martes, 17 de mayo de 2016

LA POLITICA DESDE GAYOLA

POR RODRIGO SANCHEZ SOSA

Un ejemplo de verdadero periodismo crítico, análisis  e investigación, para los lectores y compañeros de los medios locales, el maestro polaco Ryszard Kapu?ci?ski, infaltable en los departamentos de periodismo de las universidades:

  "Si nos imaginamos en forma de cruz la configuración de las fuerzas y tensiones que han tenido como escenario nuestro planeta, en la segunda mitad del siglo XX ha dominado (hasta hace muy poco) el brazo horizontal de tal cruz, es decir, las relaciones entre Este y Oeste. Era una competición entre dos grandes concepciones del mundo representadas por dos grandes bloques hostiles.  A un lado se situaba el bloque de la democracia y al otro -simplificando mucho- el de la dictadura.
Esta línea de confrontación se rompió hace una década. En cambio quedó más patente que nunca otra línea de enfrentamiento: entre Norte y Sur, entre ricos y pobres. Y es que vivimos en un planeta donde existen una al lado de otra dos civilizaciones: la del desarrollo y la de la supervivencia.
Cuando la humanidad entraba en el siglo XX la población del mundo alcanzaba la cifra de mil quinientos millones de habitantes. A lo largo de cien años, dicho número se ha cuadruplicado, alcanzando los seis mil millones de seres humanos, que se benefician de los bienes de este mundo de forma muy desigual.
El mundo es un lugar sumamente injusto. Y esta injusticia no para de aumentar. La paradoja del progreso del siglo XX consiste en que a medida que avanza el desarrollo del mundo, más desigual se vuelve el reparto de sus frutos. El propio desarrollo ahonda en la injusticia.
 En la década de los sesenta -más o menos a mediados de nuestro siglo-, la diferencia entre la renta del veinte por ciento de la población con los mayores ingresos y la del otro veinte por ciento, con los menores ingresos, se situaba en torno al múltiplo de treinta; hoy -a finales del siglo- alcanza el de ochenta y tres. En la esperanza de vida, entre la persona que ha nacido en un país desarrollado y rico y la nacida en uno pobre, hay una diferencia de veinticinco años. Todo aquel que ha nacido en un país rico tiene regalados de antemano veinticinco años de vida.
La desigualdad se manifiesta en todos los terrenos. Por ejemplo, las empresas farmacéuticas -que están en manos de grandes consorcios, principalmente norteamericanos- desde la década de los ochenta han introducido en el mercado mundial mil doscientos treinta medicamentos nuevos. Entre ellos hay tan solo catorce que previenen de las enfermedades tropicales, a pesar de que las padecen  las tres cuartas partes de la humanidad.
No solo el hambre (mencionada por el fiscal en su discurso de acusación) es un grave problema del mundo contemporáneo. Hoy, paradójicamente, el mundo acusa un exceso de producción de alimentos. Hay tantos, que podrían dar sustento a un ciento veinte por ciento de la actual población de la Tierra. El problema radica en su reparto.
En el mundo de hoy viven mil millones de personas que no tienen trabajo o tienen unos empleos sumamente precarios. Mil millones de personas que no saben qué hacer con sus vidas. Dentro de siete años habrá setecientos millones de jóvenes -entre los quince y los veinticuatro años- sin futuro alguno porque han nacido en barrios pobres o en poblados donde no hay oportunidades,  comida o agua. ¿Qué hacer con setecientos millones de jóvenes dotados de energía y voluntad de vivir pero para los cuales no hay un lugar en el mundo? (El narco y el ejercito ya sabe qué hacer con ellos)  Nadie es capaz de dar una respuesta a esta pregunta.
La desigualdad empieza ya en el seno de la familia, donde la mujer y los niños son más explotados y viven peor que los hombres. También es muy desigual el desarrollo interno de cada país: unas regiones explotan a otras. El sur del Brasil explota sangrientamente al norte.
Hay países que practican un colonialismo interior, explotando ya una nación, ya una comunidad, ya una tribu. Dichas desigualdades traspasan las fronteras de los Estados para abarcar el mundo entero. Esta es la lógica del capital. Los inversores buscan aquellos lugares donde puedan ganar más dinero en menos tiempo. Como resultado, el ochenta y dos por ciento de todo el capital existente en el planeta se concentra en manos del veinte por ciento de la población mundial.
Los pobres no tienen ninguna posibilidad de salir de esta situación. Nosotros, mientras, al no encontrar una solución, cada vez más a menudo evitamos el tema. Carecemos de instituciones internacionales capaces de aceptar el reto. Se ha producido una situación que supera nuestra imaginación y nuestra capacidad de respuesta (y por su puesto la educación por competencias…).
La revolución electrónica nos ha fundido en una sola familia humana. A través de los medios de comunicación globales no parará de llegarnos el principal problema del mundo contemporáneo: los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres; y eso hoy es, la ´normalidad´."  Testigo.  Ryszard Kapu?ci?ski.
Amén.

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