sábado, 22 de agosto de 2015

La política desde gayola
Por Rodrigo Sánchez Sosa

Nos enteramos recientemente de la deuda que tiene el estado con la CFE con respecto a las cuentas de las escuelas públicas de nivel básico en el estado ¿mala administración? ¿Un error de cálculo? ¿Una omisión involuntaria? Usted amigo lector tendrá la mejor respuesta. No soy admirador del gobernador priista del estado, mucho menos simpatizo con su partido, pero créame, no es infundada mi antipatía. Jalisco, en la mira nacional como uno  de los estados más peligrosos, con uno de los cárteles más poderosos; no habla sólo de una fallida política de combate al crimen, sino de una falta de justicia, corrupción y total impunidad.
    No se puede hablar de impunidad sin implicar complicidad, luego, necesariamente, corrupción, de allí mi juicio. ¿Acusar? no acuso a nadie, sino a un sistema, uno le apuesta o no le apuesta al sistema, esa es la diferencia, en cualquier punto de la pirámide social o escala del poder donde se esté, a veces no se tiene opción, el sistema se lo traga a uno, es una triste verdad; pero el caso es claro, hay un sistema que hace agua por todos lados y lo que nos dejan ver es apenas una pequeña parte de todo lo podrido que está.
     Esto esta llegando al punto de no poderse tolerar, por el cinismo con que se esgrime la impunidad; ese no poder tolerar, se traduce en una sociedad más deprimida, menos eficiente, en una economía que se contrae, en inversiones que se pierden, en, y lo más triste, una generación perdida, tragada por este sistema corrompido. No se pagó la luz de las escuelas, "no es importante". Ojalá fuera sólo eso, pero no es así. Hay toda una generación que se está perdiendo, en nombre de la ambición de una elite que convierte en privilegios y lujos la destrucción del futuro de muchos. Hace falta conciencia, de que un cambio no lo hace un hombre ni un grupo de hombres, sino una generación, y nosotros la estamos destruyendo. La mayoría de gente joven de una u otra manera está involucrada en el consumo indiscriminado de alguna substancia toxica y adictiva, la cultura de la muerte se celebra y fomenta en los medios masivos de comunicación, la ilegalidad es una opción atractiva para la juventud en nuestro estado, las oportunidades diferentes son pocas y poco redituables ¿por qué alguien querría estudiar una carrera universitaria cuando ve a tantos egresados de las universidades desempleados o subempleados?
    Es verdad las distintas carreras ofertadas en las universidades públicas están saturadas, muchos aspirantes se quedan fuera, pero, la educación en los casos de la universidad pública se ve casi como una tradición, como un compromiso familiar, como una forma de prologar la dependencia; la prueba está en las carencias de los egresados, en su gran mayoría, publico de este culto al crimen vuelto canción en corridos y música de banda. Un universitario sentiría pena de este tipo de manifestación de la cultura popular o en el mejor de los casos sería materia de estudio de un fenómeno de masas, pero no parte de sus valores y aspiraciones. Pero ¿qué hace un egresado de derecho o un estudiante de leyes de cualquier universidad ante un sistema de justicia corrompido? ¿Qué hace cualquier otro egresado de cualquier carrera, cuando todos los negocios, todas las oportunidades, está vinculadas al mismo sistema de corrupción, injusticia e impunidad? Además las oportunidades no sobran, y todo tira para donde mismo.
     Un cambio así es imposible, una generación perdida no puede generar cambio alguno. Muchos confiaron en el actual gobernador de Jalisco por su juventud, incluso en el municipio, le candidato del PRI en las pasadas elecciones esgrimía el mismo valor "Juventud y experiencia"; sin embargo, tras de ellos no hay ni hubo una generación de cambio, sino una generación cómplice de la anterior; jamás hubo un nuevo PRI. Después de más de 50 mil muertos, 20 mil desaparecidos y toda la barbarie que en este sexenio hemos presenciado, un nuevo México está muy lejos, porque éste no lo hace la inversión extrajera, ni la competitividad, ni la macroeconomía, ni los balances positivos de la BMV, ni la certificación del FMI o el BM; sino la nueva generación de mexicanos que ha sido diezmada e intoxicada los últimos sexenios en nombre de la modernidad neoliberal, nos estamos quedando con una generación enferma y disminuida para enfrentar el futuro, por lo mismo mal preparada y de bajo perfil cultural… ¿pesimismo? Ojalá me equivoque.

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