lunes, 13 de febrero de 2017

LA POLITICA DESDE GAYOLA

Por Rodrigo Sànchez Sosa

En estos tiempos de incertidumbre es necesario no perder de vista la razón. La razón lo ilumina todo, aunque a veces desencante a los románticos, a los ingenuos, a los que gustan del espectáculo. La razón es fría, irreductible y no negociable. No se ajusta a caprichos ni intereses, no promete ni se compromete. La razón es la que como especie nos ha preservado en este mundo. La razón no es como la moral, que cada quien tiene la suya, es una para todos. Cuando los límites de la razón se desbordan, cuando se abusa de sus postulados torciéndolos, pasa lo que hoy vemos.
El país es resultado de la sinrazón, de la impulsividad, de la avaricia, de la inconciencia, de cinismo, de la barbarie. Apenas nos damos cuenta que tenemos un problema estructural en nuestra forma de gobernar que arrastramos desde casi el momento de nuestra independencia, que la sinrazón se ha colado por los huecos dejados por la razón. Apenas sabemos que esto, así, no puede seguir; pero, comenzamos a reaccionar en la única tradición que conocemos, la sinrazón. La ignorancia que ha campeado entre el pueblo desde la colonia, el analfabetismo análogo y funcional, hacen acto de presencia en esta etapa en que tratamos de organizarnos, de resistir y presionar para un cambio; no está mal, pero, el problema es hacia dónde. ¿A dónde vamos? ¿A dónde nos llevan?
Los líderes que veo manifestarse por doquier, los que de entre las masas sacan la cabeza y gritan cansados e indignados por este régimen corrupto y criminal; no son las voces de la razón, son las voces de la frustración, del hartazgo, de la furia, son las voces de la impulsividad. Voces reprimidas, violentadas por tanto tiempo que gritan, si gritan clamando venganza; es su oportunidad de cobrarlas al poderoso las afrentas, las humillaciones, la segregación. Justo. Pero no racional.
En un pueblo con más de la mitad de su población sumida en la pobreza, con una guerra de baja intensidad que afecta a casi todas las familias del país; con un futuro negado para los más jóvenes sumidos en la ignorancia, la pobreza, la violencia, la drogas y la muerte; la sinrazón suena bien, se acogen sus promesas de nuevos horizontes con el mínimo esfuerzo, la justicia sin el juicio, la verdad desinformada, la felicidad a corto plazo, la lucha pacifica sin consecuencias.
Para estos, para los desheredados de este México, para los violentados y despojados, para los explotados, para los que se beben su impotencia a diario frente al poderoso, la razón debe sonar a una afrenta, una traición; un discurso que encubre a los corruptos. Pero no es así, la razón, llama a la mesura, a la estrategia, a la lucha frontal sí, pero inteligente. La razón llama a serenarnos para evitar el mayor mal, para evitar muertes innecesarias, desgaste, perdidas graves de infraestructura y recursos, incluidas pérdidas humanas.
¿Qué dice la razón? La razón pregunta: ¿Qué queremos, ¿cómo lo lograremos de la forma más eficiente, y con qué contamos para ello? La razón no grita, no amenaza, no violenta; por una sencilla, razón, se sabe dueña de sí misma.
¿Qué más dice la razón? Nos invita a reflexionar, no se puede obtener todo lo que se pretende, se debe ceder para obtener; se debe tolerar; se debe comprender; se debe aceptar. A nadie conviene una radicalización del movimiento en pos de metas imposibles, de utopías dictadas por la imaginación excitada por los impulsos ciegos del odio, de venganza o de intolerancia.
La razón es cultivable en lo común, no funciona en lo subjetivo, una verdad debe ser compartida, discutida enriquecida por lo demás; la verdades totales, invariables y omnipotentes no existen, al menos no para el bien común. No se puede imponer la verdad de un sólo individuo como razón común a los demás, la verdad es cuestión de consenso, y sólo la ignorancia dicta lo contrario, pues se quiere imponer una opinión como verdad a toda costa, por los medios que sean, con los recursos que mejor se presten, incluyendo la mentira, la desinformación, la manipulación y el chantaje. Es ignorante el que la impone, es ignorante el que la acepta.
La ignorancia y la razón no son compatibles, es lógico. Las masas no son racionales, pues son entes carentes de conciencia, las masas, son irreflexivas, las masas son impulsivas, las masas, son vulnerables, la masa es bárbara.  La masa no puede decidir el destino de una nación, es la organización de la masa, fragmentada en colectivos, en mesas de dialogo, en asambleas, que discutan las ideas, las razones, producen propuestas y soluciones al problema común, y luego en una asamblea mayor de representantes de colectivos se consolida la estrategia común, la voluntad colectiva.
Estamos en una encrucijada como nación, divididos, con una clase política insensible, con una población indignada y en lucha ciega. La razón escasea, la inmediatez la anula, tenemos el tiempo en contra y un país que se tambalea. La dirección impuesta cada vez da más tumbos y no le queda más que la fe en un dogma económico para sostenerse, fuera de eso no hay nada. La lucha civil es una lucha de desesperación, sin dirección aparente, débilmente organizada y manipulada consciente o inconscientemente por individuos que no distinguen su interés particular del interés común.
No es escandaloso, no es mucho pedir que se pondere la razón en este despertar del pueblo de México, no es posible que el futuro de una nación esté en manos de merolicos amarillista, de quienes gritan arengas sacadas de libros de auto superación personal. No es posible que un país con le pasado que tenemos, con los grandes hombres que ha dado al mundo, hoy sea gobernado por ineptos, y peor aún, que la contra parte sea tan inepta como estos.
Tristemente no se ve razón por ningún lado, sólo se ve impulsividad, ignorancia, discursos desfasados, violencia. Dudo mucho que este país pueda arreglar algo, construirse un futuro a partir de esto. No hay futuro en la violencia, no hay futuro en la impulsividad, no hay futuro en la ignorancia, no hay futuro en la criminalidad, en la corrupción, no hay futuro en un país que no se sienta a discutir su situación, que no se escucha así mismo, que no se reconoce más que en lo inmediato. Ser racional es ver la realidad tal cual es: tenemos un país vendido al extranjero, sumido en la criminalidad, con una creciente población adicta a las drogas , una generación perdida, 70 millones de pobres, una clase media empobrecida, lleno de armas, con presencia de mercenarios asesinos y crueles, con criminales poderosos, corrupción de las más severas del mundo, ignorancia, una clase corporativa privilegiada y acostumbrada a no pagar impuestos, tenemos un país con muchos problemas, más de lo que una racionalidad mediocre  pueda resolver.

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