miércoles, 4 de marzo de 2020

El hombre que llevó el nombre de Sayula alrededor del mundo

El hombre que llevó el nombre de
Sayula alrededor del mundo
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

Ramón Carlín Lima fue un empresario mexicano que ganó la primera edición de la regata alrededor del mundo Volvo Ocean Race en el año de 1974.Su embarcación era un velero marca Swan de 65 pies. Carlín bautizó el velero con el nombre de Sayula II, en honor al pueblo donde su esposa nació en el estado de Jalisco.
Esta es la historia de Ramón Carlín, fallecido el 6 de mayo de 2016 y al que el mundo del deporte no le concede el valor que merece. Pero su nombre podría estar unido al de Edmund Hillary, Roald Amundsen y esa estirpe de aventureros que se enseñan hoy en los libros de historia de Europa. Carlín fue el primer ganador de una Vuelta al Mundo a vela. Ocurrió entre 1973 y 1974. Él y su tripulación, que la componían, entre otros, su mujer  Francisca Paquita Larios y uno de sus hijos, invirtieron 133 días y 13 horas (en tiempo compensado, 152 días en real) en las cuatro etapas en las que duró la regata. Hace 4 años, a los 92, falleció Carlín.
Aquella regata, recordada ahora en un bello documental, significó una de las grandes gestas de la vela de cruceros. Nacida de una conversación de pub de Portsmouth entre representantes de la Royal Naval Sailing Association y los altos cargos de la empresa cervecera Sam Whitebread, que dio el nombre a las primeras ediciones de la Vuelta al Mundo, la regata Whitebread, hoy conocida como Volvo Ocean Race, se presentó en 1973 como un desafío para 17 veleros.
 Veladamente, era un competencia entre embarcaciones británicas, con cinco yates, tres de ellos de la Marina inglesa, y Francia, con seis. Entre los tripulantes galos estaba el reputado Eric Tabarly, la estrella de la vela atlántica. De hecho, Carlín, un empresario del negocio de las lavadoras, llegó a la competencia casi por casualidad. Había empezado dos años antes en las regatas de veleros y en un viaje a Irlanda, a visitar a uno de sus 10 hijos (dos fallecidos), Enrique, al que había enviado allí para evitar que se casase siendo menor de edad, dio con el anuncio.
-"¿Y si damos la vuelta al mundo?", dijo Ramón a su hijo, cuenta en el documental 'El Marinero de fin de semana' (The Weekend Sailor).
- "Yo le respondí: sin problema", contó Enrique.
Carlín se inscribió sin ni siquiera tener el barco, al que llamó Sayula II, en homenaje a la ciudad en México donde había nacido su mujer Francisca Larios. En tiempo récord construyeron un 65 pies -un barco de unos 22 metros- en el que se embarcaron seis mexicanos, dos ingleses, un australiano y un holandés.
Enrique su hijo y Francisca su mujer, que cocinó mientras estuvo a bordo, y don Ramón Carlí, completaban la tripulación.
Era la única embarcación no europea. Los periódicos bromearon sobre sus posibilidades. Incluso un tabloide dibujó un retrato de la tripulación bebiendo tequila y con sombreros mariachis. No creían que acabasen siquiera la primera etapa entre Portsmouth y Ciudad del Cabo (Sudáfrica). "No habían entrenado, pensé tomarme esta etapa como parte de ese periodo. Pero lo hicieron muy bien", contó Ramón.
No era una tripulación profesional al uso. Su barco era de los pocos que llevaba una nevera a bordo y un arsenal de comida propio de un barco de recreo con filetes de ternera, pollo, hamburguesas, cerveza y hasta vino. Se bebían seis botellas al día. Tenía hasta música a bordo.
El enlace hasta Sudáfrica, en el que les acompañó entre lágrimas Paquita, su mujer, duró 44 días. Más allá de la enorme distancia, apenas hubo percances. Con la aplicación del hándicap, aparecían en una sorprendente segunda posición.
Y entonces llegó el infierno: Ciudad del Cabo-Sidney. "Ahí fue donde ganamos la regata", reconoció años después Carlín. Fue un viaje dantesco. Los 40 rugientes, una zona huracanada en el Océano Indico, dañó considerablemente la flota. Dos barcos abandonaron. Dos tripulantes de otros barcos fallecieron. El Sayula II volcó y la tripulación cayó al agua, aunque sólo pagaron con pequeñas lesiones. Carlín, aceptando las sugerencias de parte de la tripulación, optó por salirse de esa ruta que era la más rápida, encontró el viento del Sur y se llevó la victoria en ese tramo.
De Sidney a Río de Janeiro repitieron la segunda plaza en el parcial sorteando icebergs y, finalmente, y a pesar de romper una vela, alcanzaron el puerto de Portsmouth en cuarto lugar, que les dio el trofeo en la historia más maravillosa que ha dado la navegación. De eso presumen los 19 nietos y los 22 bisnietos de Ramón Carlín - quienes llevan en sus venas sangre sayulense - (Gerardo Riquelme)
México, contra lo que muchos consideran, ha dado al mundo campeones deportivos de enorme personalidad. En 1974, Ramón Carlín escribió otra versión de la obra de Julio Verne. En 152 días le dio la vuelta al mundo sobre el mítico Sayula II, un barco que sigue siendo respetado en casi todos los puertos de Europa. Pero, lo que siempre pasa, la hazaña apenas es recordada.
