domingo, 18 de diciembre de 2016

LO QUE EL GENERAL QUIERE, LO QUE LOS MEXICANOS QUEREMOS.
                                  Por @ROGELIOPASTOR1
¿Cómo entendemos los comentarios que recientemente hizo el secretario de la Defensa Nacional sobre los 10 años de guerra contra el narcotráfico? No lo sé, pero sería conveniente parar por un momento, detenernos y hacer un balance estratégico de una guerra inacabada, deteriorada y poco popular, una guerra asimétrica y sin cuartel, una guerra cuyo único perdedor es México.
Han sido 10 años desde que el presidente Felipe Calderón declaró una guerra frontal contra el narcotráfico con el objetivo de un México mejor. Calderón tenía sus motivos, las células de la delincuencia organizada habían permeado las instituciones federales, estatales y municipales, y sin tener las cartas necesarias, no midió los daños colaterales que esto ocasionaría al enfrenar a un enemigo muy organizado y poderoso, incluso más que el propio Estado.
Es mentira que la guerra contra el narcotráfico haya empezado "oficialmente" hace 10 años, pero lo que sí es verdad, es que, por primera vez en la historia, un presidente de la república haya declarado públicamente la guerra frontal contra un enemigo asimétrico; los narcotraficantes.
Si buscamos más a fondo el inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico, encontraremos que en julio de 1971 el presidente de los Estado Unidos Richard Nixon declaró la guerra en contra del "el abuso de las drogas" decretándolo como el enemigo público número de ese país, con esto, México en 1977, inició con apoyo de dicha nación, la Operación Cóndor, enviando a más de 10 mil soldados a destruir plantaciones de marihuana en Sinaloa, Durango y Chihuahua.
Los militares, han estado durante mucho tiempo haciendo funciones que constitucionalmente no le corresponden, sin un marco legal que proteja su actuar. Han estado comisionados y como titulares en Seguridad Pública y en Procuración de justicia, pero curiosamente, nadie había levantado a la voz como hasta ahora. Casi todo México grita por el fin de esta guerra, así como lo hizo el Secretario de la Defensa Nacional, y lo hacen, porque todos, o casi todos están hastiados de la situación que se vive en nuestro país, debido a los pocos resultados palpables que al día de hoy se tienen, con más de 180 mil asesinatos, secuestros masivos, extorsiones, así como la constante violación a los Derechos Humanos. Cabe recalcar que ha sido una guerra que inició sin contar con la inteligencia criminal y sin instituciones de seguridad sólidas, capaces y preparadas y sin contar con una coordinación institucional e interestatal.
Durante el sexenio de Calderón y en los años que van de la presente administración es mentira que no haya habido ningún resultado positivo; sí los hay. Se ha logrado por ejemplo la detención de varios líderes criminales, se han desarticulado a un sin número de carteles de las drogas, se han fortalecido y capacitado a los organismos de seguridad, se tienen mejores sueldos y mejor equipo, así como entrenamiento en el extranjero.  Pero lo más crítico es que estos resultados positivos son mayormente a nivel federal, en algunos casos a nivel estatal y casi nada a nivel municipal.
Creo que es tiempo de parar y pensar, dejar por lado las cuestiones políticas y los resultados positivos y entender que hoy más que nunca, los Derechos Humanos son fundamentales y que darles facultades a las Fuerzas Armadas que Constitucionalmente no tienen, para hacerse cargo de los organismos de justica seria posiblemente lamentable en el futuro. Las fuerzas armadas tendrán que seguir durante más tiempo combatiendo a la delincuencia organizada en auxilio a las autoridades civiles, y deberán hacerlo como un Estado moderno, que respeta los Derechos Humanos y a la Ley. Quizá es momento de que las fuerzas armadas cuenten con representantes de la sociedad, de tener a un Secretario de Defensa civil, una Fiscalía General autónoma, una Policía Federal más grande y mejor capacitada, un Poder Judicial más efectivo, y los Estados y Municipios… deben de hacer lo suyo y ponerse a trabajar. Quizá así, en algunos años existan las condiciones para que los militares regresen a su cuartel y las Instituciones de seguridad se ocupen de sus funciones.


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