jueves, 20 de octubre de 2016

Especial para Horizontes...
     Las salinas del antiguo Sayula, orgullo, identidad y técnica avanzada de su tiempo
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa 

De los recursos existentes en la región hay uno que ha sobresalido de manera importante a través de la historia, la sal. Se tiene datos arqueológicos que hubican su producción 200 años antes de Cristo (a.C.). La tecnología desarrollada por nuestros ancestros para la extracción y producción de este recurso, es admirable. Cuando los españoles, alemanes e ingleses no eran más que tribus de bárbaros vestidos con pieles de animal merodeando por la Europa occidental, enfrentándose entre sí y con el imperio romano, saqueando y quemando aldeas, los habitantes de lo que sería el antiguo Tzaulan, desarrollaron técnicas sofisticadas de extracción de sal en el vaso lacustre de lo que hoy se conoce como La Laguna de Sayula. Esto no es para nada un dato menor, pues en aquél tiempo, la sal tenía el mismo precio que el oro, como moneda de cambio, de hecho, la palabra "Salario" proviene del latín, salarium, que significa sal. Los soldados romanos que combatían a los barbaros europeos y mantenía las fronteras de la civilización antigua, Roma, recibían su pago en panes de Sal, de ahí que por eso hoy a la remuneración económica del trabajo se le llame salario. De hecho, hay un proverbio latino que reza: salarium cibum patria, que significa: donde está el salario (trabajo) y la comida, ahí está la patria, al referirse a que donde está la forma o medio de vida de un hombre esta su patria. La gente en México llama al salario "Chivo" al referirse a la parte de éste que se destina a comprar la comida de una familia. "Chivo" es la forma castellanizada de la palabra latina Cibum, "comida", que proviene del sentido del refrán latino citado.
Este mineral ha sido siempre un producto de primera necesidad para el hombre. Su uso alimenticio y su papel en la conservación de alimentos, son primordiales. Sin embargo, este recurso vital se encuentra mal repartido en las diferentes zonas geográficas. Como consecuencia, el hombre ha tenido que fijar sus objetivos comerciales y políticos alrededor de su abastecimiento.  Por otro lado, resulta claro que este mineral ha influenciado la historia de las migraciones y de las relaciones entre los pueblos (Othón de Mendizábal). Efectivamente, aunque abunda la sal en la tierra, ésta se localiza en lugares específicos, donde parámetros naturales físicos, químicos o geográficos imponen al hombre la adaptación de técnicas para su extracción.  
En el siglo XVI, los españoles que llegaron a México se dieron cuenta de la importancia que tenía la sal para la vida de las comunidades indígenas y su intercambio comercial. Una relación de esa época dice:
"Si hay salinas en dicho pueblo o cerca de él, se provee de sal y de todas las otras cosas que tuvieren falta (sic) para el mantenimiento o vestido."
Es decir, las salinas era fuente de riqueza para los pueblos. Se sabe que en el pre clásico, 200 a. C. La región de lo que vendría a ser el señorío de Tzaulan, comerciaba con sal. Doscientos años después, ya en el periodo clásico, uno de los mayores centros urbanos de occidente Tehuchitlan en el norte del hoy estado de Jalisco, era abastecido de sal por las salinas de Atoyac.
Las relaciones de algunos antiguo pueblos del reino tarasco, ya en el post clásico tardío 1200 d. C. informan de la importancia de la cuenca de Sayula para proveer de sal a ciertas provincias que carecían de este recurso. La relación de Zapotlan, por ejemplo, dice: "En este pueblo no hay salinas; proveense de la sal de Atoyac y Sayula". La relación de Xiquilpan dice que se proveían de sal de los Pueblos de Ávalos (Sayula). En Tamazula hay noticias de que de los Pueblos de Ávalos provenían los panes de sal blanca y morena que costaban de dos a tres tomines. En el pueblo de Cuiseo cerca de Poncitlan en la ribera de Chapala, se sabe que, se traía sal de Atoyac, que era consumida sólo por los nobles indígenas, ya que los indígenas pobres tenían que extraerla ellos mismos, de las aguas saladas de esa región, su sal.
No se sabe exactamente cuándo comenzó la extracción de sal en la cuenca de Sayula. Los sitios que sugieren un vínculo fuerte con la actividad salinera se encuentran en la zona norte y occidental y algunos tienen restos arquitectónicos especializados. Dentro del conjunto destacan los complejos arqueológicos conocidos como Carmelita y Cerritos Colorados. Una característica importante de los conjuntos es que ambos actuaron aparentemente, como asientos de poder de un grupo relacionado con la extracción de sal, por el periodo clásico.