Aquello sucedió. Y aquí sucede. Por extraño que parezca, el hecho es real, la historia lo avala. La reina Isabel II de Inglaterra está e visita oficial en México. En un arrebato de cordialidad el presidente Luis Echeverría busca halagar a su majestuosa visita. Le pregunta si fuera del protocolo quiere conocer algo de especial interés en México. Sí, responde la reina, quiero conocer al señor Carlín, el mexicano que derrotó a mi veleros, en los que invertí dos millones de dólares.
Se refiere a Ramón Carlín, el hombre que ganó la vuelta al mundo en velero en 1973.
Echeverría manda a buscar con prisa al tal Carlín, un vagabundo de mar. Lo encuentran en las aguas  del Pacífico, a varias millas de Acapulco. Le notifican la orden del presidente. Carlín suspende el paseo y acepta ir a Palacio Nacional a la siguiente noche. La cena es de gala, desde luego. El navegante es llamado a la mesa de honor.
"Ramón, no la vayas a regar", dice entre dientes Francisca Larios, sayulense, mujer de Carlín. En el camino a la mesa, donde Echeverría festeja a la reina, el hombre piensa en cómo saldrá del apuro. Al llegar suelta el ancla:
-Quihubo, Güicho- le grita a Echeverría. El presidente siente el tirón de las olas. Pero es astuto, En un segundo se repone.
- Quihubo, Ramón, que gusto verte, hombre.
Se levanta, lo abraza y lo presenta a su Majestad. La traductora intente hacer su trabajo. Carlín que habla inglés, le dice que puede con la plática. La reina lo enaltece: "Así que es usted es el que venció a mi orgullo naval, es un placer conocerle, señor Carlín…"
Ramón Carlín nació en Tlacotalpan, Veracruz, en 1932. Las grandes aventuras le llevan  a los 40. Mientras, la vida le da para entretenerse. Se casa a los 16 con Francisca Larios nacida en Sayula de la misma edad, y a los 17 tiene su primer hijo. Llega al Distrito Federal sin grandes espadas para conquistarlo. Sigue el ejemplo del pueblo hebreo. Trabaja todo el día tocando puertas, vendiendo en abonos. Primero aquí, luego allá, después en Monterrey. Logra junta una fortuna que aprovecha cuando sus proveedores le piden que regrese a México.
Vuelve y logra hacer una empresa de 2 mil 500 empleados. Puede decirse que es un cuento de hadas. Pero la fantasía llega después. Un día, del que la fecha es baladí, su único hermano, Moisés, le propone una idea: "Vamos a comprar un velero, Ramón, te va a gustar". Éste se da cuenta que ha llegado la gran oferta de su todavía incompleta existencia. Carlín se deja llevar por sus afanes de aventura. No se sabia nada de veleros, no sabe nada del camino de las olas, como se llamó hace muchos siglos al mar. Primero, mediante un trámite que puede ser prescindible en este relato, compra el Sayula I, un barco de 40 pies, con el que participa en regatas del Pacífico de modesto nivel. Hasta allí, la sede e aventura se cumple. Pero, como el viejo navegante medieval, Carlín sucumbe ante los altos caminos salados del océano… Un día en 1973, Enrique, uno de sus hijos, le dice a Ramón: "Papá, te informo que me voy a casar, como tú a los 16 años". Carlín no se espanta, se da tiempo para pensar. Chantajea: "¿Pero qué sabes hacer? Antes de casarte quiero que estudios un año de inglés, ¿estas de acuerdo?". Enrique acepta. Entonces viene la segunda condición: "Pero vas a estudiar donde yo diga". El hijo se queja y acepta. "Te vas a Irlanda…". Lo que Ramón quiere es retrasar la boda un año. Para su suerte, que no la del hijo ni la de la futura nueva, el matrimonio de Enrique se da cuatro años después. En el viaje a Irlanda, Carlín, que no acompaña a su hijo, se enamora de un barco hermoso, más grande que el Sayula, que ve en una revista especializada de Europa. "Si te lo compras y te inscribes en la Vuelta al Mundo, yo voy contigo papá", le dice Enrique, que será su capitán de guardia. El próximo Sayula II,  una nave tan respetada en cada puerto como las mejores, tiene su historia, real, y fantástica, como todos los barcos. El 4 de octubre de 1972, en Nueva York, Ramón Carlín se convierte en el dueño legal del barco finlandés. Se lo entregan en junio en 1973. El Sayula II fue bautizado así porque Francisca "Paquita" Larios, la esposa de Ramón, había nacido en Sayula, Jalisco, la misma tierra en la vino al mundo Juan Rulfo.
En 1974, después de 152 días y 27 mil 640 millas marinas de odisea, el Sayula II se ancló en el puerto Portsmount, de Inglaterra, para ganar con dos días de ventaja la Vuelta al Mundo en velero.
Dos años después, el Sayula II llegó también primero en la regata por el festejo del segundo centenario de la independencia de Estados Unidos. Si bien es cierto que la tripulación estuvo a punto de fallar la dirección del destino horas después de haber salido de Barbados, un viento más que favorable con rumbo al Oeste hizo confirmar lo que hoy cada puerto europeo conoce: "el Sayula II y su capitán sólo tienen lugar en la grandeza del mundo". ( Mauricio Mejía, Revista Proceso, El rey de la Vela, 22 de septiembre 2002)

1 comentario:

  1. Es una gran hazaña ! Es triste que casi nadie lo sabe.

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