Calaveras de Horizontes
Las dos comadres estando
comentando los sucesos,
una que sigue llorando
y otra en los puros huesos.
¿Comadre pues que te pasa?
¿es perene ese dolor?
ese llanto que te arrasa
hasta provoca pavor.
¡ay! ¡Que me duelen mis hijos!
no se me acaba el amor.
Ya los busqué en los alijos
y arrabales sin temor.
A ver si me dices tú,
que tantos siglos arrastras
en lo oscuro y en la luz,
en las clases y las castas
¿dónde pudiera encontrarlos?
es cosa que a ti te consta,
a ti te tocó cargarlos
de la vida hasta la poza.
Desde reyes a plebeyos,
desde santos a tiranos.
¿miraste alguno d´ éllos
que llevaras en tus manos?
Tus sollozos dolorosos
los siento acá en el alma,
elevo algunos responsos
para que consigas calma.
No, jamás los encontré
y muy bien que me fijaba,
porque nunca los cargué
ni miré en la atalaya.
¿Cómo son tus hijos? Dime,
y volveré a revisar
en la lista que me aprime
en el mundo terrenal.
(Moisés Zepeda)
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