Al observar los sitios de extracción de la cuenca, del post clásico, se nota un abandono de la actividad en este periodo. No obstante, hay evidencias historiográficas de una importante explotación de esta actividad a finales del siglo XVI, como lo documenta el fraile visitador de estas provincias en 1588, Alonso Ponce. Cuenta el fraile que en ese tiempo se hacían un mercado o tianguis cada cinco días donde el producto principal era la sal.
Así describe la producción de sal Fray Alonso Ponce:
"…de aquellas salinas los indios allegan muchos montones de polvo y salitre que echan en tinajones, le van echando agua y removiéndola muchas veces, cebándole siempre con agua hasta la cantidad que ellos saben, y de esto sacan lejía, como se saca de la ceniza mezclándole agua; junto a estos tinajones hacen en el suelo un horno redondo, y a manera de calera, no muy hondo, a una vara del suelo, dejan un hueco concavidad donde echan madera y lumbre, ponen encima muchas ollas, chicas y grandes, entrelazadas unas con otras, puestas en orden y concierto, de manera que queda cerrado todo el contorno del horno, luego llenan las ollas de aquella lejía, y van dándoles fuego por debajo, por las bocas del horno que dejan por debajo, con este fuego se va cuajando la lejía y se convierte en sal, y poco a poco van añadiendo lejía hasta que las ollas quedan llenas de sal cuajada aun punto, luego quitan le fuego y después las ollas quedando los panes de sal enteros, blancos y vistosos, y entre esos sacan hombres de sal enteros, medios y cabezas, y otras figuras, según lo que estaba figurado en cada una de las ollas las cuales sirven de molde."
Ponce no precisa cómo se sacaba la sal; parece evidente, sin embrago, que hay que quebrar los recipientes que sirven de molde una vez hechos los panes de sal. El rompimiento de las ollas era sin duda indispensable, ya que una vez cocinada la sal, se adherían a las paredes rugosas y porosas de estas. En consecuencia, sólo eran usadas una vez y desechadas, así se explica la inmensa cantidad de tepalcates en toda la Playa.
Se debe subrayar la técnica de la producción al servicio de la comercialización de la sal: El calor resultante de la cocción lenta de la salmuera facilita la evaporación total del agua, produciendo una aglomeración compacta y homogénea de la sal. Esta adquiere así una resistencia a la degradación física e hidroscópica, propiedad apreciable para la conservación y el trasporte del producto, y por ende, la comercialización.
Aunque durante el virreinato la Corona dejó a pequeños productores de sal, salitre y tequesquite, sin molestarlos, los lugares de la Playa donde se cosechaban grandes cantidades, fueron controlados por los españoles, al menos hasta finales del siglo XVIII. Porfirio Díaz vendería la Playa a un particular que se beneficiaría de la producción de sal ya en el siglo XIX. A pesar del ferrocarril, la producción de sal en Sayula debió haber sobrevivido solo hasta los años cuarenta del siglo XX, salvo la producción local de autoconsumo. En 1933, se seguían mencionando las salinas de Zacoalco y Sayula; pero, un estudio especializado del gobierno para 1942, ya no las incluye. La técnica de producción y la producción misma de sal, hoy están perdidas en su mayor parte.
La refinada técnica usada por los naturales de esta tierra, de los cuales la gran mayoría de sayulenses y habitantes de la región somos descendientes, debe enorgullecernos, Que no nos venga a cuentear con que los europeos y sus descendientes nos trajeron toda la ciencia y la civilización, eso sí trajeron vicios y prejuicios (como el racismo), entre otras muchas cosas, pero las técnicas que requerían el conocimiento de las propiedades químicas de nuestros recursos minerales como la sal, fueron desarrolladas aquí mientras los europeos aún se ponían como abrigo las pieles de animales hasta sin curtir, según crónicas romanas. Los romanos civilizaron a los europeos, a los romanos los civilizaron los griegos, a los griegos Mesopotamia y Egipto; pero nuestros ancestros aprendieron directamente de la cultura capacha, totihuacana y otomí. Tan humanos y capaces como ellos. Y citando de nuevo el refrán latino concluiremos esta entrega diciendo; Salarium Cibum Patria.

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