miércoles, 2 de diciembre de 2015

Ante el cambio climático, lo mejor es que desde ahora intentemos adaptarnos
Por  J.M. Ch.
Las evidencias del cambio climático son tan evidentes que inclusive los gringos, eternos detractores de este fenómeno, comienzan a alarmarse y a poner un poquito de atención en el tema. En particular los republicanos son los más reacios a adoptar medidas, pero a pesar de todo alguna vez dijeron que el día que llegara un huracán a Nueva York tomarían en serio el tema, sin embargo,  llegó "Irene" en 2011 y no alarmó mucho, pero un año después, el 29 de octubre de 2012, llegó la super tormenta "Sandy", la cual causo más de cien muertos y una destrucción descomunal que impactó en todo el estado de Nueva York, con daños por más de 50 mil millones de dólares.
Como suele suceder, en los días de la catástrofe se reconoció el problema del clima, pero al paso de los meses se fue olvidando y Estados Unidos volvió a su eterna orgía de desperdicio y dilapidación de energías fósiles como el petróleo y el carbón, principales causantes del calentamiento del planeta. Se enfocaron esfuerzos sin precedente para lograr la autonomía energética del país con base en la mayor explotación de yacimientos petrolíferos, ahora, peor tantito, por medio del condenable método del fracking, que ocupa de cuantiosas cantidades de agua y que daña gravemente el subsuelo.
Sin embargo, los síntomas crecen y se manifiestan particularmente en zonas críticas como Alaska, donde la situación es tan alarmante que el mismo presidente Obama acudió a ver las crecientes manifestaciones de este fenómeno que resumimos en los siguientes dos párrafos tomados de una publicación científica norteamericana:
"ANCHORAGE, Alaska - Cualquiera que dude de la gravedad del calentamiento global debería preguntar a los ancianos esquimales indios y aleutianos de Alaska sobre los cambios dramáticos que han sufrido su tierra y los animales de los cuales dependen. Los líderes nativos dicen que el salmón está volviéndose cada vez más susceptible a los parásitos de aguas cálidas y sufren lesiones y de un comportamiento extraño. La carne de los salmones y de los alces tiene un sabor raro, y el tuétano de los huesos de alce se ha vuelto extrañamente mucoso. La capa de hielo está desapareciendo, haciendo que la comida sea escasa para los animales marinos y causando dificultades a los nativos que los cazan. Se teme que los osos polares, para nombrar una especie, puedan desaparecer del hemisferio norte para mediados de este siglo.

Los árboles y los arbustos se trasladan hacia el norte, donde alguna vez estuvo la tundra. Lo mismo sucede con los castores, que están construyendo presas en nuevos ríos y lagos, en detrimento de la calidad del agua y, posiblemente, de los huevos de los salmones. Sin embargo, y a pesar de la frustración de los nativos de Alaska, muchos políticos de los 48 estados de los EE.UU. que están más al sur, niegan que esté ocurriendo un calentamiento global o que un clima más cálido pueda causar problemas. "Obviamente, no viven en el ártico", dice Patricia Cochran, directora ejecutiva de la Comisión Nativa de Ciencia de Alaska. La comisión, con base en Anchorage, y financiada por la Fundación Nacional de Ciencias, ha estado recogiendo información durante años sobre las condiciones del deshielo en Alaska".
La conclusión que obtuvo Obama en su reciente visita a Alaska es que las predicciones científicas sobre los desastres que trae consigo el cambio climático se están cumpliendo mucho antes de lo pronosticado y que urge tomar acciones en todos los ámbitos del planeta. A ver si logra algo ante los renuentes republicanos.
En otras latitudes, por ejemplo en nuestro país, hemos estado atestiguando el desplazamiento de especies animales y vegetales hacia el norte. Pájaros de hábitat tropical hoy son frecuentes en Ciudad Guzmán; las primaveras, árboles que se llaman así precisamente porque florecen en tal estación, las hemos visto florecer en pleno mes de enero. Nuestro régimen de lluvias está totalmente trastocado. Nos llovió como nunca había llovido en marzo, pero actualmente tenemos en amplias regiones del país el peor temporal que se recuerde. Antes había cinco años buenos y uno malo, hoy es al revés, con el consiguiente daño a la agricultura.
En el reciente proceso electoral que culminó en junio de este año, fue realmente excepcional que algún candidato incluyera propuestas de tipo ambiental. Es más que evidente la incultura ecológica o el desinterés de nuestros políticos. Las circunstancias nos irán obligando a tomar medidas si queremos mantener elementales condiciones de bienestar, como apoyar y promover la cosecha de agua de lluvia, crear programas municipales destinados específicamente a incrementar la cultura ecológica de la población, entre otras cosas, para mantenernos informados y actuar oportunamente, de otro modo, quizá más temprano que tarde, un funesto destino bien merecido por omisos nos alcance.

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