domicilios no eran guardianes del orden, sino viles delincuentes encapuchados protegidos no nada más por la oscuridad de la noche sino hasta por una placa que en nada les permite hacer lo que hicieron, pero que con ella en el pecho o donde la porten se sienten con tal derecho que pueden mancillar a todos los ciudadanos a los que odian ancestralmente.
Ahora bien: ¿Qué hubiera pasado si a uno o más de alguno de los genízaros que invadieron los domicilios del poeta, una profesora de la UNAM y una pareja de ancianos se les escapa un tiro o los balacean nomás porque sí? Obviamente la salida más fácil para las autoridades sería decir que un grupo armado disfrazado de las fuerzas del orden encapuchados habían asaltado a los habitantes de dichos domicilios y que el caso se investigaría hasta “sus últimas consecuencias, caiga quien caiga”; así lo dijo en su momento Miguel de la Madrid cuando el asesinato del periodista Manuel Buendía; ¿y qué ha sucedido? Nada por supuesto; uno que otro chivo expiatorio que fue encarcelado para tratar de acallar a la opinión pública y hasta ahí. Tan, tan; caput, finish. ¿Cuántos casos similares no podrían haber pasado así y que la culpa de asesinatos son achacadas a delincuentes, siendo que quienes los perpetraron fueron las fuerzas del orden? Porque de que hay abusos de parte de las autoridades, ¡claro que los hay! Y siempre los habrá, por desgracia, debido a la impunidad con que se les permite actuar a las dizque fuerzas del orden que para la población en general representan más bien un ente represor que una imagen de seguridad.
Sin embargo, y como ya se sabe, el hubiera no existe, así que en caso de que más de alguno de los integrantes del operativo, ya sea por ponerse muy nervioso por falta de droga o algún estimulante se le ocurriera echar bala en contra de los invadidos, es muy creíble por parte de la mayor parte de la población y por ende de la opinión pública que para proteger a los supuestos integrantes de las fuerzas del orden, los mandos de policía hubieran tratado de contrarrestar los acontecimientos echándole la culpa a un grupo armado disfrazado de alguna corporación policíaca. El mismo señor Felipe Calderón Hinojosa lo ha dicho ante los medios de que exculpa a fuerzas federales del acontecimiento; sin embargo, hay testigos de que entre los invasores a los domicilios del poeta Bartolomé y sus vecinos, había elementos uniformados con las siglas de PGR en sus chaquetas, que hacen dar ganas de que se investigue más allá y hasta el infinito.
Pero lo que sí es un hecho por demás aberrante ante la opinión pública no nada más nacional, sino hasta mundial, es que dichas autoridades actúan más bien como dando palos de ciego cuando de atrapar a alguien se trata, pues según las explicaciones inmediatas se siguió la señal PGS o algo así de un teléfono celular y que la zona de los domicilios invadidos era la adecuada para apresar a un supuesto narco; pero la pregunta es: ¿Por qué no llegaron directo al objetivo? ¿Qué no hay trabajo de inteligencia y observación? ¿O será acaso que al poeta Efraín Bartolomé lo tenían o tienen como un sospechoso de estar ligado a ligas subversivas, y de ahí que hayan allanado su domicilio poniendo de pretexto una confusión? Porque de que ya estamos en un estado policíaco y militarizado, vaya si no lo estamos ya.
Quienes están a favor de que las “fuerzas del orden” allanen domicilios sin la orden respectiva, no están exentos de padecer lo mismo. Pero en fin. Sea pues. Vale.

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